Es común escuchar hablar de China en el mundo del comercio internacional, el lugar favorito para la mayoría de los importadores. Esto se debe mayormente a la gran cantidad de empresas que se encuentran en este país, las cuales fabrican una gran variedad de productos y a buen precio.

Según la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), el puerto de Shanghai es el de mejor conectividad de todo el mundo, demostrado por los aproximadamente 42millones de TEUs anuales (unidad equivalente a un contenedor de 20pies). En adición, China tambien cuenta con otros puertos de clase mundial como el puerto de Shenzen, puerto de Ningbo, puerto de Guangzhou, Qingdao, Hong Kong, entre otros.

Como actores del comercio, como país y como ciudadanos, queda bajo nuestra responsabilidad buscar alternativas.

El problema se origina en las restricciones que han tomado las autoridades Chinas para poder salir a flote del rebrote de Covid-19 causando retrasos importantes y congestion en puertos como el de Shanghai, desde donde se importa mayormente chips, textiles y electrodomésticos. A principios de abril, se hablaba de unos 300 buques que esperaban en puerto, ya sea para cargar o descargar, ocasionando un mayor tiempo de entrega y mayor costo a los importadores, y consecuentemente al consumidor final.

Y aunque “todo problema tiene solución”, el factor impactante es el tiempo. Es casi imposible incurrir en una solución efímera ni en las consecuencias exactas que esta situación conlleva.

Como actores del comercio, como país y como ciudadanos, queda bajo nuestra responsabilidad buscar alternativas. Algunos han decidido no poner todos los huevos en una sola canasta, buscar otros orígenes/proveedores, incrementar el abastecimiento de los almacenes y/o acortar la cadena de suministro.

Tener la capacidad de adaptarse y ser flexible, es la clave.

“Si la oportunidad no toca, construye una puerta.” – Milton Berle