(Proyecto por la memoria histórica Raúl Pérez Peña (Bacho), auspiciado por sus hijos Juan Miguel, Amaury y Amín Pérez Vargas)

El Observatorio sobre Memoria Colectiva del INISE de la UASD está compilando un listado de estudiantes universitarios mártires de distintas épocas de nuestra historia, como Pedro Narciso Sosa, para incluirlos en el Bulevar del Estudiante en Santo Domingo, a los fines de que este espacio pueda servir a su vez como un lugar de memoria.

La noche del viernes 20 de agosto de 1966, se dejó una huella imborrable en la comunidad de Altamira, Puerto Plata, cuando fue asesinado el joven estudiante universitario Pedro Narciso Sosa. Este crimen debe ser comprendido en el marco del régimen sanguinario de Joaquín Balaguer y en la turbulenta etapa que siguió a la intervención norteamericana de 1965.

Según la noticia publicada en el periódico El Caribe del 21 de agosto de 1966, firmada por el periodista Domingo Saint-Hilaire, Pedro Narciso Sosa estaba identificado como “constitucionalista” por lo que su asesinato formaría parte de una larga lista de crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado dominicano. Esto seguía el mandato establecido por los yanquis, durante ese oscuro período de nuestra historia en donde diariamente se buscaba silenciar la disidencia y perpetuar un régimen autoritario.

A partir de los relatos de quienes le conocieron, Sosa era un estudiante apasionado que luchaba por un futuro más justo y democrático para nuestro país.

La noche de su asesinato, se encontraba acompañado por Josefina Abreu. Ambos viajaban en un carro conducido por Ramón Evaristo Núñez Acosta, cuando efectivos de la Policía Nacional, entre quienes estaba un cabo y un raso bajo el mando del sargento Gilberto A. Cabrera Arias, les persiguieron, iniciando poco después un intenso tiroteo que alcanzó al joven estudiante, causándole la muerte instantáneamente.

Este trágico incidente, no solo le arrebató la vida a un joven lleno de potencial, sino que también dejó amigos y familiares devastados por la tragedia.

La persecución de aquellos identificados como constitucionalistas, se convirtió en una práctica común, en la cual la brutalidad policial se ejerció sin piedad bajo el clima de terror que impusieron los yanquis en el país, por vía de su lacayo gobernante Joaquín Balaguer, a los fines de dejarnos establecido su sistema económico y modelo “democrático”.