Desde la confirmación del pasado el mes de octubre de 2023 de la disposición de Kenia de cumplir con el requerimiento del Consejo de Seguridad de la ONU, de liderar una fuerza policial multinacional que apoye los esfuerzos de estabilización de la República de Haití, hasta el día de hoy han transcurrido casi nueve meses de arduo y complicado parto. Todo esto en el escenario internacional y doméstico más complejo e incierto en el hermano país matizado por una clara crisis de credibilidad de su liderazgo político. Como parte de este escenario de incertidumbre se suma la atención que ha suscitado el conflicto de oriente próximo y su escalada regional luego de los atentados de Hamas en Israel (también en octubre) y de la dramática respuesta dada por el Estado de Israel al ataque terrorista. Más aún, la guerra en Ucrania se ha convertido en un conflicto cronificado con serias implicaciones globales.

De forma concreta un factor nada despreciable ha sido  la parálisis norteamericana  ante la crisis haitiana como causa y efecto  de un complicado y extenso ciclo pre-electoral y electoral.  No es cierto que, como parte del cálculo político en medio de la crispación ideológica norteamericana, podía ser factible enviar tropas a suelo haitiano. La muerte de un sólo soldado norteamericano en medio de un conflicto brutal por el control territorial de las bandas se antoja un costo muy elevado equiparable y si no más, a la batalla de Mogadiscio de 1993 en el cuerno de África que marcó la política exterior de la administración Clinton con respecto a conflictos asimétricos en estados fallidos.  En un escenario interno en el que el más elemental consenso bipartidista en política exterior ha sido hecho añicos por el ala más conservadora y radical del trumpismo republicano, la administración Biden no prevé en el corto plazo exponer tropas norteamericanas, sobre todo considerando posibles escenarios contingentes para los que tienen que reservarse, incluyendo los posibles desenlaces de la misión keniana en Haití.  Por supuesto que los Estados Unidos forman parte de la misión suministrando apoyo económico, logístico y de inteligencia y es lo menos que pueden hacer en su patio trasero del Caribe, con una avanzadilla rusa en el puerto de La Habana y a poco tiempo de Santiago de Cuba.

Kenia ha sido solidaria y ha respondido no sólo al requerimiento norteamericano, sino también la ingente labor del Estado dominicano a favor de una intervención internacional que estabilice Haití. Debe reconocerse que el Estado dominicano, su cancillería, han sido coherentes y la labor del presidente Abinader destacada. Por tanto,  se agradece más allá del espíritu del panafricanismo la solidaridad de Kenia.

Ahora bien, esa misión no es suficiente y se requiere otra misión más de tipo técnica y de apoyo logístico del lado de la frontera dominicana. Se que estas palabras se pueden tergiversar, pero así es siempre. Dos posibles escenarios se pueden vislumbrar y en esos dos escenarios la misión de la misión es igual de necesaria. En un primer escenario, la misión keniana que inicia en estos días es exitosa y puede enfrentar de modo eficiente a las bandas haitianas y ganar control del territorio para el Estado haitiano. En este primer escenario se debe esperar que las bandas haitianas extiendan sus operaciones de distintas maneras a la frontera y que intenten ganar espacio en el territorio dominicano. Se debe estar atento a las señales.  El lado dominicano de la frontera está despoblado.  Sería ingenuo pensar que las bandas haitianas no tienen presencia en el país, lo que hacen a muy baja escala e intensidad dada la vigilancia y labor de inteligencia electrónica que presumiblemente lleva a cabo el Estado Dominicano. No obstante, que no haya dudas de la presencia sutil de las bandas como refugio y lugar de seguridad y posible destino de inversiones y operaciones inmobiliarias. La frontera es extensa y porosa y los días y noches muy largos, por lo que no se pueden descartar operaciones de infiltración basada simplemente en aprovechar las horas de baja de la vigilancia de la frontera. En este primer escenario de éxito de la misión, el estado Dominicano necesita asistencia técnica, financiera  y militar. Posiblemente la esté recibiendo, pero en todo caso, en cualquier caso, se requiere de recursos y capacidades para mantener a raya a las bandas haitianas y considerando el elevado esfuerzo financiero que supone para el estado la vigilancia efectiva de la frontera.

En un segundo escenario la misión keniana va a la deriva. Escasez de recursos y capacidades, limitado apoyo financiero, la división política al interior del gobierno de Kenia y una baja o poco eficiente u oportuna  asistencia internacional, combinados con  una resistencia de las bandas mucho mayor de la esperada, puede complicar mucho más el teatro de operaciones. En ese escenario la seguridad de la frontera se puede tornar aún más precaria y el estado dominicano con los recursos limitados de los que dispone, tendría que batallar en varios frentes.  La modesta llegada de las tropas kenianas (con un bajo despliegue de capacidades militares),  no es buena señal y puede enviar un mensaje equivocado a las bandas.  En este segundo escenario, la misión de la misión es igualmente indispensable.  Las capacidades militares dominicanas son modestas y la frontera dominico-haitiana muy compleja. En un escenario de deriva de la misión keniana, el frágil equilibrio de seguridad de la frontera puede deteriorarse muy rápidamente.

Por último, quiero pensar que el despliegue de las tropas está muy bien pensado y planeado y que en paralelo el Estado dominicano ha tomado las salvaguardas especiales que el inminente despliegue de tropas kenianas supone para la frontera dominico-haitiana. Quiero además pensar que nuestro liderazgo político-militar no ha sido ni será tomado desprevenido  en un teatro de operaciones que ya es multinacional y complejo y en el que convergen intereses muy opacos. Quiero pensar que no sólo los dos escenarios  descritos han sido considerados, sino también otras situaciones contingentes que pueden representar amenazas de mediano y largo plazo.  Una misión para la misión puede ser crítica para el éxito de la primera.  El racional más evidente es que la seguridad de la frontera dominico-haitiana es cuestión de seguridad nacional para los Estados Unidos.  Todos los éxitos a la misión keniana en Haití y que marque inicio de una mejor etapa para el hermano país.