Obras cinematográficas completas (1952-1978), es el trazado de un libro visionario, pensado por un artista y cineasta de condición rebelde, heterodoxa y creadora. La misma biografía de Guy Debord (nacido el 28 de diciembre de 1931, París y se suicidó el 30 de noviembre de 1994, en Bellevue-la-Montagne-Francia), se reconoce en sus actos y acciones intelectuales. Pues el pensador, escritor y cineasta fue un crítico severo de la institución social imperial que criticó desde su temprana juventud hasta su desaparición en 1994. El artista y viajero asumió el situacionismo como contexto crítico-social en el enmarque de la contemporaneidad del cine. Se trata, en su caso, de una escritura armada sobre la base del concepto de situación social urbana que fue elaborado desde sus textos presituacionistas y los propiamente situacionistas, coherenciados por una poética de la ciudad real e ideal en cuya base es inevitable y necesaria la lectura de su “Introducción a una crítica de la geografía urbana” y donde las cardinales del espacio urbano se convierten en escritura y modos de leer lo social:

“De todos los asuntos en los que participamos con mayor o menor interés, la búsqueda a tientas de una nueva manera de vivir es la única cuestión que sigue siendo apasionante. La estética y otras disciplinas se han mostrado claramente inservibles a este respecto y merecen el mayor desprecio. Por lo tanto debemos delimitar otros terrenos provisionales de observación, incluyendo ciertos procesos en las calles tan aleatorios como predecibles”. (Ver, AAVV: Teoría de la deriva y otros textos situacionistas sobre la ciudad”, “Guy Debord: Introducción a una crítica de la geografía urbana”, Eds. MACBA ACTAR, Barcelona, 1996, p. 18).

La obra de Guy Ernest Debord fue siempre un acto de acción estratégica desde la cual conceptualizó como La sociedad del espectáculo (1967), pero antes del libro hizo un experimento cinematográfico que le llamó también La sociedad del espectáculo y produjo un impacto en su sector ideológico y creador, por cuanto el joven Debord hizo del cine y el ensayismo, que se había planteado como producto y productividad contraestílistica, una finalidad educadora, crítica y sobre todo práctica, una práctica videoctivista y social, pues conformó un núcleo artístico cultural llamado el Situacionismo útil e ideal desde una escritura cinematográfica.

Tanto la Internacional letrista (1952-1957) como la Internacional situacionista, fueron modos y formas de resistencia ante el modelo clasista y el argumento de la crítica debordiana que asume una ruptura y un golpe a la textura sociovisual. El texto supone, en su caso, un pensamiento, una praxis y por lo mismo una búsqueda del espacio-tiempo de la creación artística y cultural. La crítica hecha al sistema altocapitalista y sus derivaciones económicas, éticas, estilísticas y discursivas supone una crítica al fundamento del sujeto, el Estado y la sociedad misma.

Las obras de Debord, traducidas al español han impactado en el pensamiento crítico cultural de la segunda y la tercera vanguardias del siglo XX y los encuadres de comienzos del siglo XXI. (Véanse obras como La sociedad del espectáculo, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo (cine-crítica), Panegírico, In girum imus nocte et Consumimur igni, publicados en español. Conjuntamente con estos escritos, Debord inventa o elabora estrategias socioculturales como El juego de la guerra (1977), cinta patentizada en 1965. La fundación de una sociedad llamada “Los juegos estratégicos e históricos” tenía la finalidad de producir espacios estratégicos de publicación de juegos.

En el 2006, se reedita El juego de la guerra, en edición de Gérard Lebovici publicado en las ediciones Gallimard. Sus propuestas eran analizadas en el Grupo interdisciplinario de la Internacional Letrista y la Internacional Situacionista. En los textos “Presituasionistas” encontramos materiales teóricos como “Teoría de la deriva” (AAVV. Op. cit. pp. 22-27), Gillis Ivain: “Formulario para un nuevo urbanismo”. (Op. cit. pp. 14-17); “Dos relatos de deriva” (pp. 28-32); “Sobre el valor actual de la concepción funcionalista” (JORN); (pp. 33-34); Notas sobre la formación de la Bauhaus imaginista”, de Asger JORN, (pp. 35-36); Discurso de apertura del Primer Congreso Mundial de Artistas Libres (Asger JORN), (pp. 37-38). En Potlatch, aparecen textos sin firmar, glosas lexicográficas y letristas; El juego psicogeográfico de la semana, Práctica de psicogeografía, Construcción de tugurios, El próximo planeta, Destrucción de la Rue Sauvage, Chapuseros.

Otros como La deriva en Kilómetros de Michèle Bernstein; Tomad la primera calle, Esperando el cierre de las iglesias, Ariadna en paro, Las colonias más sólidas, La directriz, Resumen 1954 G. E. Debord, Jacques Fillon; Una arquitectura de la vida, de Asgen Jorn; La arquitectura y el juego de Guy-Ernest Debord.

Las miradas y prácticas de Debord se orientan de manera radical y programática en otros textos sin firma publicadas en textos aventureros, comprometidos, políticos y escriturarias como intervención letrista (en colaboración): Viva la China, La casa del terror, El plano ineluctable, De la función de la escritura y Proyecto de embellecimientos nacionales de la ciudad de Paris (op. cit.)

Sin embargo, el argumento de Guy Debord asumido como práctica cinematográfica tuvo su sostén en La  sociedad del espectáculo que fue el anticine o cine experimental que asumió de manera experimental y que fue el origen de su obra teórica y crítica. Tal y como sostiene Miguel Asin en “Guy Debord contra el cine”:

“Como se verá, la vida de Debord estuvo marcada por el cine y por la voluntad de negarlo de todas maneras. Su primera acción pública fue la proyección de una película sin imágenes, y la última privar al mundo de la posibilidad de ver sus películas, cosa que realmente ocurrió durante sus últimos diez años de vida. También la obra a la que ha dado más duramente asociada La sociedad del espectáculo antes de llegar a ser un libro fue un proyecto de película “de género nuevo”. (Ver, en, Contra el cine, p. 21).

En efecto, lo que se entiende como “cine” en la obra de Guy Debord conforma un imaginario documental y ficcional resistente, debido a que el mismo es un espacio para resistir y re-existir mediante las imágenes crudas de la realidad social, cósmica, política y urbana. Los escritos de este visionario, urbanista, videasta en la mejor versión de los futuristas y cineastas rusos, franceses, italianos y alemanes argumentan a favor de una concepción crítica de la ciudad, las artes y el concepto de identidad urbana.