El gran pecado de este lado de la isla es que no hemos superado la historia que nos enseñaron en la escuela, en los tiempos de Trujillo.

Primero, Haití nace por el Tratado de Ryswick (1697) cuando España cede a Francia la parte occidental de la Isla. El resultado fue que España entró en un periodo de decadencia que se reflejó en este lado, mientras el otro lado llegó a ser la colonia más rica de Francia, la “perla de las Antillas”.

Segundo, la diferencia persiste cuando nace Haití como segunda nación del continente en lograr su independencia (1804), convirtiéndose en bastión de ayuda a otros países: a Venezuela, a Cuba, a Puerto Rico, e incluso a nuestro país en la Guerra de Restauración, mientras en ese mismo tiempo Sánchez Ramírez expulsa a los franceses, pero en lugar de declarar la independencia produce la anexión a España (1806), hasta que Núñez de Cáceres logra la Independencia (1821), pero mantiene la esclavitud.

Tercero, la reunificación de la isla (1822) se tramitó en una carta de Boyer a Núñez de Cáceres, produciéndose la transmisión del poder en un acto solemne. Luego vinieron los errores de Boyer: imponer el francés en la escuela; confiscar los bienes de la iglesia, y un altísimo impuesto a los hateros, para costear una deuda de U$21,000 millones, que fue una penalización impuesta por Francia, y que se terminó de pagar en 1947.

Cuarto, la Guerra de Restauración (1865) fue posible por la ayuda de Haití, debido a su superioridad económica y militar. Luego Haití y RD entraron en la ‘era de concho primo’, con incapacidad de someternos a las reglas de la democracia, desencadenándose la invasión de los gringos en RD (1916-24), y en Haiti (1915-37).

Quinto, el despegue de este lado se produce por la industria azucarera, y por la llegada de una importante inmigración cubana y puertorriqueña, en la “danza de los millones” (1918-21). Esto requirió contratar braceros, primero cocolos, y luego haitianos. Esto explica que en los años 60s Haití y RD tienen un PBI similar. El desenlace se produce por la estabilidad política que logramos después de la revolución de abril y el gobierno de García Godoy (1966). Hemos celebrado 16 elecciones presidenciales ininterrumpidas, y esto explica el contraste de hoy: Haití sumido en la pobreza, y RD con un gran desarrollo económico.

Sexto, a pesar del enfrentamiento militar en la Guerra de Independencia (1844), luego fuimos apoyados por   Haití en la Guerra de Restauración (1865), y firmamos el “Tratado de paz, amistad, comercio, navegación y extradición” (1874), por el que ambas naciones reconocen: “ser ellas solas las que poseen la soberanía de la isla” (Art.1); “amistad franca y leal” (Art.2); “no ceder, comprometer ni enajenar a favor de ninguna potencia extranjera ni la totalidad ni una parte de sus territorios” (Art.3); reglas para el comercio, la navegación, el uso de los ríos fronterizos, y la agricultura (Arts.4-9); “los productos territoriales e industriales de ambas Repúblicas al pasar por las fronteras, no estarán sujetos a ningún derecho fiscal” (Art. 10); “Ambos gobiernos de común acuerdo harán una concesión para el establecimiento de un camino de hierro que unirá la ciudad de Puerto Príncipe a la ciudad de Santo Domingo” (Art.11); “la República de Haití pondrá a la disposición de la RD una suma de ciento cincuenta mil pesos en efectivo o en letras de cambio sobre Europa o las Antillas para las necesidades del servicio público” (Art.12). Luego, con el ciclón de San Zenón Haití fue el primer país en enviarnos ayuda, lo mismo que nosotros hicimos con el terremoto de Haití.

Séptimo, hoy nos toca ayudar a Haiti: podemos servir de enlace a las misiones de paz hacia Haití, compartir nuestra experiencia electoral, dar un trato humano a los inmigrantes que ya se encuentran de este lado, y unirnos para explotar a beneficio de nuestros pueblos las minas de oro, plata, cobre, zinc, y tierras raras en la frontera, en lugar de entregárselas a gringos o canadienses. Superar a Trujillo significa hoy ayudar a Haití a superar la actual crisis, para que un día toda la isla sea reconocida como “perla de las Antillas”.