La política exterior que impondrá a partir del 20 de enero de 2025 el presidente Donald Trump no se basará en crear conflictos bélicos nucleares, ni alentar para que esto suceda entre otras naciones.
El mandatario centrará su agenda en una nueva guerra económica y financiera contra poderosas naciones a nivel global, con miras a recuperar y consolidar la economía de los Estados Unidos.
Desde mediados de su período de campaña presidencial, dio señales muy claras de cuáles eran sus propósitos inmediatos si lograba volver a la Casa Blanca.
Reino Unido, Venezuela, Rusia, Irán y China son los países a los cuales Trump, ya instalado en el poder, enfocaría como objetivos primarios para la aplicación de sus nuevas medidas arancelarias, afectando con ello las economías de estas naciones.
Él sabe que la principal fortaleza de EE.UU no es solamente su poderoso armamento y tecnología militar. Sencillo, es la solidez del dólar.
Para Trump, la moneda símbolo de los EE.UU. se ha debilitado en la administración demócrata de Joe Biden, poniendo en peligro, según su criterio, la hegemonía del país como primera potencia mundial.
El dólar fue siempre la moneda por preferencia para todas las transacciones económicas a nivel global. Pero esa preferencia ha comenzado a declinar, especialmente cuando países como Rusia y del mundo árabe están usando sus propias monedas y no el dólar para sus intercambios de negocios.
El nerviosismo de los líderes estadounidenses es ahora la posible aparición de un nuevo sistema de divisas alternativo que podría poner en uso cinco de las mayores economías emergentes del mundo, casos de Brasil, China, Rusia, Sudáfrica e India, integrados en un grupo de naciones conocido como los Brics para rivalizar con occidente.
En el año 2001 se identificó a Brasil, Rusia, China e India como los países con las economías emergentes más sólidas, luego en 2010 ingresó Sudáfrica al grupo.
Entre 2023 y 2024 se sumaron Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, el último en confirmar lo fue Arabia Saudita.
Su meta: representar a las instituciones internacionales y plantear nuevas alternativas frente al dólar y el euro. Hoy en día, los Brics suman más del 40% de la población mundial y más del 30% del PIB global.
Ante esa realidad, Trump ha identificado a los Brics como el “virus” que está debilitando la salud y existencia del dólar en el mundo. Es por ello que el líder republicano está decidido a enfrentar ese mal con una fórmula económica que, actuando como vacuna de emergencia, le ha llamado “impuestos arancelarios”.
La fórmula económica de Trump no es nueva. Recordemos que en su primer gobierno (2017-2021), aplicó una reforma fiscal con recortes de impuestos a personas físicas, empresas y corporaciones. Subió los aranceles a las importaciones de mercancías a China, México, Canadá y la Unión Europea.
El próximo presidente ha anunciado que a partir del 20 de enero impondrá aranceles en un 100% a las importaciones de mercancías procedentes de los países socios de los EE.UU. que hoy son miembros del Brics, si estos deciden crear una divisa alternativa al dólar.
Y todo porque a los miembros del Brics, en su cumbre realizada en Johannesburgo, Sudáfrica, en agosto de 2023, se les ocurrió la idea de crear una moneda conjunta para sus operaciones comerciales, y reducir su dependencia del dólar y el euro.
México, China y Rusia ya se pronunciaron al respecto en contra de la amenaza del futuro mandatario de EE.UU.
Trump ha enfocado su guerra comercial contra China, nación que lleva a cabo una producción industrial que se ha expandido muy rápido a nivel global.
Buscará terminar la guerra entre Rusia y Ucrania, pero pretende iniciar otra económica con imposición de nuevos aranceles al régimen de Moscú, que es un gigante en la exportación de petróleo y gas natural.
Igualmente, Trump contempla hacer lo mismo con Sudáfrica, poseedora de la economía más grande de África y líder en la extracción minera, así como a India, que ha logrado un súper desarrollo en la manufactura.
Entablar una guerra comercial contra los países del Brics para debilitar sus economías y consolidar la de EE.UU. podría crear situaciones que terminarían en conflictos bélicos no deseados entre naciones poseedoras de armas nucleares, por la lucha y control absoluto del poder económico mundial y el liderazgo geopolítico.