De principio a fin, la Guerra Fría se constituyó  en una larga etapa de terrorismo de Estado en contra de sectores revolucionarios, estudiantiles, antirracistas, feministas, gremiales y otros sectores democráticos en lo ancho y largo de nuestro planeta.

Al frente de las campañas anticomunistas y contrarrevolucionarias en todo el planeta se encontraban civiles y militares sin escrúpulos comprometidos hasta el tuétano en mantener a flote el sistema capitalista y la expansión imperial.

Una de las figuras claves del terrorismo de estado y de la política imperialista impulsada por los Estados Unidos durante la Guerra Fría fue Henry Kissinger (1923-2023) quien llego a la edad de 100 años sin haber sido llevado a juicio por su largo historial de crímenes de guerra.

Desde la década de los años 70, Kissinger fue señalado por organizaciones de derechos humanos como ejecutor y cómplice de crímenes de guerra en países donde grandes segmentos de la población se movilizaron en claro desafío a la dominación imperialista y el poder de las élites locales.

Kissinger no fue un simple funcionario o burócrata. Frío y calculador, Kissinger jugó un rol estelar en la maquinaria de terror anticomunista a nivel mundial a causa de su abierto compromiso con la visión de expansionismo imperialista y capitalista de los EE.UU. partiendo de un feroz anticomunismo y su habilidad como estratega político y militar. Fungió como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de los EE UU bajo los gobiernos republicanos de Richard Nixon y Gerald Ford, y fue ante todo, la figura principal de las políticas imperialistas de 1960 hasta 1970.

El legado y nombre de Kissinger está permanentemente asociado a algunos de los crímenes más notables de la política exterior impulsada por la clase política en Washington:

  • Atentados en Camboya (1969-1970): La campaña secreta o encubierta de bombardeos de Kissinger y el presidente Richard Nixon en Camboya, dirigida a refugios de vietnamitas, provocó numerosas bajas civiles y desestabilizó la región.
  • El golpe de Estado en Chile (1973) bajo la administración republicana de Nixon: Kissinger apoyó el golpe militar que derrocó al presidente de izquierda Salvador Allende, lo que condujo a una sangrienta dictadura bajo Augusto Pinochet y a la pronta erosión de avances democráticos y populares.
  • Pakistán (1971): El apoyo de Kissinger al régimen militar de Pakistán durante la Guerra de Liberación de Bangladesh provocó una serie de abusos generalizados que atentaron en contra de los derechos humanos, siendo la población civil la principal víctima de este hecho.
  • La guerra de Vietnam (1955-1975): La participación de Kissinger en la Guerra de Vietnam, particularmente su apoyo a la invasión de Camboya y el bombardeo de la ciudad de Hanoi, contribuyó a la prolongación del conflicto y a las bajas resultantes.
  • El periodo de terrorismo de Estado en Argentina conocido como la “Guerra sucia” (1976-1983) durante la presidencia de Ronald Reagan: el apoyo de Kissinger a la junta cívico-militar durante el periodo de la "guerra sucia" en contra disidentes políticos (revolucionarios, peronistas, sindicalistas, guerrilleros e intelectuales) provocó miles de desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales.

Hoja de servicio imperialista

En un artículo aparecido en la revista Rolling Stone titulado “Henry Kissinger, criminal de guerra amado por la clase dirigente estadounidense, finalmente muere”, Spencer Ackerman escribió estas líneas que podrían ser parte de la larga hoja de trabajo imperialista de este criminal de guerra:

“El historiador de la Universidad de Yale Greg Grandin, autor de la biografía Kissinger’s Shadow (La sombra de Kissinger), estima que las acciones de Kissinger entre 1969 y 1976, un período de ocho breves años en los que Kissinger dirigió la política exterior de Richard Nixon y luego la de Gerald Ford como asesor de seguridad nacional y secretario de Estado, significaron el exterminio de entre tres y cuatro millones de personas. Eso incluye “delitos de comisión”, explicó, como en Camboya y Chile, y de omisión, como dar luz verde al baño de sangre llevado a cabo por Indonesia bajo la tiranía del dictador General Suharto en Timor Oriental, antigua colonia portuguesa; al baño de sangre de Pakistán en Bangladesh; y la inauguración de una tradición estadounidense de utilizar para su propio beneficio a los kurdos y luego abandonarlos a su suerte.”

Ni perdón ni olvido

A pesar de haber pertenecido al Partido Republicano, Kissinger mantuvo buenos lazos de colaboración y amistad con la dirigencia del Partido Demócrata, la otra bisagra de las políticas imperialistas de los EE UU. Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata han sido cómplices en la implementación de una política exterior reaccionaria, neocolonialista y anticomunista con miras a servir los intereses económicos y geopolíticos del imperialismo y el Gran Capital.

Ni perdón ni olvido. Es crucial que las nuevas generaciones provenientes de pueblos y naciones víctimas del garrote de la política exterior estadounidense forjen unidad y juntos reclamen justicia, reparaciones y transformaciones políticas a través de la denuncia pública, la preservación de la memoria histórica y la movilización social. Dentro de ese marco reiteramos el rol contrarrevolucionario que jugó Henry Kissinger, criminal de guerra que gozó en todo momento de la protección de Washington y sus aliados en Europa y otras partes del mundo.