El mundo sigue en tensión casi generalizada, aunque muchos ciudadanos no llegan a entender la profundidad de las amenazas de guerra termonuclear y posiblemente consideran que se trata de otras escaramuzas de las potencias que se disputan el dominio mundial.
Son diversos los medios informativos que nos hablan sobre las posiciones relativas a la guerra mundial que se escenifica aparentemente entre Rusia y Ucrania; pero que en realidad la misma se efectúa entre la Federación Rusa y las potencias occidentales acompañadas de los demás países que conforman la OTAN.
El avance de los rusos sobre el territorio ucraniano ha puesto en estado de agitación y hasta miedo a una parte de los líderes europeos, el Presidente francés Enmanuel Macron y el primer ministro polaco encabezan el estadio de nerviosismo imperante. El primero ha dicho que estarían dispuesto a enviar tropas a Ucrania, pues hay que derrotar a Rusia, en otras ocasiones ha tratado de rectificar; quizás pensando en que las consecuencias de una confrontación directa con Rusia implicaría una especie de suicidio. El líder polaco insiste en que están preparados para enfrentar y pelear con los rusos, olvidando las lecciones de la Segunda Guerra Mundial y la ayuda de la URSS o un poco más atrás la derrota de Napoleón en Rusia en 1812.
Ese panorama de incertidumbre que observamos se produce en medio de un mundo en situación de calamidad e inseguridad generalizada; misma en donde el Hambre se sitúa en lo alto, en el cual aumenta el número de pobres y se reducen los ricos.
Según las Naciones Unidas, en el 2022, aproximadamente 735 millones de personas (o el 9,2 % de la población mundial) se encontraban en estado de hambre crónica, un aumento vertiginoso en comparación con 2019. Estos datos subrayan la gravedad de la situación y revelan una crisis creciente.
A decir, del Señor QU Dongyu, Director General de la FAO: “Los países de ingresos bajos, donde la agricultura resulta esencial para la economía, el empleo y los medios de vida rurales, disponen de escasos recursos públicos para su adaptación. agroalimentarios”.
Para el Señor Gilbert F. Houngbo, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) Las cifras actuales en materia de alimentación son altamente preocupantes, el mismo nos dice al respecto, “Son cifras deprimentes para la humanidad. Seguimos alejándonos de nuestro objetivo de acabar con el hambre de aquí a 2030. Lo más probable es que los efectos de la crisis alimentaria mundial vuelvan a empeorar el resultado el próximo año”.
Dice ponérsele los pelos de punta al escribir sobre la realidad imperante y señala que, “Cada día 24.000 personas mueren de hambre en el mundo. De ellas, 18.000 son niños y niñas de entre uno y cuatro años. Es decir, ocho de cada diez personas que pierden la vida por culpa del hambre son niños muy pequeños. Si tienes hijos o familiares de esa edad puedes hacerte una ligera idea del drama de cada una de esas familias”.
En medio de ese panorama se está manejando la humanidad: esto sin meter en el medidor los efectos de las guerras, las enfermedades y otros elementos contrarios a una vida en paz y desarrollo económico social.
El estudio de la ONU o su organismo competente nos refiere como está ubicado el mapa de la pobreza en el mundo y el mismo aparece así, “Unos 282 millones de personas viven en África, 418 millones viven en Asia y 60 millones viven en América Latina y el Caribe”.
Mientras las grandes masas populares viven ese drama por comida y medicinas, los europeos, Estados Unidos y otros países hacen bravuconadas guerreristas, alertan sobre el posible triunfo de Rusia y su expansión por Europa. Ahora ese es el cuco que enarbolan Macron , Sanchez y otros gobernantes de potencias y potencitas. Por suerte que algunos líderes europeos le han salido al frente a la guapeza del líder francés y han sostenido que no entraran en guerra con Rusia y no enviaran tropas a Ucrania.
Podemos decir que estamos entre guerras y amenazas de guerra termonuclear, pues la realidad es que los lideres rusos han sostenido la idea de que cualquier acción que ponga en juego la sobrevivencia de su estado multiétnico desencadenara en una confrontación termonuclear; la cual es equivalente al fin de la civilización que actualmente conocemos. Se trata de un juego hacia la Destrucción Reciproca o Eliminación Mutua, cuestión propia de mentalidades atormentadas. Ya se ha dicho que luego de desatada una Guerra Termonuclear; los primeros impactos podrían eliminar a cientos de millones de personas y poco tiempo después morirían alrededor de 5,000 millones de seres humanos. De ahí en adelante las derivaciones radioactivas dispondrán del resto de la humanidad.
Muchas gentes se preguntan y esos que promueven la Autodestrucción Masiva; a quienes les venderán sus mercancías o a quien explotarán económicamente, eso en el supuesto de que ellos hayan creado grandes bunkers para sobrevivir. Harán negocios con los robots o se inventaran seres particulares?.
Sigo confiado en que las escaramuzas serán solo eso, escaramuzas o formas de disuasión de los grandes dominadores del mundo y que las grandes masas de oprimidos encontraran las vías de resistencias para frenar a esos despiadados y por ahora lo que observamos como más factible es la resistencia en las calles, monumentos, plazas públicas, centros de enseñanzas y cualquier otra forma de parar las ansias guerreristas; que en el fondo del asunto se verifica que todas esas escaramuzas ;no son más que tácticas usadas para incentivar sus negocios armamentistas, petroleros, tecnológicos y muchos otros dentro de este esquema actual de Capitalismo Salvaje.