Con mucha atención doy seguimiento a las entrevistas por programas de televisión en las que participan -con mucha frecuencia- Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque, miembros del Partido Revolucionario Moderno (PRM), actualmente en el poder.
Sus intervenciones como invitados especiales son brillantes. Desglosan con astucia e inteligencia los temas que les inquieren sobre la vida social dominicana, la política, la economía, hechos históricos del pasado, con incidencia en el presente y futuro inmediato.
En sus exposiciones, Gómez Mazara y Alburquerque no dejan nada a la imaginación para mostrar sus intereses en conquistar la nominación a la candidatura presidencial del PRM en la próxima convención de octubre, y de mostrarse en extremo contradictorios ante las iniciativas del actual gobierno y, por ende, del presidente Luis Abinader como Jefe del Estado.
No hay un solo programa de televisión, radio o plataformas informativas para las redes sociales que el destacado joven abogado y político dominicano no haya asistido, al igual que el ingeniero Alburquerque miembro fundador del PRM.
Ninguno de los dos cede un minuto de su tiempo u oportunidad mediática para emitir juicios que mayormente perjudican la imagen y ejecutorias del actual gobierno.
Uno y otro son leales a los conceptos ideológicos del extinto líder político José Francisco Peña Gómez, quien defendió con ahínco los intereses de la clase media y los más necesitados del país, acuñando su lema inmortal de “Primero la Gente”.
En su discurso de rendición de cuenta ante el Congreso Nacional, el pasado 27 de febrero, el presidente Abinader dejó establecido que todas las obras de infraestructura, medidas económicas y sociales ejecutadas en 2022 se hicieron para beneficio de toda la población, y no para favorecer grupos económicos, empresariales o sectores políticos afines.
Como era de esperarse, los principales dirigentes de los partidos opositores arremetieron con severas críticas lo destacado por el mandatario.
Ni un solo dirigente político opositor al gobierno valoró con objetividad las obras públicas o sociales que fueron citadas en el discurso. Eso no se estila en República Dominicana.
Como si se tratara de una arepa de maíz con fuego abajo y fuego arriba, para mejor y más rápida cocción, Gómez Mazara y Alburquerque se sumaron al grupo de críticos radicales al gobierno. Pero, todo indica, atizan demasiado el fuego.
Mientras 27 representantes de partidos de oposición aceptaron el llamado del presidente Abinader, a fin de lograr un consenso para un pacto nacional por la defensa y protección de la soberanía nacional, Gómez Mazara cuestionó esa idea como una estrategia electorera del mandatario.
Calificó la iniciativa como una forma del Presidente de “neutralizar el discurso de sus adversarios y tomar partido desde el punto de vista electoral y robarse una parte del electorado”.
Una propuesta bien acogida por la oposición, la opinión pública, organizaciones patrióticas y la sociedad civil, pero cuestionada por quien está llamado a guardar las apariencias y a defender una iniciativa que busca una salida integracionista al problema migratorio ilegal haitiano.
Guido y Ramón son dos figuras políticas muy inteligentes, bien valoradas y respetadas. Deberían concentrar su trabajo político a lo interno del partido para convencer a la militancia de que ellos, juntos o separados, son la mejor opción para ganar la convención de octubre de este año.
Poseen méritos propios como dirigentes, capacidad de convocatoria, buena cuantía de simpatizantes y seguidores dentro y fuera de su organización. Se destacan como los defensores de los reclamos de una buena parte de la militancia del partido aun desempleados.
Son amigos de los “Popis”, los hijos de los ricos que apoyaron al PRM para que llegara al poder, pero más amigos de los “Wawawa”, esos que representan a la clase media y a los más pobres del país.
Lo malo es que sus enfrentamientos contra Abinader a lo externo del partido no están ayudando a la organización con miras al 2024, aunque sus señalamientos – como ellos indican- sean constructivos y bien intencionados.
Es tiempo de que tomen en cuenta que la ropa interior se lava en la casa y no se ponen a secar al sol a la vista de todo el mundo.
Cuando Guido renunció del PRD, en marzo de 2020, dijo que uno de los objetivos de su confrontación interna con Miguel Vargas era “disminuirlo, reducirlo, desinflarlo y generar en el partido de nuestros grandes amores, una impugnación en la sociedad”.
¿A caso se está aplicando ahora esa misma fórmula contra Abinader?, pregunta “un amigo televidente”.
Ambos líderes perremeístas están muy enojados con el primer mandatario, y pueden tener sus razones. Pero sus desacuerdos e inquietudes deben llevarlos a lo interno del partido, sin necesidad de coincidir con sus enemigos políticos reales, que quieren sacar del poder a su organización.
Se hace urgente un encuentro de alto nivel entre el presidente Luis Abinader, Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque, junto con José Ignacio Paliza, presidente del partido y Carolina Mejía Gómez, Secretaria General y/o cualquier otro miembro ejecutivo que pueda ayudar a reconciliar contradicciones, salvar las dificultades que los mantienen distanciados.
No pueden olvidar que el PRM ganó coyunturalmente las elecciones de 2020 gracias al voto de rechazo masivo a las pretensiones continuistas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Si no le bajan el fuego a la arepa, se les va a quemar y no la podrán disfrutar más allá del 2024.