03

Oficialmente el impresionismo se inicia en 1874, con la primera exposición pública del grupo en la que fue presentado el cuadro de Claude Monet Impresión, Sol naciente pintada en 1872. Pero seis años antes el artista creó una obra que lo establece como líder de este emergente movimiento y en la que se ponen de manifiesto dos de sus principales características: la pintura al aire libre y el estudio de la luz solar y sus reflejos.

Se trata de Las Mujeres en el jardín. Monet utilizó un lienzo de gran formato (2.55 por 2.05 metros), tradicionalmente reservado para temas épicos, para crear en su lugar una escena íntima de cuatro mujeres vestidas de blanco a la sombra de los árboles en un jardín.

C.-Monet-Las-mujeres-en-el-jardin-1866-592x728
Monet, Las mujeres en el jardín, 1866

Fue iniciado en el verano de 1866 en el jardín de una casa alquilada por el artista en el suburbio parisino de Ville-d-Avray. Profundamente endeudado, Monet tuvo que huir de sus acreedores en agosto y no pudo terminar el cuadro.

Siguió trabajando en su taller y lo terminó al año siguiente, pero la mayor parte del trabajo tuvo lugar directamente al aire libre renunciando a pintar cuando no había suficiente iluminación solar. “Me lancé en cuerpo y alma al aire libre. Fue una innovación peligrosa. Hasta entonces nadie se había permitido nada, ni siquiera [Édouard] Manet, que sólo lo intentó más tarde, después de mí”, – dijo el artista en una entrevista en 1900. Efectivamente, Monet y sus compañeros popularizaron el concepto de plein air durante la década de 1860, especialmente después de la invención de la pintura prefabricada que podía almacenarse en tubos de metal para facilitar su transporte.

Es una de las primeras obras en las que se empleó la técnica de manchas. En lugar de utilizar pinceladas lisas y definidas para representar detalles, Monet optó por pinceladas sueltas y rápidas que daban una sensación de espontaneidad. Esta técnica impresionista permitía mayor rapidez en capturar la luz, el color y la atmósfera constantemente cambiantes.

2
Monet, Las mujeres en el jardín, detalle

El objetivo del joven Monet era lograr integrar personajes en un paisaje, dando la impresión de que el aire y la luz circulan entre ellos. Los imprecisos rostros de las mujeres no se pueden considerar como retratos. Realmente ellas son mera excusa para que el artista pueda llevar a cabo una profunda experimentación lumínica. El verdadero protagonista de la obra es la luz solar que se filtra a través del follaje e incide en los rostros, el cabello, la piel y los vestidos blancos de las damas.

3-485x728
Monet, Las mujeres en el jardín, detalle

Emile Zola escribió en su informe sobre la obra enviada al Salón del 1867: "El sol caía a pique encima de las faldas de una deslumbrante blancura; la tibia sombra de un árbol recortaba sobre los caminos, sobre los soleados vestidos, un gran mantel gris. Nada más extraño como efecto. Ha de gustarle mucho a uno su época para atreverse a semejante proeza, de los tejidos recortados en dos por la sombra y el sol".

Monet había utilizado una paleta de colores brillantes y vibrantes, eliminando el negro, otra novedad, y sustituyéndolo con combinaciones de tonalidades azuladas y malvas.

Pero además de las innovaciones técnicas, la realización de la obra se convirtió en toda una hazaña para el joven pintor con apenas veintiséis años y bolsillos vacíos.

Para poder trabajar en un espacio abierto y alcanzar la parte superior del cuadro, el pintor tuvo que cavar una profunda zanja y fabricar un sistema de poleas que permitían subir o bajar el lienzo según fuera necesario.

4-728x325
Monet, Las mujeres en el jardín, detalle

Las cuatro mujeres en realidad es una sola. Simplemente Monet no podía darse el lujo de contratar cuatro modelos diferentes. La que posó para cada una de las cuatro figuras con cuatro vestidos diferentes fue Camille Doncieux, su musa y su futura esposa.

5-486x728
Monet, Las mujeres en el jardín, detalle

Monet envió la obra al Salón de París de 1867, pero fue rechazada por el jurado, a quien no le gustaron las pinceladas visibles, según ellos signo de carencia de rigor profesional, ni la falta de un tema monumental. "Demasiados jóvenes no piensan más que en continuar en esta abominable dirección. ¡Ya es hora de protegerlos y salvar el arte!”, – declaró un juez sobre el cuadro.

El amigo y también pintor Frédéric Bazille lo compró por dos mil quinientos francos pagaderos en plazos mensuales, como una forma de ayudar a su colega en una situación económica difícil. En 1921, cuando el gobierno francés estaba negociando la distribución de sus obras, Monet exigió y recibió doscientos mil francos por el cuadro que fuera una vez rechazado. Ahora forma parte de la colección permanente del Museo de Orsay de París.