En los últimos días se han producido interesantes eventos en el sector de la aviación en la República Dominicana. Una importante reunión entre el sector público y privado, encabezada por el Presidente de la República, Luis Abinader, y actores importante del sector aeroportuario, de aviación y turístico del país para conversar sobre la posibilidad de crear un HUB aéreo. El inicio de operaciones de la línea aérea dominicana ARAJET, conducida por su CEO y buen amigo Víctor Pacheco. Finalmente, el anuncio de parte del Gobierno de la negociación y suscripción del país de un tratado de cielos abiertos con los Estados Unidos de América, así como del envío al Congreso Nacional de un proyecto eliminaría barreras fiscales que impiden desarrollo de nuevas aerolíneas.
Creo que se ha comprendido la importancia de la cadena de valor o ecosistema que aportan los aeropuertos a la economía dominicana, como parte fundamental del sector turístico. La relevancia otorgada por las autoridades gubernamentales desde la Presidencia, Ministerio de Turismo, Departamento Aeroportuario, Instituto Dominicano de Aviación Civil y la Junta de Aviación Civil, así como los agentes y actores aeroportuarios del sector privado lograron la reactivación del turismo y redimensionaron la relevancia y oportunidad que tenemos como país, habiendo sido reconocidos internacionalmente.
Ahora bien, creo que estos anuncios e iniciativas deben ser concebidos de manera estratégica entre todos los actores de la cadena de valor de los aeropuertos y del ecosistema turístico del país, a fin de evitar que, aunque puedan ser positivos para un área específica de la cadena de valor impacte en otros aspectos de manera inadecuada. Esto puede generar trabas a las iniciativas que incluso puede generar resistencia por otros actores cuyas aprobaciones pudiera generar efectos no deseados. Sin una efectiva regulación, entendimiento correcto o estratégico, es decir viendo el componente global país y no sólo en lo especifico, se pudiera generar que las discusiones en el Congreso Nacional no sean las más propositivas y que luego los proyectos sean mutilados, perdiendo parte del valor que pudieran agregar al ecosistema.
En ese sentido creo que, si bien comparto las iniciativas indicadas, soy de opinión que se debe avocar a un proceso conjunto y estratégico entre el sector público y privado, que implique una revisión y actualización completa del marco regulatorio existente. Esto implicaría que el Departamento Aeroportuario, Instituto Dominicano de Aviación Civil y la Junta de Aviación Civil, así como otras instituciones públicas, conjuntamente con los agentes y operadores aeroportuarios, líneas aéreas, servicios conexos que se brindan en aeropuertos, y los actores claves de la cadena de valor pueda participar en ese proceso de revisión.
La concepción del aeropuerto como una cadena de valor debe ser el motor inspirador de las políticas públicas, normativas y regulaciones que se puedan dictar y revisar para que nuestro país cuente con un marco jurídico-regulatorio aeroportuario ajustado a la visión integral y estratégica de nuestro país, que como hemos visto en el último año y medio, creo que ha sido el jugador más valioso para que el turismo haya motorizado la recuperación y revitalización económica del país.
Se debe proteger y garantizar el impacto que genera la cadena de valor de un aeropuerto, visto como un destino turístico. Como ha dicho en diversas ocasiones el fundador del aeropuerto más importante del país, que lo primero y lo último que se lleva un turista o quien visita al país, pasa por el aeropuerto. Esto tiene un impacto emocional. Lo que ocurra en el aeropuerto puede condicionar o influir la experiencia del turista o visitante en el país. Por tal razón, creo que mientras más eficiente y profesionalizando sea el sector mayor probabilidad tendremos de continuar teniendo un buen ritmo en el turismo, que ha sido uno de los motores fundamentales para el desarrollo de la República Dominicana.
Aún cuando parezca que se está muy fuerte en este sector, podemos ser objeto de circunstancias que lo afecten rápidamente, y en consecuencia al país, por el relevante impacto. Por ejemplo, publicaciones en redes sociales con informaciones distorsionadas, a veces intencionadas para dañar la imagen del país, como sucedió en el año 2019, requieren que la respuesta sea coordina y conjunta por los actores del ecosistema, es decir, de las autoridades públicas y los operadores privados. Una respuesta efectiva mitiga cualquier riesgo a la reputación como destino turístico.
Anteriormente, he comentado en este diario (https://acento.com.do/opinion/robustecimiento-regulatorio-aeroportuario-y-sus-beneficios-al-turismo-9061458.html) aspectos que considero necesario y fundamentales para continuar con el posicionamiento turístico. En esa ocasión comentaba sobre la relevancia de la aprobación del Acuerdo entre el Gobierno de la República Dominicana y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre la Pre-Autorización en el Transporte Aéreo (en lo adelante “Pre-Autorización”); la necesaria actualización y fortalecimiento del marco regulatorio de las infraestructuras aeroportuarias; y una debida regulación sobre la movilidad aérea avanzada (Advanced Air Mobility (AAM)).
A todo lo indicado, se suman las iniciativas que he señalado al inicio. Todo lo que se podría crear en este ámbito requiere de un plan estratégico y visión muy clara que implica la necesaria colaboración del sector público y privado en la creación de todas las políticas públicas requeridas, algunas nuevas y otras que requieren ser actualizadas con base a esa visión.
La cadena de valor que se genera desde los aeropuertos y todos los actores que en él intervienen requiere de un debido marco jurídico-regulatorio para dar mayor seguridad y previsibilidad a las inversiones públicas-privadas que se puedan generar en el futuro, todo lo cual impactaría positivamente al país. Por eso, promuevo esa revisión conjunta, pudiéndose crear un Equipo Multisectorial y Técnico para una debido marco jurídico – regulatorio, con los incentivos correctos para los aeropuertos, líneas aéreas, servicios de handling, logísticos, entre otros. En fin, se trata de crear una visión estratégica en donde todos ganemos. Si esto se logra, no tengo dudas que tendríamos como país una ventaja competitiva extraordinaria frente a otros países, lo cual se traduciría en beneficio de todos los ciudadanos dominicanos.
Para seguir manteniendo una diferenciación turística como país en comparación con otras alternativas de la región, y crear un HUB aéreo en la República Dominicana es necesaria no solo la innovación tecnológica, la profesionalización continua, pero es indispensable la reforma integral del marco jurídico-regulatorio. Pensemos estratégicamente hacia dónde queremos ir como país y las ventajas que significarían estas transformaciones para todos. Estamos en un buen momento para que la colaboración público-privada se mantenga unida para lograr estos objetivos. Y como siempre, les comento a mis estudiantes, todos estos cambios se deben traducir en beneficio de todos los usuarios, pero también en una mejor calidad de vida para los dominicanos que se continuarían beneficiándose del desarrollo y crecimiento de la cadena de valor aeroportuaria.