I
Me pregunto si estamos a tiempo. Para las Izquierdas dominicanas en las elecciones del 24, quiero decir. ¿Están las izquierdas y el progresismo a tiempo?
Ciertamente lo está para que aparezcamos en las boletas, con candidatos y candidatas en algunas localidades del país
Y para presenta candidaturas presidenciales, al Congreso (en algunas provincias), a las alcaldías (algunas), a regidurías.
Y para acordar una propuesta de programa al país.
Y para que aparezcamos en algunas encuestas.
Para enviar delegados a colegios electorales (algunos).
Para aparecer en uno que otro medio de los “grandes”.
Y en las redes…
Es decir, estamos listos para poder decir que participamos en elecciones.
Y para de nuevo cosechar resultados algún resultado, suponemos que magros, escasos, marginales.
Y para luego evaluar (y lamentar) resultados.
Para todo esto sí que hay tiempo, diríamos que de sobra…
II
¿Y en cambio para hacernos activamente presentes en los colegios electorales de todo el país?
¿Tenemos tiempo para batir y debatir en la población propuestas de cambios serios, diferenciados, de esos que apuntan en la dirección de cambiar la sociedad?
¿Y para el uso intenso de los medios, incluidas las “redes”?
¿Y tiempo para incrementar significativamente los caudales de votos, respectos de anteriores procesos?
¿Y garantizar presencias de algún peso en los órganos electivos del Estado, nacionales y locales?
¿Hay, en suma, disponibilidad de tiempo para auto-superarnos, tomar con ganas e inteligencia las elecciones como momento especial para construir poder?
Me temo que no: que para esto es ya muy tarde, demasiado tarde. Penosamente tarde. Otra vez tarde.
III
Hablamos del tiempo porque es lo que se nos presenta como dato más próximo, medible, pautado por los calendarios, pero en el fondo el tema no es el tiempo en tanto paso implacable de días, meses, años; el verdadero tema es lo que hemos hecho y estamos haciendo en ese transcurso. Hasta la más barata filosofía nos dice que las cosas no pasan gracias al tiempo sino sólo en el tiempo.
Como hemos dicho en otras partes (ver, por ejemplo, Política criolla: La “aporía” de los pequeños. Acento.com.do, 2013), son el diseño y ejecución de estrategias fuera y antes de la vorágine electoral lo que puede situar a las agrupaciones pequeñas (en especial de las anti-sistema) en condiciones de sacar algún provecho a estos procesos.
Y nada ha pasado ni apunta a pasar en los próximos meses para cambiar el estado actual de las izquierdas y el progresismo dominicano.
Por este camino, puede que tampoco haya “tiempo” para el 2028, de no cambiarse radicalmente el ritmo o, más exactamente, la visión y sentido estratégico de nuestra práctica (verbigracia, las hoy pobrísimas estrategias de expansión y crecimiento y de comunicación, para solo mencionar dos líneas de acción).
IV
Sí que hay algo para lo que siempre hay alguna posibilidad: evitar lo peor y obtener, después de todo, algún progreso, por pequeño que sea.
¡Al menos esto! Algo es algo. Porque después de mayo del ’24 habrá más tiempo. Ojalá que sepamos hacer en él algo mejor…