Mi amigó Jaime decidió mudarse a una ciudad más que pequeña que la de Santo Domingo. Una con menos gente, menos tránsito, menos ruido. Un lugar donde se vive con menos estrés.

Al llegar a su nueva ciudad, todo era maravilloso hasta un sábado que sintió el peso de la soledad. No tenía amigos cercanos con quien reunirse y conversar.

Ese día notó que si bien estaba más ligero de problemas propios de una gran ciudad, el cambio le había afectado su vida social y la soledad le estaba haciendo daño. Comenzó a tener dolores de cabeza frecuentes, estaba padeciendo de insomnio, y sentía deseos de llorar frecuentemente. Se sentía deprimido.

Los humanos somos seres sociales, la soledad amenaza nuestra salud mental, afectando negativamente las emociones.

Estudios muestran que la naturaleza de los humanos es gregaria, o sea que necesitamos una comunidad, y la falta de ayuda de los demás nos hace indefensos, vulnerables. Esta es la explicación de por qué a lo largo de la historia los humanos nos hemos venido organizando de diferentes maneras: formamos familias, construimos ciudades, fundamos naciones, etc. También explica por qué la soledad, si es permanente, se torna una amenaza para el bienestar de las personas.

El vivir aislados de la sociedad va en contra de nuestras necesidades más primarias de amor, compañía, apoyo, etc.

La soledad está vinculada al desarrollo de enfermedades físicas y mentales; también las probabilidades de ciertas condiciones de salud pueden aumentar la vulnerabilidad de una persona al sentirse sola. Entre las más habituales encontramos las siguientes:

Abuso de sustancias

Trastorno Bipolar

Depresión Mayor

Demencia

Para comprender ciertas condiciones de salud es importante atender el bienestar psicosocial de la persona.

El tratamiento  de muchas patologías brinda resultados positivos, cuando se  disfruta de una adecuada salud mental que cubra nuestras necesidades emocionales básicas.

En los últimos años se han impulsado programas que  favorecen el apoyo social, especialmente en sectores a de la tercera edad, en los cuales la soledad es un grave problema.

La soledad es un problema cada vez mayor en la sociedad actual y los avances tecnológicos, con la dinámica que conllevan, han ido apareciendo en las familias haciéndonos cada vez más solitarios.

La popularización del internet,  y todo lo que ha venido después,  nos ha convertido en seres más herméticos, aislados y sedentarios. Salimos menos, conversamos menos, y esto resiente la calidad de nuestra interacción social. Se supone que estamos más cerca de los demás, o más conectados, pero irónicamente está hiperconexión nos ha distanciado enormemente.

Cuando una persona pasa mucho tiempo sola, al interactuar con un grupo puede experimentar dificultades como las siguientes:

Dificultad para conectar con los demás a nivel profundo.

Pocas relaciones cercanas, y si las hay, suelen ser superficiales, por lo que dejan de brindar satisfacción emocional.

Son pocas las amistades verdaderas.

La persona puede tener vecinos o conocidos.

Tiene una sensación de aislamiento, incluso cuando hay gente cerca.

Y claro, la autoestima se ve afectada de forma significativa ya que se tiende a pensar que no es merecedor de cuidados, y/o atenciones.

Son necesarias interacciones sociales en las que participe o interactúe con otras personas, para evitar sentirse abrumada, y evitar el agotamiento físico y mental.

Vivir en comunidad es primordial en el ser humano. Hacer vida social nos ayuda a mantener una mejor salud mental y física.

Recomendación: Ponga en celular/móvil a un lado mejoremos nuestra relaciones con familiares y amigos.

Merliz Rocio Lizardo Guzmán. Aprendiz de la conducta Humana