Una sociedad en la que todas las personas tienen acceso a una cuenta bancaria disfruta de importantes beneficios económicos y sociales. A nivel económico, la inclusión bancaria universal fomenta la estabilidad financiera y el crecimiento económico. Cuando las personas forman parte del sistema bancario formal, pueden ahorrar de manera segura, acceder a créditos y contribuir a actividades económicas como el emprendimiento y las inversiones. Esto, a su vez, mejora el consumo y refuerza el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Desde una perspectiva social, la bancarización reduce las desigualdades y empodera a las comunidades marginadas. El acceso a una cuenta bancaria proporciona una puerta de entrada a otros servicios financieros, como seguros y microcréditos, que son fundamentales para gestionar riesgos y construir resiliencia financiera. Además, el depósito directo de salarios y beneficios sociales reduce la dependencia de transacciones en efectivo, que suelen ser más costosas y menos seguras, promoviendo así la transparencia y la seguridad.

Una sociedad sin personas no bancarizadas también fomenta una mayor inclusión digital. Los sistemas de pago digital se vuelven accesibles para todos, reduciendo los costos de transacción y fomentando la innovación en el sector fintech. En última instancia, el acceso universal a los servicios bancarios conduce a una sociedad más equitativa, segura y próspera.

En la República Dominicana, se han logrado avances significativos hacia la inclusión financiera, pero todavía existen desafíos. El Banco Central indica que aproximadamente el 55% de la población adulta tiene acceso a una cuenta bancaria formal. Aunque esto representa un progreso en comparación con décadas anteriores, aún queda una parte considerable de la población no bancarizada, especialmente en áreas rurales y entre los grupos de bajos ingresos.

Si bien la República Dominicana ha logrado avances encomiables, es necesario redoblar los esfuerzos para superar los desafíos existentes.

El auge de la banca digital y las plataformas de pago móvil ha mejorado la accesibilidad. Las empresas fintech y los bancos tradicionales están ofreciendo cada vez más soluciones económicas y fáciles de usar, adaptadas a las poblaciones desatendidas. Además, las iniciativas gubernamentales, como los pagos de asistencia social mediante medios electrónicos, han incentivado a muchas personas a abrir cuentas bancarias.

El gobierno dominicano ha implementado políticas para digitalizar las transacciones financieras, incluyendo pagos de beneficios sociales y devoluciones de impuestos. Programas de varios gobiernos fomentan la educación financiera y la apertura de cuentas entre las familias de bajos ingresos. Por otro lado, los bancos y las empresas fintech están enfocándose en procesos simplificados para abrir cuentas, como el uso de cédulas de identidad nacional para el registro inmediato. También se han desarrollado aplicaciones de banca móvil y modelos de agentes bancarios para llegar a áreas remotas donde no hay sucursales tradicionales.

A pesar de estos esfuerzos, persisten varias barreras. Las altas tarifas bancarias y los requisitos de saldo mínimo desincentivan a las personas de bajos ingresos a mantener cuentas activas. Las transacciones entre bancos no siempre son en tiempo real y gratis, y el impuesto de 0.15% por las transacciones digitales no estimula que las personas usan menos efectivo. Además, la limitada alfabetización financiera dificulta el uso efectivo de los servicios bancarios. En las zonas rurales, la infraestructura deficiente y la conectividad a internet continúan siendo desafíos para la adopción de la banca digital.

Los Países Bajos ofrecen un modelo de inclusión bancaria casi universal, con más del 99% de la población con acceso a una cuenta bancaria. Varias mejores prácticas y lecciones pueden aplicarse a la situación de la República Dominicana:

En los Países Bajos, los bancos ofrecen cuentas básicas con tarifas mínimas, haciéndolas accesibles para todos los grupos de ingresos. El sector bancario dominicano podría adoptar modelos similares para atender a las poblaciones de bajos ingresos. Además, se enfatiza la educación financiera desde una edad temprana a través de los planes de estudio escolares y las campañas de concienciación pública. Estas iniciativas podrían ayudar a los dominicanos a comprender los beneficios de la bancarización y desarrollar las habilidades necesarias para gestionar sus finanzas de manera efectiva.

Por otro lado, un sistema de pagos digitales bien desarrollado en los Países Bajos garantiza que los servicios bancarios sean convenientes y ampliamente utilizados. Expandir la conectividad a internet y las opciones de pago móvil en la República Dominicana podría mejorar la accesibilidad. Además, las regulaciones neerlandesas requieren que los bancos ofrezcan cuentas básicas a todos los residentes, independientemente de sus ingresos o estatus migratorio. Políticas similares en la República Dominicana podrían ayudar a eliminar las barreras de entrada para las poblaciones vulnerables.

En conclusión, el acceso universal a los servicios bancarios es un pilar fundamental para el desarrollo económico y la equidad social. Si bien la República Dominicana ha logrado avances encomiables, es necesario redoblar los esfuerzos para superar los desafíos existentes. Al aprender de modelos exitosos como el de los Países Bajos, la República Dominicana puede implementar políticas y prácticas que reduzcan costos, mejoren la accesibilidad y promuevan la alfabetización financiera. Al fomentar una cultura de inclusión financiera, la República Dominicana puede allanar el camino hacia una sociedad más equitativa y próspera.