La historia de Gustavo Petro no es una novela. Él es una realidad viviente y viva. De guerrillero a presidente hay una distancia inimaginable. Los que lo han intentado, en su mayoría, se quedaron en el camino. El polvo del camino cubrió todos sus cuerpos. La cárcel y el crimen les robaron la esperanza. No hay muchos Mujica ni muchos Petro. Sí hay muchos crímenes y muchas tumbas en nombre de una democracia ritual que no funciona y que su propia injusticia social la delata. Todos hemos luchado por la democracia real que nunca llega.

Si los que estamos en otros países nos preguntamos cómo sobrevivió Gustavo Petro a la barbarie y a los crímenes generalizados de su país, qué no se preguntarán los propios ciudadanos colombianos que viven la amargura que provoca la muerte en cada espacio de su territorio nacional. Estos asesinatos afectan fundamentalmente a los humildes hijos del pueblo. Las élites -misteriosamente- casi nunca son tocadas. Y cuando suele ocurrir, los casos se pueden contar con los dedos de las manos. La pregunta obligada es: ¿Cómo se salvó Petro de la muerte que lo persiguió en cada paso?

Gustavo Petro ha recorrido un largo y difícil camino de lucha y es hoy el presidente de Colombia para avanzar en la redención de su nación y su pueblo. No hay dudas de que tuvo que enfrentar los más grandes desafíos que político alguno enfrentara en el pasado, tanto en Colombia como en el mundo.

Petro se vio obligado a tomar las armas, no para enriquecerse él y los suyos, sino para entregar su vida por los demás ciudadanos de su nación. ¿Es eso acaso un delito? Eso no fue. Esto lo hicieron todos los héroes de todas las naciones del mundo para lograr la independencia de sus pueblos, incluyendo a los Estados Unidos y las demás potencias, que hoy son sus aliadas.

El discurso de toma de posesión de Gustavo Petro de esta semana, evidencia la dimensión de su liderazgo, que se proyecta como continental; pero, además, sus palabras demuestran que es un líder con los pies sobre la tierra y que sus sueños están en el horizonte de su humanismo y la justica social para los pobres que, en su país, carecen de pan y esperanza.

Las primeras medidas tomadas por el presidente Gustavo Petro reflejan la coherencia de su vida política y la aplicación del contenido de su discurso de toma de posesión, recientemente, frente a su país y el mundo. Sin embargo, el camino a recorrer durante el período de su mandato, no dejará de estar sembrado de espinas por los sectores conservadores del país y los conspiradores foráneos de siempre. Aunque a Petro le sobrarán coraje e inteligencia para enfrentarlos a todos, apoyado por su pueblo y sus aliados del mundo.