En este día internacional de la mujer se hacen, como debe ser, ponencias, almuerzos, webinars, entregas de reconocimientos y develamientos de placas alusivos a algunos de los elementos que señalan un camino hacia una verdadera equidad de derechos. Acostumbrados como estamos a visualizar los aportes de las mujeres en el ámbito interpersonal (muy importante) y los de los hombres en el ámbito socio político (también importante), a veces nos beneficiamos de ayudas nemotécnicas para concebir un mundo más diverso donde todos contribuimos a ambos sectores.

Sin que haya sido diseñada directamente en respuesta a “Inspirar inclusión”, el lema de este año de la celebración de la efeméride del 8 de marzo, el domingo pasado se organizó una caminata que realmente nos ayudó a incluir parte de nuestro pasado histórico reciente y parte de nuestra geografía urbana actual.

En el sector La Castellana de la ciudad de Santo Domingo, gracias a la iniciativa Ylonka Nacidit Perdomo y a la posterior dedicación y entusiasmo de Varinia Caamaño, 22 calles han sido nombradas en recuerdo de mujeres que hicieron aportes sociales en las áreas de la educación, las artes y los derechos humanos. Sobre esta iniciativa ya he escrito antes y también junto a varias amigas hemos hecho presentaciones en el marco de la Feria del Libro de Santo Domingo del año 2019, de la Fundación Ebert en el año 2022 y de la Escuela Nacional de Formación Electoral y Estado Civil (EFEC) en el 2023.

Aunque anteriormente había participado en la “Marcha de las amazonas” de la ciudad de Washington, DC, que busca concientizar sobre el cáncer de mama y en la caminata a favor de la inclusión de la posibilidad de elegir ante las tres causales, esta fue la primera vez en que, como en una especie de procesión moderna, nos deteníamos en las esquinas que marcaban el inicio de las calles Livia Veloz (sufragista, maestra), Abigaíl Mejía (fundadora del primer museo nacional e inspiradora de todas las luchas a favor del voto de las mujeres), Belkiss Adrover (fotógrafa), Petronila Angélica Gómez (empresaria), Abigaíl Coiscou (abogada, fue la responsable de siete ediciones del Código Penal Dominicano), Rosa Smester (educadora muy admirada en Santiago y en Montecristi, donde, además de la docencia para todos, inició la Escuela Normal de Señoritas de esa provincia), Ludín Lugo (maestra y novelista), Marta María Lamarche (al origen de varios grupos de discusión religiosa, escritora) y, las más conocidas Aída Cartagena Portalatín (autora dominicana más catalogada del siglo XX) y Florinda Soriano quien, bajo el apodo de Mamá Tingó, avanzó con eficacia el proceso de recuperación de tierras para los campesinos en los años setenta.

El objetivo era hacer agradable y multisensorial ese conocimiento así que nos detuvimos en un número reducido de calles.  Después de todo, hasta las procesiones que siguen el calvario de Jesús constan únicamente de 14 estaciones.

La vivencia permitió a mujeres y hombres comentar cómo la ciudad se siente de una manera especial cuando se recorre andando en grupo: se aprecian las sombras, se puede aprender sobre botánica (encontramos ejemplares amarillos de la flor de Bayahibe) y hasta sobre los animales. Invito a los ciudadanos a conocer mejor las biografías de los nombres de las calles de su entorno. Además de hacer descubrimientos interesantes, tal vez la experiencia los anime a nombrar otras calles en honor a otras mujeres.