Gian Lorenzo Bernini                                                                                                          Francesco Borromini

Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) y Francesco Borromini (1599-1667), las dos grandes “B” de la arquitectura barroca, no sólo son famosos por las magníficas obras de arte que legaron a la cultura universal, sino también por la rivalidad artística y personal que mantuvieron a lo largo de sus vidas.

Nacieron en extremos opuestos de la península italiana y no podían ser más diferentes. Bernini había nacido al sur, en Nápoles, era hijo de un escultor, fue artista favorito de los siete papas, dirigió un enorme taller, era simpático y amigable y mantuvo excelentes relaciones con sus clientes. Borromini, en cambio, provenía de Bissone, un pueblito al norte de Italia que actualmente pertenece a Suiza, hijo de un cantero, era solitario, melancólico, impulsivo, rencoroso y de mal genio, solía trabajar solo y lentamente y enfrascarse en interminables disputas relacionadas con sus encargos.

Se cruzan por primera vez en la continuación de los trabajos de decoración en la Basílica de San Pedro en el Vaticano llevados a cabo por el arquitecto Carlo Maderno, tío y tutor de  Borromini. El Papa Urbano VIII escoge a Bernini, un joven escultor que apenas había trabajado como arquitecto, para realizar el grandioso baldaquino de bronce en el altar mayor. Con esta obra queda de manifiesto la excelencia creativa de Bernini, dejando en el olvido los estudios técnicos y los cálculos que había realizado Borromini para que esa magna obra no se viniera abajo.

L. Bernini, Baldaquino del altar mayor de la Basílica de San Pedro en el Vaticano

Desde este momento la figura de Bernini estará siempre presente en la vida de Borromini. A la muerte de Maderno el puesto de arquitecto pasa a manos de Bernini, por lo que Borromini no tiene más opción que ponerse a sus órdenes y formar parte de su equipo como un simple asistente, cobrando diez veces menos que su rival.

La paciencia de Borromini se acaba y comienza su carrera en solitario. En 1638 construye la iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes, una joya de la arquitectura barroca, llamando por fin la atención de Roma.

Borromini, Iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes

Mientras tanto Bernini está trabajando en el campanario de San Pedro.  Rechaza los planos originales de Maderno a pesar de las críticas y advertencias de Borromini sobre el peligro que estos cambios podrían provocar. Efectivamente, el campanario se agrieta y el nuevo Papa Inocencio X ordena a demolerlo.

A raíz de este fracaso de su rival, Borromini gana la confianza del nuevo pontífice y comienza el ascenso de su carrera.

Mientras tanto, Bernini se dedica a la escultura creando su obra maestra, El Éxtasis de Santa Teresa, con lo que recupera la benevolencia del Vaticano y consigue el encargo para realizar la Fuente de los Cuatro Ríos en la Plaza Navona, obra que incendia de nuevo la enemistad entre los dos artistas, pues la idea original era de Borromini.

L. Bernini, Éxtasis de Santa Teresa

Para el colmo dos años más tarde Borromini construye la iglesia de Santa Inés en la misma plaza, justo enfrente de la fuente.

Fuente de los Cuatro Ríos y la iglesia de la Santa Inés, Plaza Navona, Roma

El enfrentamiento entre ambos artistas se había vuelto ya proverbial y se convirtió en una fuente inagotable de todo tipo de anécdotas. Una de ellas, por ejemplo, afirmaba que la figura del Río de la Plata tiene la mano levantada para protegerse de la próxima caída del edificio de Borromini y la del río Nilo esconde su cabeza bajo un velo para no verlo.

Borromini respondió a esta ofensa agregando una estatua de Santa Inés en la base del campanario derecho. La mano cruzada en el pecho simbolizaba la preocupación por la resistencia de la fuente de para soportar el peso del obelisco colocado en su centro.

Campanario de la iglesia de Santa Inés

Otro singular episodio de la rivalidad enfermiza entre ambos artistas tuvo como escenario el Palacio de la Propagación de la Fe en la Plaza España en Roma. Tras la muerte del Papa Urbano VIII, el encargo recayó en Borromini en lugar de Bernini. Borromini no pudo resistir la tentación y para echar sal a la herida esculpió dos orejas de burro en una de las paredes del edificio. Bernini, quien vivía justo al lado del palacio, le respondió a esta provocación tallando un falo en el alero de su casa dirigido hacia Borromini. Por el respeto a la decencia pública, ambos tuvieron que destruir sus “bromas “.

Con la llegada del Papa Alejandro VII el breve triunfo de Borromini llega a su fin. Bernini de nuevo es el favorito, su fama trasciende fronteras y es contratado para realizar la ampliación del palacio del Louvre en Francia.

Con la popularidad de Bernini creciendo constantemente, la depresión y la inestabilidad de Borromini iba en la misma proporción. El 2 de agosto de 1667 Borromini decide suicidarse y elige un extraño y patético modo para hacerlo. Tratando de recrear la muerte del senador romano Catón el Joven se arrojó sobre su propia espada e igual que aquel, no murió inmediatamente sino que estuvo agonizando hasta el siguiente día.  Él mismo escribió: “…recordé que tenía una espada en el respaldo de la cama, en mi impaciencia por tener una luz tomé la espada, que cayó de punta junto a mi cama. Caí sobre ella con tal fuerza que terminé atravesado en el piso”.

A pesar de haber construido una capilla en la Iglesia de San Carlos en las Cuatro Fuentes para sus propios restos, a causa de su suicidio fue enterrado bajo una humilde lápida en la Iglesia de San Juan de los Florentinos. Bernini le sobrevivió trece años y fue enterrado con todos los honores en una de las principales iglesias de Roma, la Basílica de Santa María la Mayor.

Hoy podemos disfrutar de las creaciones de estos dos geniales artistas, impulsadas por su famosa rivalidad. ¿Serán ciertas todas las fábulas que la rodean? Quién sabe. Sólo quedan historias tras la historia.