El neurocirujano José Joaquín Puello, nuestro apreciado y diligente maestro en la cátedra de Neurocirugía de la UASD, con mucha razón recientemente evidenció de manera pública el estancamiento en la terminación de la Ciudad Sanitaria Dr. Luis Eduardo Aybar. Los que conocemos los servicios de ese centro con una menor estructura, anhelamos que retome sus importantes roles clínico-quirúrgicos, ahora con una capacidad asistencial ampliada y moderna . No obstante, el objetivo de estas líneas es referirme, a otro aspecto que ha quedado en el vacío en la aludida ciudad sanitaria, se había acordado que el hospital dedicado a medicina interna sería designado con el nombre del gran guía del centro Nelson Astacio, y el de pediatría con el de Julio Manuel Rodríguez Grullón, organizador de los servicios de esa disciplina en esa institución. Tenemos informes oficiosos que se planea ignorar las designaciones de ambas entidades en homenaje a estos dos pilares de la medicina dominicana.

El maestro Nelson Astacio ya tiene un tiempo que partió hacia lo infinito, pero dejo un recuerdo imperecedero entre los que fuimos sus alumnos y colegas de oficio. Además de su enorme capacidad científica, fue un organizador y líder médico de generaciones. El doctor Marcos Charles, médico internista que ha ejercido con éxito en New York, fue su compañero de labores en el antiguo Morgan (Luis E. Aybar) y en sus memorias intitulada Destino inesperado, nos presenta la impresión que le merecía a sus contemporáneos a fines de la década de los cincuenta:

“El Dr. Nelson Astacio (El Chino Astacio, como le decíamos) siempre elegantemente vestido con un carisma sin igual, una calma excepcional, una elocuencia envidiable, una sonrisa contagiosa, un conocimiento de Medicina Interna y Cardiología como muy pocos y un liderazgo raras veces visto. Nelson desde el primer día se convirtió en un mentor, profesor y subsecuentemente uno de mis grandes guías y amigos, hasta su imprevisto e inesperado fallecimiento, que debo admitir sentí una gran tristeza”.  (Marcos Charles. Destino Inesperado.  Letra gráfica.  Santo Domingo, 2015. p. 207).

Conocí al Chino Astacio dos décadas después en las mismas condiciones, como mi brillante maestro de Semiología médica. En la sala clínica los estudiantes nos impacientábamos cuando era ingresado desde la emergencia un paciente grave con un infarto al miocardio, un ACV u otra patología delicada. Inmediatamente el maestro ordenaba tranquilidad, comentaba con su voz pausada que si el paciente y los familiares estaban desesperados, no podíamos nosotros seguir ese camino, nos correspondía  conservar la ecuanimidad para actuar con precisión de modo urgente, realizando una rápida anamnesis (interrogatorio) y  evaluación clínica buscando de inmediato un diagnóstico de impresión. A nivel médico lo más importante al evaluar el paciente es el diagnóstico, para continuar con el manejo terapéutico.

La prédica y la práctica del Chino Astacio fue un gran paradigma para muchos de nosotros, que nos iniciábamos en la exigente carrera médica.

Como gremialista también era excepcional, hasta el extremo que no solo presidió el gremio médico, sino que en medio de aquellas inolvidables jornadas huelgarías contra el balaguerato (que negaba el derecho a la salud a los dominicanos) por temor a un embargo por parte del Gobierno a las cuentas bancarias del gremio, todos sus fondos económicos eran traspasados a la cuenta personal de Nelson Astacio y también a la del inolvidable José Fanduiz, de los propietarios de la Clínica San Rafael, que más que empresario siempre fue un gremialista de primera línea. En aquellos momentos que los movimientos económicos eran con cheques, ellos estaban de modo permanente en las oficinas financieras para firmar los cheques y lograr no se paralizara en esos instantes difíciles el funcionamiento burocrático de la institución.

Sería muy prolijo si continuamos con las actividades del querido maestro, solo pretendemos se aclare el asunto del hospital que se honraría con su nombre. En principio fue señalado uno en construcción en Santo Domingo Norte, que se dijo estaría terminado en 2022, luego se determinó que sería el de medicina de interna de la Ciudad Sanitaria Luis E. Aybar donde laboró. Hoy recojo la inquietud de muchos médicos que consideramos este importante reconocimiento se trata de soslayar.

Julio Manuel Rodríguez Grullón, además de su gran capacidad como maestro meritísimo de pediatría, fue el responsable de establecer los servicios pediátricos en el Hospital Luis E. Aybar. Solo contaba con una médico ayudante, organizó el servicio de pediatría con los internos, en la emergencia y las salas, supervisándolos personalmente en las horas laborables habituales  y en los servicios.

Julio Manuel como les decimos cariñosamente, otro de los caciques del Hospital Aybar, maestro de la pediatría dominicana, también hematólogo. Su capacidad es extraordinaria, al igual que su estilo organizativo. Llegó a ese Hospital donde solo se prestaba asistencia a los adultos y organizó un servicio de pediatría que ha aportado tantos frutos, que se consideró el departamento tenía que ser elevado a la categoría de hospital, por la enorme demanda de servicios que ha logrado.

Por los afanes de Julio Manuel, finalmente no solo el hospital, sino toda esa importante zona de la Capital logró tener un servicio de pediatría eficiente, ahorrándole a millares de ciudadanos tener que abordar un vehículo de concho para trasladarse en largo recorrido de emergencia a mi inolvidable Hospital Infantil Dr. Robert Reid Cabral.

Se trata de un profesional de la salud muy afable, pero al mismo tiempo rígido en la organización, se echó al hombro establecer el servicio de pediatría en ese centro y lo logró, donde él se ha desempeñado como coordinador, supervisor y todo. Por sus dotes de excelente administrador en salud, fue el primero en dirigir el proyecto de la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar.

Julio Manuel además ha contribuido al desarrollo de la medicina dominicana no solo como pediatra-hematólogo con una labor eficientísima frente a los pacientes, y preparando generaciones de especialistas en su área, sino que junto a esa gran computadora médica humana que fue Mariano Defillo, crearon la revista científica Acta Médica Dominicana,  faro de luz para el desarrollo de nuestra medicina. Julio Manuel también es un destacado historiador, con importantes aportes  bibliográficos.

Ha sido un fervoroso gremialista, presidente del Colegio Médico y la Sociedad de Pediatría. Me recordaba el doctor Hipólito Medina (Morocho) aguerrido gremialista, cuando Julio Manuel ocupaba la presidencia del gremio y nosotros éramos del equipo radical de los «Shanghai», fue celebrada una reunión científico-gremial en un club del Seibo y reclamábamos un urgente plan de lucha por reivindicaciones y Julio Manuel  respondió invitándonos a que nos subleváramos en las lomas del Cabao, que estaban frente al local donde se desarrollaba la reunión. En aquellas lomas históricas donde  Ulises Heureaux  y los Azules derrotaron  a las huestes de Cesáreo Guillermo y Buenaventura Báez.

Con estas notas desaliñadas recojo los sentimientos de un grupo de médicos, que  observamos se ha estado postergando el reconocimiento a estos dos pilares de la medicina dominicana. Como debe ser, se ha planteado la urgencia de retomar la terminación de la sumamente importante Ciudad Sanitaria Dr. Luis E. Aybar, pero ha quedado en suspenso la designación de los hospitales de medicina interna y pediatría con los nombres de los beneméritos maestros Nelson Astacio y Julio Manuel Rodríguez Grullón.

Hacemos un llamado vehemente a las autoridades sanitarias, para que se cumpla con lo prometido en torno a los nombres de esos hospitales. Al Colegio Médico Dominicano, que se mantenga alerta ante cualquier cambio inesperado, como suele ocurrir en nuestro medio.