El doctor Guillermo Moreno, fundador, presidente y dueño del partido minoritario Alianza País, nació en Sabaneta, en 1956. Abogado formado en relaciones internacionales, fue Procurador Fiscal del Distrito Nacional, de 1996 a 1997, durante el primer periodo de gobierno de Leonel Fernández, quien  lo destituyó, está casado con la doctora Aura Celeste Fernández, también abogada y pasada juez de la Junta Central Electoral.

Guillermo Moreno ha sido candidato a la Presidencia de la República en varias ocasiones, creo que tres veces, de seguro lo será en el 2024, y en ninguna supera el porcentaje necesario para ser una opción de poder con posibilidades, ni tampoco para salir de los numeritos que mantienen su organización política en el grupo de los llamados partidos o candidatos de alita corta, o los que se dedican a ser bisagras de los partidos grandes, de gran presupuesto y de cifras o resultados bien positivos.

Confieso aquí, de entrada, que comulgo con el cuerpo o las bases fundamentales del pensamiento y el discurso de Guillermo Moreno. Pero también debo decir que él, y cualquier candidato dentro del sistema de partidos, está como obligado a no presentar propuestas o plan de gobierno que sea favorable a las masas, que contenga algún rastro o residuo ideológico.

Guillermo Moreno podría ser un candidato socialista progre, prender en las masas y sería una buena opción de poder. Pero aquí, parece ser que el votante no vota por gente seria e íntegra. Se han acomodado al festín y a la piñata electoral, parece que les gusta el pica pollo y el pote de romo, mucho mejor si se añaden quinientos pesos. El más conveniente capital publicitario de un político dominicano promedio es el haber sido señalado por algún caso multimillonario de corrupción. Al parecer piensan, que además de financiar su campaña con ese dinero, va a boronear, como las cotorras. Los candidatos, incluso opciones tan frescas como Leonel Fernández en el 96, y, más atrás, un Antonio Guzmán, al llegar al poder se ven obligados a quitarse la máscara de revolucionario, liberal o populista, es decir de las masas, en el buen sentido de esa palabra condenatoria, y se ponen de rodillas ante el gran capital. En fin, cambian y maquillan su discurso y se hacen ultraconservadores, ya que todos los partidos del sistema, son de derechas. La izquierda dominicana siempre ha sido manca y manirrota, salvo el martirologio de los 12 años de Don Elito el de Navarrete.

El político no llega al poder, no vence ni convence sin el uso descarado de la mentira. Sin la hipocresía no hay actividad política posible, como tampoco sin pobres hay democracia ni sistema de partidos que funcione.

Tenemos entonces que Don Guillermo sigue aspirando cada vez que se acerca las elecciones. Sigue y se mantiene en la brecha, como dicen los españoles, no por alegado patriotismo ni por la mínima probabilidad de ganar, sino porque a los partidos políticos, del dinero de los impuestos de nosotros los contribuyentes les entregan unas sumas millonarias, es decir, al partido de mayor movimiento, poder político y apoyo financiero, le dan más dinero, a los pequeños les dan menos, pero les dan.

El ejecutivo acaba de entregar a la Junta Central unos 1400 millones de pesos adicionales a las partidas del presupuesto. Por eso en la foto oficial todos están sonrientes, con cara de canes satisfechos. Esa entrega deja un mensaje claro de que Don Luis está en reelección y no quiere tener, ni siquiera la mala animosidad de los señores y señoras jueces y juezas, en su contra.

Ese dinero fresco que reciben los partidos pequeños y sus dirigentes los consuela de la segura derrota, y les ayuda a refrescar los fragores de la campaña electoral, las marchas y caravanas, el tour mediático para afirmar, con total franqueza, que ellos serán los presidentes electos, sin ningún margen de duda, aun con la convicción de que no van a ninguna parte. Pero siguen ahí, en el jueguito del toma y daca. El sistema de partidos y el ciudadano votante en particular se han acostumbrado, o resignado, a este relajo con los fondos públicos, a mantener a un grupo de vagos y parásitos del sistema, que viven del apellido y de que ellos son una figura de los medios de comunicación de masas y de las redes. Figuritas mediáticas, no lideres.

Siempre andan vestidos de traje, van a todos los velorios, cenas, almuerzos, graduaciones, juramentaciones, juntas, y cuanto espectáculo les permita brillar apropiadamente. Dan declaraciones de lo que todo el mundo sabe y de lo que a nadie le interesa, y viven en torres de avenidas exclusivas, pagadas por los pendejos de a pie.

Su nombre suena y se hinchan, conduciendo grupejos de des-organizaciones políticas, dispuestas a venderse o prostituirse al mejor postor. Una de las desgracias de los partidos de estos países o paisajes de democracias débiles y vernáculas es que todos los partidos del sistema son de derechas, son conservadores.

El PRD histórico, nos prometió revolución, y se casó o se unió en maridaje y concubinato, con los sectores más ultraconservadoras y de derechas. Antes, padecimos la “arritmia histórica“ de la deposición, por una conjura civil, policial, militar y de sotanas, del gobierno sietemesino de Bosch. Lo quitó su Constitución del 63, la que nadie se ha atrevido a poner en vigor, después de él. Lo mismo hizo el PLD, nos vendió liberación y algunos de sus gobiernos han sido un desastre, una condena y una maldición para el país, como el recién terminado del pichón de caudillo, torvo, taimado y obtuso, de Arroyo Cano.

El político no llega al poder, no vence ni convence sin el uso descarado de la mentira. Sin la hipocresía no hay actividad política posible, como tampoco sin pobres hay democracia ni sistema de partidos que funcione. Para la campaña del 2024 veremos, con tristeza poblarse las boletas con las caras de los mismos estafadores y asaltantes del poder, retirando sus montos, sin inmutarse, en el banco de la Junta Central Electoral, entidad que les reparte nuestro dinero. Don Guillermo Moreno, no es el único.