¿Faltan más evidencias para convencernos acerca del desinterés de la “comunidad internacional” por Haití?

No creo.

Situado en el oeste de la isla La Española, vecino de República Dominicana, este país de 11 millones de habitantes se desangra bajo el caos, todos los derechos han sido conculcados por la delincuencia política, empresarial y callejera y su violencia a ratos traspasa la frontera.

Periódicos nacionales traen este martes 7 de marzo de 2023 una historia trágica tomada de la agencia de prensa española EFE que, por rutinaria, ya ni asombra.

Sesenta muertos en ocho días (24 de febrero-4 de marzo), por enfrentamientos entre pandillas, en Puerto Príncipe, capital haitiana, conforme la ONG Reseau National de Defense des Droits Humains (RNDDH), citada por la agencia.

Según la misma nota, hay un recrudecimiento de la violencia con cientos de casas quemadas, personas con quemaduras, aumento de los secuestros y el desplazamiento de cientos de personas a causa del terror, mientras las autoridades callan.

Sesenta muertos en ocho días, como tomarse un vaso de agua potable, y nada pasa, pese a que se sabe que es solo la “punta del iceberg”.

Este lunes 6 de marzo, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, favoreció la campaña impulsada por el presidente Luis Abinader para que le comunidad internacional se interese por la solución de la grave crisis económica, política, social e institucional que sufre Haití. Ha hablado en el marco de la inauguración en Quito, capital ecuatoriana, del sexto encuentro de la Alianza para el Desarrollo en Democracia.

En escenarios distintos, otros pares se han unido al clamor del mandatario dominicano. Hasta ahora son palabras que se lleva el viento, discursos de cumplido, diferente a como pasa cuando se trata de otras naciones.

El problema está en la carencia de sinergia e inacción de quienes ostentan la rectoría del mundo, y eso desnuda la intención implícita que es “dejar hacer, dejar pasar”, tal vez, con el propósito de saltar como el Chapulín Colorado desde que comiencen a sentir el calor del fuego de aquel infierno.

Tal conducta contrasta con el activísimo exhibido respecto de otras repúblicas muy atractivas por sus riquezas mineras. Se espantan y actúan hasta con un “estornudo” y seguido brotan los discursos sobre violación a los derechos humanos y atentado contra la democracia y la paz mundial. Cuba, República Dominicana, Venezuela, Brasil, El Salvador, Ecuador, Perú y Argentina son sólo ejemplos en Latinoamérica y el Caribe.

Una vergüenza para una humanidad urgida de comida, agua potable, electricidad, viviendas, calles, empleos, salud, educación y entretenimiento, es el gasto en armas de guerra para que los pueblos se exterminen.

La confrontación Rusia-Ucrania y los poderes que agitan desde “afuera” representa el proceso de involución humana propiciado por la ambición desmedida de poder. Unos van por Rusia; Estados Unidos y la OTAN, por Ucrania. En el medio, miles de muertos inocentes y gran destrucción.  https://www.bbc.com/mundo/noticias-6081596.

Sin embargo, en esta isla caribeña, Haití se hunde, o lo hunden. Lo matan. Lo hambrean. A su gente le impiden crecer en salud, estudiar, trabajar, divertirse, circular por calles, animar su cultura… vivir. Ni cosquilla siente la comunidad internacional. Es como si ese terruño no existiera en el mapa. Como si los autores de ese genocidio (políticos, empresarios, bandas criminales) fueran satélites de poderes internacionales.

Los haitianos urgen un sacudimiento. Levantarse de las cenizas y desarrollarse como nación isleña. Con un espaldarazo desde afuera podrían ser protagonistas de su proceso. Proceso que no debería implicar, de ninguna manera, la profundización del caos y la destrucción total para favorecer a la industria bélica y a otros negociantes del dolor ajeno.

Por lo pronto, nuestro presidente ha de seguir clamando por la solidaridad con Haití, aunque este mundo tan especial esté plagado de sordos. Al menos, al final, cuando ocurra lo peor, no nos quedará el sentimiento de culpa.