STEM es el acrónimo de los términos en inglés de Science, Technology, Engineering y Mathematics, es decir Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.
En los años 80 del siglo XX la expresión en una primera versión fue promovida por la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, en el propósito de procurar un modelo educativo a partir de tales bases; pero el término tal cual, apareció por primera vez en el 2005 en el informe de la Comisión Europea: “Europa necesita más científicos: Reporte de un Grupo de Alto Nivel para el Incremento de Recursos Humanos para Ciencia y Tecnología”.
Posterior a lo referido en Corea del Sur se propuso incluir el arte, pasando a ser conocido desde tal perspectiva como STEAM, con la A de arte.
En la actualidad STEM en cualquiera de sus derivaciones se le considera como una de las perspectivas de vanguardia en la educación, incluso en el propósito de abarcar todos los niveles educativos.
Aun así, el término arrastra significativas confusiones y distorsiones. Separa la ingeniería de la tecnología, siendo las ingenierías de las más profundas y precisas expresiones de la tecnología; sabido es también que las ingenierías de se apoyan de forma directa en las ciencias.
Se separa cual término la Matemática de las ingenierías y de la ciencia, cuando es sabido desde lo dicho por Galileo Galilei hace más de 400 años que la naturaleza está escrita en el lenguaje de la Matemática. Además, la Matemática es consustancial con las ingenierías.
Hay que precisar también que esas separaciones que arrastran las confusiones del término STEM implican de alguna manera, desconocer el carácter integral de la educación, que por lo tanto trasciende la ciencia y la tecnología, y de ahí el interés, por ejemplo, de Corea de incluir el arte.
La educación asociada a la ciencia y la tecnología es de significativa importancia; respecto a lo cual se ha comentado de su íntima vinculación con el carácter antropológico del ser humano, como ser cognoscente-transformador.
Se ha destacado por otra parte la importancia de que desde el STEM se fomente el incremento de la participación femenina en la ciencia y la tecnología, aún muy relegada; pero más se puede avanzar aun superando la distorsión que arrastra el término STEM.
No hay porqué “inventar” términos más allá de lo razonable. Solo darle el especial lugar que corresponde a la ciencia y tecnología y sus expresiones dinámicas de investigación e innovación tecnológica -I+D-, como una fundamental política de Estado orientada hacia el pleno desarrollo, y su extraordinario impacto en la educación en general.