Con Gaza en el corazón
Realmente desconocemos la magnitud y las influencias que los sentimientos ejercen en nuestros órganos y sistemas. Casi en la totalidad de ellos existe un vínculo estrecho entre nuestras pulsiones, necesidades fisiológicas y emociones. En esta ocasión, vamos a reflexionar brevemente sobre las causas y consecuencias de los desajustes alimentarios y el factor emocional.
Para explicarlo brevemente, el hambre es una necesidad fisiológica, mientras que el apetito es un impulso instintivo. La saciedad, la capacidad de sentirnos llenos, está estrechamente relacionada con nuestras necesidades de energía y nuestro estado de ánimo. Todas estas funciones son competencia del sistema nervioso central, particularmente del hipotálamo, que es responsable de regularlas. Por ello, la obesidad debe abordarse desde varias esferas, principalmente la nutricional, que incluye nuestros hábitos alimenticios, estilo de vida, factores endocrinológicos, edad y estado emocional.
La obesidad ya está siendo considerada una enfermedad, es la gran epidemia del mundo desarrollado. Los hábitos de nuestra época, el sedentarismo, el aislamiento social y diversas disfunciones nos llevan a adoptar un estilo de vida muy perjudicial, en el que la acumulación progresiva de peso se convierte en un gran problema de salud.
El sentido de saciedad, de sentirnos satisfechos con la comida, está íntimamente vinculado con el placer que nos brinda comer, además de ser una necesidad fisiológica vital. La polifagia, o el comer en exceso, es una manifestación de una necesidad afectiva.
Aunque los factores endógenos y exógenos de la obesidad están claros, cada caso es único y debe abordarse individualmente. Las circunstancias que afectan a las personas con obesidad pueden ser tanto colectivas como personales.
La forma en que gestionamos la ansiedad y el estrés vital, así como nuestra relación con la comida, revela mucho sobre nuestro equilibrio, ya sea que nuestro apetito sea excesivo o insuficiente. Lo cierto es que, sin importar la circunstancia que nos afecte, debemos ser conscientes de que el exceso de cualquier cosa siempre será perjudicial.
Revisemos, pues, nuestro estilo de vida, la cantidad de actividad física que realizamos y seamos conscientes de la importancia de la alimentación como medicina para prevenir enfermedades y mantener una óptima calidad de vida, tanto física como psíquica.