“Los revolucionarios seguimos haciendo la revolución aun después de muerto, cuando ya no tenemos voz para propagar las ideas, cuando ya no tenemos vida para empuñar el fusil, todavía nos quedan los huesos para que sirvan de bandera”. Amín Abel Hasbún*
El pueblo dominicano es rico y muy fructífero en tener fechas históricas y patrióticas en el transcurso de todo el año. Ha luchado toda la vida por la independencia, la soberanía y la libertad; contra imperios, sus verdugos y aquellos gobiernos que lo han reprimido, encadenado y eliminados sus mejores hombres y mujeres.
El 27 de febrero de 1844 se declara la Independencia de la República, sin olvidar el 16 de agosto de 1863 cuando la misma se sella a sangre y fuego. Y mucho antes de esas fechas históricas, ya nuestro pueblo había librado batallas contra los imperios que se disputaban el mundo. Un pequeño territorio donde se han escenificado las más hermosas epopeyas gloriosas para sobrevivir.
Existen múltiples motivos para conmemorar fechas históricas de acontecimientos, muertes y el día de nacimiento de nuestros héroes y mártires. Se coloca en un lugar especial el momento de dar a luz y los primeros respiros de la República, recordando de manera solemne a sus protagonistas y acompañantes del parto histórico.
Conmemorar una fecha histórica tiene sus bemoles. Se repite como un papagayo los relatos escritos por la clase dominante, a través de sus intelectuales, o se somete al pensamiento crítico para estudiar sus generalidades y particularidades, y extraer lecciones enriquecedoras. Recordar de memoria, repetición, contribuye a entorpecer el conocimiento y embrutecer a la población.
Caminar con un santoral en las manos, como los religiosos, para no olvidar las fechas históricas, natalicio y muerte de nuestros compañeros y camaradas idos a destiempo, produce tristeza y parte el alma. Su lucha y sacrificio no permite descuidar su memoria, ya que las condiciones de los trabajadores y la población de explotación, desigualdades, miseria y pobreza, siguen intactas.
Los compañeros y camaradas se olvidan cuando se abandona la revolución para acomodarse en las bondades capitalistas. No vale andar con un rosario en el cuerpo para recordarlos. Ellos lo dieron todo, incluso la vida, por el bienestar y felicidad de nuestro pueblo. El compromiso está en llegar a coronar, hasta cuando no nos queda más aliento.
Aunque es válido recordar héroes y mártires de la mejor manera de poder satisfacer el compromiso sagrado contraído con ellos, su memoria se mantiene con vida, trabajando permanentemente, sin dobleces, al pie del cañón, defendiendo sus ideales y propósitos.
El repetir como papagayo ha llegado al terreno de los revolucionarios. Las fechas históricas se avecinan en los meses de abril, mayo, junio, entre otros, y las programaciones están al pecho. Repetición todos los años del mismo programa, los mismos discursos y letanías, y hasta las mismas personas de siempre asistiendo, se reduce, cada día más, a los actos programados. No hay innovaciones de ningún tipo. Se quedan en un pasado emocional, dándole la espalda a un presente difícil que requiere la luz de nuestros héroes y mártires.
Creo, sin temor a equivocación, que hay que transformar la manera de honrar a nuestros héroes y mártires. Despejar cualquier manifestación de frustración, desengaño y cansancio, y entrar por el carril de adentro, con fuerza, para mantener ardiente la llama de la revolución, en honor a ellos. Los avances tecnológicos no deben quedar fuera en la preparación de los actos programados.
Estoy de acuerdo con honrar, organizando actos y publicar su legado, a nuestros héroes y mártires con espíritu crítico y autocrítico, de cara, sin voltearla, a nuestra realidad. Quedarse solo en el pasado, sin interrelacionarla con nuestro día a día y nuestras dificultades, es una forma improductiva que se diluirá con el tiempo.
¡El momento es de unidad y lucha, no hay mejor oportunidad para honrarlos, levantando la bandera unitaria que permite avanzar hacia el poder!
*Ingeniero civil graduado Summa Cum Laude en la UASD y dirigente revolucionario, del MPD. Asesinado por la Policía Nacional el 24 de septiembre de 1970.