En la entrega anterior, hicimos un recuento de nuestra llegada a Granada desde la ciudad de Sevilla. En esta comenzamos a adentrarnos en la magia de la Alhambra.
Un bosque templado circunda la ciudad palatina de la Alhambra, en donde el verde predominante se encuentra matizado como si fuera una pintura impresionista, por pinceladas marrones de los troncos y ramas, y ocasionales y tenues azules del luminoso cielo andaluz.
Una brisa sedosa propia del bosque nos acariciaba la piel, y entraba fácil en nuestros pulmones, mientras comentaba a mi hermana con alegría, que estaba por cumplir mi anhelo de conocer la Alhambra.
Se denomina Alhambra (que viene del árabe “al-Ḥamrā” significa la Roja), a la ciudad amurallada construida por los reyes nazaríes del Sultanato de Granada, en la última etapa de Al-Ándalus; es el monumento más conocido internacionalmente de la ciudad, y probablemente de España.
El acercamiento a los Palacios Nazaríes nos requirió tomar un taxi, pues a pesar de que nuestro hotel colinda con la Alhambra, la puerta de acceso correcta para la visita queda en la cima de la colina de la Sabika, creándonos la sensación de que nos estamos acercando a un espacio de mucha importancia y dignidad, aunque nunca sospechamos que, seríamos testigos de una de las más hermosas y sorprendentes obras de arte creadas por la humanidad.
En la Puerta del Vino, en donde se localizaba nuestra entrada, el ambiente de emoción compartida de todos los visitantes era evidente. Se avistaba en primer lugar el ineludible Palacio de Carlos V, el cual es obra del arquitecto Pedro Macucha (1527-1957). Según los más puristas arquitectos y arqueólogos rompió con la armonía del arte nazarí en el espacio, aunque según otros, no hace otra cosa que contar fielmente la historia de Granada.
La Alhambra y el Generalife fueron construidos en etapas distintas durante el sultanato nazarí, siendo la primera la Alcazaba (del árabe “al-quasabash” que significa ciudadela o fortaleza). Los nazaríes quienes decidieron mudar sus palacios del Albaicín, en donde los ziríes se habían asentado antes, para procurarse una locación más estratégica desde el punto de vista de la defensa, y seguramente también más señorial, pues sin duda la vista de los palacios desde el Albaicín comunica poder y dominio.
El fundador de la dinastía nazarí, Alhamar comenzó la construcción del conjunto de palacios en el siglo XIII, aunque el siglo XIV es cuando las edificaciones que podemos apreciar hoy dia se construyeron. Tres palacios forman el recinto: El Mexuar, El Palacio de Comares, o de Yusuf I y el Palacio de los Leones, o de Mohammed V.
La expresión de sobrecogimiento del grupo con el cual entramos a los Palacios Nazaríes fue unánime, y es que visitar la Alhambra no es un paseo turístico común, ni siquiera cultural, es una experiencia sensorial, que nos comunica de modo elocuente cómo vivieron y sintieron las personas que allí habitaban.
El Sultanato de Granada, fue fundado en 1238 por Mohamed-Ben-Nazar, de donde proviene la denominación de la dinastía nazarí. La favorable ubicación geográfica al pie de la Sierra Nevada, así como el comercio desarrollado tanto con los reinos cristianos de la península Ibérica, como con los magrebíes y genoveses vía el Mar Mediterráneo, así como el vasallaje acordado con la Corona de Castilla, facilitó que este fuera el último reino musulmán en caer ante la Corona de Castilla. La guerra de Granada (1482 a 1492) dio al traste con la desaparición de este importante reino.
El territorio del Sultanato de Granada comprendía las actuales provincias de Almería, Málaga y Granada, así como parte de Jaén, Murcia y Cádiz. Sin embargo, la Corona de Castilla, a pesar de los tributos que recibía del Emirato de Granada, no cejaba en sus intentes de conquistar territorios del mismo, así que en el siglo XV se redujo al territorio que actualmente ocupan Almería, Málaga y Granada.
Debido a la Reconquista del valle del Guadalquivir por la Corona de Castilla, el reino nazarí recibió migraciones musulmanas de los territorios reconquistados alcanzando hasta los 165 mil habitantes, y una gran población para la época.
Los historiadores de Granada reportan la prosperidad económica del reino nazarí, durante los siglos XIV y XV, época caracterizada también por la numerosa población musulmana del sultanato, y la generación de importantes centros urbanísticos como la Alhambra y el Generalife, quedando el Albaicín, la zona más antigua para ser ocupada por los artesanos, las industrias, aduanas y la “Madraza” (primera universidad pública de Al-Ándalus inaugurada en 1349).
Al visitar los Palacios Nazaríes, uno se pregunta cómo en plena Edad Media, bajo el asedio constante de Castilla, se produjo tal florecimiento de las artes, la ciencia y la cultura musulmanas, que nos ha dejado como legado La Alhambra, monumento parlante sobre refinamiento y el desarrollo de la civilización musulmana de la Edad Media.
Al palacio de la Alhambra fue construido con materiales humildes, tales como bloques de arcilla y los decorados con complejos bordados en yeso o madera, trasladando a la arquitectura la creencia musulmana de que el único eterno es Dios. Esta forma de construir contrasta grandemente con las edificaciones de la civilización greco-romana, en las que se utilizaron piedras nobles como el mármol y el granito, con intención de permanencia perpetua de las mismas.
Las paredes están profusamente decoradas, con azulejos vidriados de colores vivos entre los que predominan el verde, azul y blanco, las molduras de yeso que figuran la vegetación, a veces entretejida con la hermosa escritura nazarí de versos del Corán y de poesía secular.
En las próximas entregas abundaremos más sobre la incomparable decoración interior de la Alhambra y los elementos tanto arquitectónicos como naturales que la componen.