Las indelicadezas aun y se disfracen de pureza, siempre guardan el sucio dentro de sí.

Porque: Al ver y no hacer, cómplice se es.

No es atacar o dejar de atacar de alguna manera al gobierno, mas bien, es tratar de fomentar un cambio en las malas costumbres que se han arraigado en los estamentos del Estado, sin importar el momento ni los gobiernos, porque muy a pesar del viejo dicho, principalmente dentro del ámbito militar, de que el Comandante es responsable de lo que hagan o dejen de hacer sus subalternos, es incierto que muchos de los Presidentes que hemos tenido, han fomentado el caos y la corrupción, porque aquellos que si lo han hecho, son claramente identificables por el pueblo y hasta por la propia historia.

Del mismo modo, cual ramificación cancerosa, hemos asistido a la contemplación de hechos que desde hace décadas han proliferado en muchas instituciones y que cual película de mal gusto, se repiten y repiten cual ritual diabólico, utilizando los mismos mecanismos para llevarlos a cabo, encubriéndolos con falsas propagandas y mucho más, después del desarrollo de los medios de comunicación.

Muchas personas que viajan a los hoteles del Este se jactan de conocer el área, pero, desconocen la otra verdad representada en parte por el Hoyo de Friusa, su inseguridad; pobreza; mezcla de extrañas culturas; miseria y, sobre todo, un refugio de ilegales y pandillas multirracial que se han convertido en una bomba de tiempo. Por igual sucede con las carreteras, se jactan de los buenas que son, pero nada dicen del peligro en la de la Otra Banda ni la manera como el mantenimiento de estas brilla por su ausencia.

A todo esto, es innegable que se está repavimentando muchas de nuestras carreteras y calles en todo el país, algo parecido a lo acontecido con un fervor que más bien parecía una locura en medio de las pasadas elecciones, donde las construcciones de carreteras con fines exclusivamente privadas fueron construidas y otras tantas que solo llegaron hasta determinados hoteles, utilizando los mismos equipos que se utilizaban para fines públicos pero, nada pasó ni pasará, quizás por cosas políticas o porque quizás, solo quizás, estas acciones fueron dejadas como herencia.

Lo que veo y quizás no sea así, es como si la política del uso de este producto fuese el permitir que se destruyan por completo las calles para luego asfaltarlas enteras o quizás, dejarlas a medio talle, como es la costumbre, que si la pavimentan no las señalizan y no importa si desde el punto donde paran el asfaltado existan hoyos que con un simple camión del producto se resolvería el problema, pero no, hay que dejar que se destruyan por completo. No hace mucho, esto sucedió en muchos barrios y ya, por falta de una política de mantenimiento -o aplicación de este, si es que existe-, se han hecho intransitables, como ejemplo para el que quiera ver, están las marginales de la autopista de Las Américas; del ensanche Ozama; El Millón; Milloncito; Quisqueya y que prosiga otro anotando.

Reasfaltado por doquier, pero no mantenimiento (repetición), carretera de Loma de Cabrera, pero cero mantenimientos desde ahí hasta Tirolí, una carretera desde cuando los gobiernos del Dr. Balaguer y que están permitiendo su destrucción; Carretera Destacamento de Banano hasta Puerto Escondido; Pedro Santana- Puesto Villa Anacaona que se han convertido en caminos para burros ya que, al parecer, todos los funcionarios de Obras Públicas y hasta los políticos regionales, son simplemente, citadinos.

No podría terminar esto, sin referirme a la Carretera Casabito-Constanza (en estos momentos siendo repavimentada) la cual ha sido intervenida en varias ocasiones en los últimos años con trabajos chapuceros que bien no han terminado cuando los hoyos, cual órgano purulento, revientan al poco tiempo. En fin, que arreglan un tramo en cualquier localidad y a los pobres padres de familia hay que construirles policías acostados para asegurar la seguridad de quienes antojadizamente han fabricado a las orillas de las carreteras. Por ejemplo, desde Laguna Salada a Villa Vásquez el transitar este tramo se ha constituido en una maldición por el daño a los vehículos, el gasto de combustible, frenos, neumáticos y la pérdida de tiempo. Por doquier, una desgracia acompañada de una irresponsabilidad. ¡Sí señor!