En el marco del mes de la conmemoración del Holocausto  Judío (Shoá),  recordamos el ensañamiento del mal a través de una ideología fascista y totalitaria que destruyó la vida de más de seis millones de judíos europeos, entre ellos más de un millón y medio de niños; la tercera parte del pueblo judío, además de millones de personas de diferentes nacionalidades, minorías y grupos perseguidos, que desde el fatídico día de la Kristallnacht o "la noche de los cristales rotos",  fue un hecho  silenciado por la “civilización occidental’’ y los aliados del régimen nazista del III Reich.

 

En noviembre del año 2005, la Unesco proclama el 27 de enero Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, fecha de la liberación en 1945  del  campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, por la división de infantería de las  tropas soviéticas;  ratificando así su” compromiso de luchar contra el antisemitismo”.

 

Primo Levi, el gran escritor  judío del Holocausto, y  superviviente de  Auschwitz III-Monowitz, señalaba que Auschwitz representó "la industrialización de la muerte a una escala inimaginable". Todavía,  hoy  es incomprensible, cómo pudo suceder esto:  la aniquilación sistemática, masificada  y planificada a través de fusilamientos masivos, inanición, muertes por gaseo, y  que incluía experimentos genéticos y  eugenésicos,  así como la apropiación de todos los bienes materiales y espirituales de la población judía, que  abarcaba incluso todo  aquello que se  podía sustraer y reutilizar  de los cuerpos ya sin vida.

 

Contradictoriamente, el infierno humano desatado por Adolf Hitler durante la II Guerra Mundial  en la “ moderna civilización europea del siglo XX”,   lo estamos experimentamos como un déjà vu  recurrente en esta posmodernidad líquida del siglo XXI: la intensificación del antisemitismo ha experimentado nuevas modalidades de expresión que van desde la postura abierta y discriminatoria de artistas populares y agrupaciones políticas,  ataques a transeúntes judíos en las calles o en el transporte público,  atentados a  sinagogas e instituciones judías, utilización de símbolos nazis,   satanización  hacia el Estado de Israel;   o  la prohibición del uso del kipá (solideo usado tradicionalmente por los varones judíos)   en  cumplimiento de La ley sobre la laicidad (Ley n° 2004-228 del 15 de marzo de 2004),  implementada por la Francia de los Derechos Humanos, por muy paradójico que parezca.

 

Por otra parte, es cada vez mas preocupante, la existencia de movimientos negacionistas que tergiversan o relativizan  la realidad del holocausto y la memoria histórica  de lo ocurrido. En este sentido,  Hanna Arendt, subraya :  "El sujeto ideal del gobierno totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para quienes la distinción entre realidad y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, las normas del pensamiento) ya no existe."

 

En el año 2022,  la  Onu dando una fuerte señal de unidad,  aprobó la   Resolución A/76/L.30   sobre la Negación del Holocausto, el documento en términos generales, "rechaza y condena sin reserva alguna toda negación, ya sea total o parcial, del Holocausto como hecho histórico", Insta a los Estados Miembros a que “elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir nuevos actos de genocidio y, en este contexto, encomia a la Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto”,   insta  a los ”Estados Miembros y a las empresas de medios sociales a que tomen medidas activas para combatir el antisemitismo y la negación y la tergiversación del Holocausto por medio de las tecnologías de la información y las comunicaciones y a que faciliten la denuncia de ese tipo de contenido”;   asimismo, “solicita al programa de divulgación de las Naciones Unidas sobre el Holocausto y a todos los organismos especializados competentes de las Naciones Unidas que sigan ideando e implementando programas para contrarrestar la negación y la tergiversación del Holocausto y que promuevan medidas para movilizar a la sociedad civil, e invita a todas las partes interesadas pertinentes, entre otras los Estados, los parlamentos, el sector privado y el mundo académico, a que comuniquen a la sociedad la verdad de los hechos del Holocausto y la importancia de las enseñanzas que ha dejado a fin de contrarrestar su negación y tergiversación y, así, prevenir nuevos actos de genocidio”.

 

En este presente distópico en el que vivimos, es nuestra responsabilidad individual y de país rememorar este hecho histórico encauzando nuestras políticas educativas  hacia la construcción de una cultura de respeto hacia el otro, combatiendo el racismo, el antisemitismo y la xenofobia, de lo contrario estaremos  perpetuando  los mismos hechos políticos e ideológicos  que provocaron la masificación demoníaca del prejuicio y el odio, para la concretización del  exterminio del pueblo judío; sin duda alguna,  el  capítulo más  deshonroso y perverso de la historia de la humanidad.