«He tratado de entender la ausencia de interés de los gobiernos haitianos por la región fronteriza desde los acuerdos de enero de 1929 entre los presidentes Horacio Vásquez y Louis Borno. La inauguración de la ciudad de Belladère el 31 de octubre de 1948, bajo el gobierno del presidente Dumarsais Estimé, fue una sorpresa. Luego, muy accidentalmente, la frontera estuvo en la agenda de nuestros líderes…» Conversando con mi vecina y periodista, Graciela Cuevas, el 21 de febrero

Muro del barrio; col. GM
Roger Dorsinville (11 de marzo de 1911-12 de enero de 1992); col. Pinterest

Enero de 1946. En el escenario del Rex, que entonces era un gran teatro, el prejuicio de color fue denunciado magistralmente por Roger Dorsinville. La primera obra del autor provocó un escándalo. El tema de la obra «Barreras» era sensible. Fue prohibida después de la tercera representación, el 4 de enero de 1946. Mientras tanto, en menos de un siglo, Haití ha producido mil revoluciones encabezadas por líderes complicados…

Hace poco, comentando con una personalidad dominicana nuestra situación energética, me di cuenta de su complejidad. Hace más de 25 años, recibí una invitación de la empresa pública de agua, entonces llamada «Central metropolitana de agua potable». Tenía que participar por telefóno en la encuesta sobre la calidad del agua en mi barrio. En aquella época, la recibíamos cinco días a la semana, durante dos horas seguidas. La bebíamos sin ningún tratamiento especial. Siempre me gusta recordar que con la inauguración de dos fuentes, el 15 de enero de 1860 y el 15 de enero de 1862, el extraordinario caudal procedente del manantial de mi barrio abastecía a la mitad de la antigua capital.

Desde hace unos dos años, recibimos agua dos veces por semana durante una hora. Las privatizaciones en Haití se hacen con tal sutileza y opacidad que la comunidad suele compararlas como refuerzo de las privaciones. Nos gusta decir: nuestras privatizaciones son muy privadas. El reparto de las acciones  entre el Estado y sus socios es un misterio. El proceso en torno al agua parecía menos complejo que el de la compañía telefónica. Una nueva palabra apareció en la ciudad: licitación. Una fórmula mágica estaba en boca de todos: el Estado ya no podía gestionar; sólo el sector privado -importado- estaba a la altura del desafío. En voz baja, los ciudadanos comentaron: «somos prisioneros de una generación de altos funcionarios que están dispuestos a venderlo todo con tal de enriquecerse».
Hay que recordar que la mayor maquinaria pública había sido magistralmente desmantelada, partiendo de sus propias crisis: las fuerzas armadas. Se recuerda la desaparición de equipos pesados y voluminosos como los aviones Marchetti. Se rumoreaba: «el país no pudo pagar los cuatro aviones encargados, se vendieron entonces a usuarios civiles estadounidenses». Hubo también una generación de oficiales que siguieron ciegamente sus propias ambiciones. Sobre las ruinas del ejército apareció una fuerza policial.

Los trámites relativos a la «modernización con privatización» de la empresa estatal de electricidad aún no están terminados. Esto explica que a veces pasemos 7 días sin luz; en barrios que conocieron el  24/24. Siendo la historia de Haití una enciclopedia de contradicciones, diez años después de la dictadura, a mediados de los 90, un antiguo izquierdista que acabó teniendo la bendición de la embajada de siempre, llevó a cabo la política de privatización. A finales de la primera década del siglo XXI, un violento terremoto sancionó esta ambigua política. Quien insistiera tanto en su campaña en el «retorno de la autoridad del Estado», había dejado el Estado en ruinas.

Con el tiempo, los ciudadanos se dan cuenta de que el Estado se ha convertido en algo completamente privatizado, es decir, en la propiedad privada de unos pocos, que consiguieron magistralmente instalar un muro mucho más grande del que tanto se habla. El muro del desprecio de los ideólogos haitianos está por encima de todas las fronteras…