Desde mi Observatorio de la Ciudad Primada de América me dirijo, en mi decimoquinta crónica, a todos mis improbables lectores con el interés de hablarles de la creación y evolución de un lenguaje internacional que se ha impuesto en nuestras comunicaciones cotidianas. Me estoy refiriendo al uso de los emoticonos, emojis o emoticones.

Quizás no sea fácil que reparemos en la relevancia que han adquirido en la Sociedad, por lo informal de su uso y por su carácter sencillo. A pesar de ello la realidad constata que el uso de los emoticonos (esas diminutas imágenes que representan estados de ánimo, situaciones y elementos de todo tipo, que pueden ser entendidas por personas de cualquier lugar) se ha impuesto en la mayoría de franjas de edad, para transmitir ideas de forma rápida en nuestras comunicaciones escritas diarias.

El ser humano, por naturaleza, usa aquellos instrumentos y medios que le facilitan realizar cualquier actividad (ya sea física o intelectual). En el caso de la comunicación, los emoticonos vienen a sustituir el uso de frases y palabras por lo que hace que la comunicación escrita sea mucho más rápida. Ahí radica su gran popularización y éxito.

Inicialmente, los primeros en usar dichas miniaturas fueron los más jóvenes. Posteriormente, por imitación las personas de mayor edad fueron asumiendo su uso hasta estandarizarlo como un medio de comunicar ideas de todo tipo.

Un paso más avanzado lo supuso cuando se introdujo comenzó a usarse la combinación de varios emoticonos para expresar ideas más complejas, sin requerir el uso de palabras. Al unirse dos o más emoticonos se comenzó a usar un auténtico lenguaje visual que permite comunicar de manera sintética ideas al estilo de los jeroglíficos del Antiguo Egipto.

Los primeros emoticonos o emojis surgieron como un resultado o evolución natural de usar conjunciones de signos comunes de la escritura para representar (de forma simbólica y sin palabras) las emociones humanas en los mensajes de texto. Por lo anterior, inicialmente, aparecían en la pantalla como el resultado de conjunciones de signos.

Aunque no se sabe con seguridad cual fue el primer emoticono o emoji de la Historia, si existe el consenso en cuanto al momento en que dichos elementos se comenzaron a popularizar. Fue en 1999, cuando el diseñador japonés Shigetaka Kurita realizó un paquete de 176 emojis para su uso por la compañía de móviles Docomo. Por su valor artístico, en la actualidad forma parte de la colección permanente del prestigioso Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).

Con el paso del tiempo, y la popularización del uso de los emoticonos a nivel internacional, se percibió el problema de que no existía una entidad que regularizase y estandarizase los emoticonos. Para dar respuesta a esa necesidad surgió el Unicode Consortium. Dicha entidad, desde el año 2010, es el ente regulador que determina qué es un emoji y qué no. En la actualidad, existen más de 3.000 emojis oficiales, reconocidos y usados por Unicode.

Como escritor, historiador y librepensador, no tengo una visión crítica o negativa del uso de los emoticonos. Quizás les sorprenda que así sea, por ello explicaré mi postura. Los emoticonos son una expresión de la creatividad y la libertad del ser humano para crear sistemas de comunicación que son efectivos y útiles para el uso que se les pretende dar.

Por otro lado, considero que el uso de dichos signos no pondrá en peligro la escritura tradicional ni la lectura de libros (en sus diversos tipos de formatos) por ello nadie debería preocuparse en tal sentido.

Para terminar, creo que es muy interesante adoptar un enfoque abierto para su análisis y considerar el análisis de su uso como un medio asentado en nuestra realidad cotidiana y un nuevo elemento de la Cultura Popular Internacional.