Un ambiente de paz en el destino anfitrión es una condición esencial para que haya turismo. Nada más antitético que la guerra, las pandemias y el terrorismo para impedir que la actividad prospere. Pero existen flagelos que, aunque no sean tan apocalípticos, amenazan tanto al turismo que requieren una respuesta contundente. El “malo de la película” es hoy, tanto en el Caribe como en la Florida, el sargazo. La “guerra santa” que amerita requiere de una creativa estrategia que incluya tanto su contención como su aprovechamiento.
“Tal y como apuntan los expertos, es un problema que ha llegado para quedarse debido a la eutrofización de los océanos, es decir, la mayor cantidad de nutrientes en el agua por culpa de la ganadería, la agricultura y la minería, entre otros motivos”. “Otros investigadores culpan a múltiples factores por el aumento de los niveles de sargazo, incluido el cambio climático, las aguas residuales humanas, los fertilizantes que se lavan de los ríos de Brasil al Océano Atlántico y el polvo que sopla hacia el oeste desde el desierto del Sahara en África".
Fue a partir del 2010 que surgió el problema, pero hasta ahora la presencia de la macroalga no ha tenido impactos catastróficos en nuestro destino. En el 2020 el gobierno desplegó en la costa este la primera barrera de mar para contener el sargazo. Luego, reconociendo que el fétido olor que despide la planta cuando está estacionaria en la playa es una amenaza para sus miembros, en noviembre del 2021 ASONAHORES hizo la primera licitación para recibir ofertas “de sistemas de barreras y recolección en mar del sargazo que cubran 45 kilómetros de costa en Verón–Punta Cana”. Con esas barreras y una diligente recolección en tierra se ha logrado mitigar el problema. Pero la ultimas noticias alarman porque el problema se agravará con el tiempo.
En el Caribe mexicano la situación es mucho peor. “Acostumbrados a que la temporada de sargazo comenzara en mayo, este año ha sorprendido la llegada temprana a algunas playas, tres meses antes de lo previsto. De acuerdo con los últimos estudios publicados por la Universidad de Florida, encargada de monitorear estas mareas de algas, se estima que este año se rompan todos los récords registrados y se superen las 54.000 toneladas que se recolectaron en 2022”. “La masa de algas marinas de color marrón en el océano Atlántico es tan grande que puede verse desde el espacio. Con una extensión de unos 8.000 kilómetros, aproximadamente el doble de la anchura de Estados Unidos, la espesa capa de sargazo flota entre el Golfo de México y las costas de África Occidental”.
“En aguas abiertas, estas gigantescas alfombras de algas son en su mayoría inofensivas e incluso tienen algunos beneficios, como servir de hábitat a ciertos peces y crustáceos y absorber dióxido de carbono”. Pero “ambientalistas y científicos llevan advirtiendo varios años del riesgo que se corre de contaminar los acuíferos en un ecosistema tan frágil como el de la Riviera Maya”. “Estudios revelan las graves afectaciones que sufren los ecosistemas, el medio ambiente y la salud tras su descomposición en la orilla”. Y ya en nuestro país ha habido casos en que algunas playas han perdido su estatus de Bandera Azul y han reclasificado como Bandera Roja.
En relación con la magnitud del problema para nuestra industria turística y sus posibles consecuencias, un viceministro de nuestro Ministerio de Medio Ambiente ha hecho una declaración alarmante: “La principal amenaza económica, turística y medioambiental para el gran Caribe y México, pero de manera específica para República Dominicana, son miles de toneladas de sargazos que invaden sus aguas, playas y costas, considerada como epidemia escapada del control humano”. “Para 2022, se calcularon 64 mil toneladas la presencia del alga en la región, mientras se calcula que en un mes de 2023 entraron a las aguas del Caribe 15 mil toneladas métricas del sargazo, lo que prevé una situación catastrófica, no solamente para la región, sino de manera puntual para la RD este año. Sostuvo que el sargazo es ya es uno de los mayores problemas ambientales de la humanidad, por lo que ha sido calificado como epidemia que se ha escapado del control de los seres humanos”.
Obviamente, las medidas para impedir que el sargazo llegue a nuestras playas deberán continuar y los hoteleros tendrían que absorber los costos correspondientes. Este no es un problema causado por el país y, en consecuencia, al gobierno no se le puede culpar del adverso fenómeno. Pero a las autoridades del sector turístico les compete encontrar soluciones porque les importa la salud de la industria, la cual se ve amenazada por la macroalga. De manera que los esfuerzos para encontrar la solución deben ser mancomunados entre los sectores público y privado.
Por suerte, ya existe suficiente evidencia de que el sargazo puede ser un importante activo económico. “Los usos del sargazo son múltiples y van desde la acuicultura, composta y generación de biocombustibles, hasta extracciones especializadas que han mostrado potencial para la obtención de alginatos y antioxidantes; sin embargo, las aplicaciones de esta alga deben analizarse con cautela, debido a su capacidad de acumular metales tóxicos”.
La evidencia de que es posible aprovechar al sargazo la proveen algunos recientes emprendimientos para su procesamiento. En la Península de Yucatán (Mexico), por ejemplo, se ha creado “la primera Asociación de Industriales del Sargazo en el mundo, con el fin de profesionalizar el sector y velar por los intereses de la naciente industria. Grupo Metco (productor del sustituto natural de azúcar Svetia), Alquimar, Solarngreen, Omar Vázquez –quien fabrica viviendas a partir del alga–, y una quinta empresa que se dedica a la creación de biomasa con el objetivo de generar agua caliente, serán los primeros miembros de la Asociación”.
En nuestro país también ha emergido un emprendimiento muy prometedor. “Origin by Ocean, empresa finlandesa de refinación de algas, inició sus operaciones en el país con su primera exportación de sargazo desde Punta Cana hacia su planta de bioprocesamiento en Finlandia, y así convertirlo en materia prima para las industrias de cosmética y alimenticia. La empresa, en colaboración con socios estratégicos como SOS Carbón, Grupo Punta Cana y Nodo Logistics, busca una solución ecológicamente sostenible al problema del sargazo en República Dominicana. Las operaciones iniciaron en una primera fase donde se enviarán 100 furgones llenos de sargazo hacia Finlandia, y luego una segunda, en la que se instalará una planta de bioprocesamiento en el país”.
De gran trascendencia es el convenio firmado entre ASONAHORES y el INTEC para realizar actividades de capacitación, de investigación y de identificación y promoción de soluciones a los problemas ocasionados por el sargazo y otros que impactan el importante sector turismo. El convenio contempla también “la identificación de productos y usos con base en el sargazo que puedan darle al mismo una vida útil, con aprovechamiento económico y social por parte de las entidades y comunidades afectadas por las afluencias masivas del sargazo”.
Mas recientemente, un grupo de 8 universidades dominicanas se ha comprometido a confrontar los desafíos del sargazo. “Para ello, las entidades académicas buscarán el apoyo, sobre todo económico, de instituciones públicas y privadas. Las universidades que participarán en dicha investigación son Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), Universidad Iberoamericana (UNIBE), Universidad Federico Henríquez y Carvajal (UFHEC) y la Universidad ISA (UNISA). Todas ellas, encabezadas por la Universidad APEC (UNAPEC)”.
¿Qué deben hacer las autoridades del MITUR para complementar las iniciativas del sector privado? Si bien el gobierno puso recursos económicos a disposición de un proyecto conjunto de control del sargazo no se ha visto todavía los resultados. Para los intereses colectivos, el aprovechamiento de la macroalga es lo más deseable y, en consecuencia, el MITUR debe diligenciar incentivos fiscales especiales que permitan el desarrollo local de una nueva industria a base del sargazo. Esa sería la “guerra santa” que el país necesita librar. Lejos de amenazar nuestro turismo, el sargazo puede ser una bendición económica.