La expresión sobre nuestros países ser dos alas de un mismo pájaro no es mía ni nueva. No obstante, quiero resaltar que son dos alas de la misma golondrina que presagia el verano y un futuro mejor, deseo de todos los habitantes de la Hispaniola o Quisqueya.  Como las alas de la golondrina un ala no sustituye a la otra, ni las dos alas se pueden unir. Así estas dos naciones hermanas no pueden ser unidas. Las razones culturales y otras son más que conocidas.

La continua crisis de seguridad física y alimentaria en Haití, el vacío político y el desasosiego de la población han llevado a éxodos de las ciudades que han motivado, erróneamente, a diversos actores internacionales a solicitar la creación en territorio dominicano de campos de refugiados haitianos.

La respuesta dominicana, expresada por el presidente Abinader y por el canciller Álvarez, entre otros actores, han sido contundentes. La República Dominicana no recibirá refugiados.

En el mundo existen 420 asentamientos y campos de refugiados, en 120 países. Solo para tomar un ejemplo podemos citar los campamentos de refugiados palestinos en el Líbano, Sabra y Chatila constituidos por la Cruz Roja en las afueras de Beirut en 1949.

A 75 años de su creación todavía existen. Ya son ciudades. Es necesario realizarnos muchas preguntas sobre los mismos. La historia de estos ha oscilado desde tabla de salvación a ser campos de entrenamiento de terroristas, a la matanza de 1982, a la creación de un Estado dentro de otro Estado en los campamentos. La historia está frente a nuestros ojos. Quisiéramos analizar otros, pero ese no es la finalidad de nuestro artículo. En la definición de campos de refugiados se incluye la noción de temporales, ¿qué tan temporal son 75 años?

En una reciente entrevista al magistrado presidente emérito del Tribunal Constitucional Dominicano este expresó: “Aquí no puede entrar un solo refugiado en la República Dominicana, porque va a ser la desaparición de la república, porque los refugiados después que usted los acepta no los puede sacar”. El no poderlos sacar constituye una cesión prohibida de nuestro territorio y nuestra soberanía, nos venden la temporalidad, pero la experiencia dice que no es temporal.

Estos comentarios del magistrado emérito me recuerdan una advertencia del expresidente ecuatoriano y exsecretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), don Galo Plaza, quien a finales de los años 70 advirtiera a mi padre, Jean Haché, en su doble condición de libanés y dominicano, que la República debía cuidarse de que no le pasara con los haitianos lo que había pasado en el Líbano con los palestinos. Un Estado dentro de otro estado. En el Líbano hay 12 campos de refugiados instalados entre 1948 y 1963, muy temporales todos ellos pues continúan existiendo.

Las opiniones sobre las soluciones para Haití son muchas y diversas. Algunos opinan que las ayudas han atrofiado el accionar interno de los haitianos. Otros que solo los haitianos pueden solucionar sus problemas. Algunos sugieren dictadores benévolos para mantener una estabilidad que permita el crecimiento al estilo Singapur.

República Dominicana aporta anualmente una suma cuantiosa, con relación a su presupuesto, 30 % del presupuesto de salud a la salud de los nacionales haitianos en nuestro territorio. Eso se traduce en 217 millones de dólares para el pasado año 2023. Sin embargo, la fuerza de intervención de Kenia en Haití tiene un presupuesto de 243 millones de dólares. Al vecino dominicano le toca aportar anualmente a la situación haitiana el 89 % del costo de la fuerza de apoyo a la democracia haitiana. !Es justo!

Es mejor no analizar el costo de la ayuda de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) a Ucrania que supera los 231 mil millones de dólares, superando casi mil veces el costo de la operación de apoyo a la policía haitiana. Esto sin ver si esta ayuda daría resultado. Sería bueno leer, analizar y discutir la reciente publicación de la Unidad de Estudios de Haití del Centro de Estudios P. Alemán, S.J. de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra del periodo enero marzo del 2024, el cual aporta interrogantes que necesitan respuestas contundentes sobre la ayuda a Haití. Una respuesta sencilla y clara es la del presidente Abinader y otras personalidades sobre los campos de refugiados: “No habrá campos de refugiados haitianos”.