Una madre es comenzar
a vivir sin madriguera
para después errar
en carrera a la carroña
de segundo a sedimento
en un raudal
una vez domesticado
como un fulcro familiar
la postema de los primeros pasos:
descarrilar de la cronología
para aguzar el golpe
que conduzca a la gangrena
el principio siempre ha sido un precipicio
–pasa, pasa
una vez me propagué
subdividido en husos
heredero de aridez con mi cognomen “nadie”
un bulto que volvió
dentado a su destino
disoluto en el objeto
triturado
de eso hice oblicuidad
y acendró mi decadencia
en peldaños con espinas
de articulación etaria
aunque “ciclo” suena a hipótesis
a paréntesis con polvo
a vacío-mayor-qué
menor qué: conjunto nulo
me quebranté la crisma
hasta llenar la página:
lagartija jugando a ser jaguar
pues lo vil es tener móvil
en el ábaco del cuerpo
con un cubo de Rubik como músculo cardíaco
así que acopio época
para entonces perimir:
un expansor del ente
con el pensar suspenso
en mil moléculas de anonimato
pedazos que se viven por probabilidad
cuajándose de un líquido cualquiera
como un pavo real en un pantano
como un pájaro en su red de paradojas
no tengo un centro, es cuanto
descompuesto por impacto
menos rápido que ríspido
y tomé el atajo tenue
de contar lo que pasaba
con un hilo destilado
en lengua muerta
me acabé de apelmazar
y lo que me queda es eco
hueso escaso en carne seca
más y más menos veloz
máquina del todo inútil
hacia abajo es la salida
prefiere un filo asible
que si caes sin que te cortes
y los años se arracimen
en tus hombros:
lo que importa es la resina
que te deje fijo en casa
descosido de la malla metafísica
di calígine a la carne
penetré por sexos sacros
en mi temporada espuria
desde mis horas cero
y expié de catre en catre
separando un orificio:
cuchillo cuando encuentra masa en contra
pero ahora, arrecho a rachas
uno trepa por detrás
aunque al ras
de la pared
eres otro del otro
cuyo astral se ha descompuesto
en necromasa
en bandadas de möebius
para el pájaro currente
en su remonte
antes hubo un tramo ¿entiendes?
un bordoneo al borde
después tal vez se ha hundido
libro a libro en descalabro
por andar por vacuidad
reventando en tierra firme
y elevar allí tu casa más translúcida
alfileres por la espalda
y el acecho de chicanas
de rodillos y rastrillos por las sienes:
es momento de equinoccio
por lo que ahí quedé
entre la oquedad tangible
de un reloj ralentizado
azufre del final
y vicario de alter ego
en marabunta
casi nadie y nada más
que excedente de persona
en la cresta de su escombro
bío láctea, de leer
letra a letra o en un trago.