Desde que comenzamos los estudios de introducción a la economía nos enseñaron que las teorías económicas y las reglas de la economía eran muy exactas, siempre que ¨Ceteris paribus¨ o lo que es lo mismo: siempre que todo lo demás permanezca constante. Eso mismo pasa con las proyecciones que solemos hacer los economistas sobre el futuro desempeño de las economías y los indicadores, tales como crecimiento e inflación, entre otros tantos.
Hemos visto con muchas esperanzas las proyecciones del Banco Central de la RD, de la Cepal e incluso del Banco Mundial que pronostican que la República Dominicana tendrá un crecimiento entre un 4.5% y un 5.0%, el cual representará una de las economías que más crecerán en la región, incluso una de las economías que crecerán por encima del promedio de la economía mundial, que el mismo Banco Mundial pronostica una lúgubre proyección para este 2023, en el que estima que el crecimiento mundial será de apenas un 1.7 %.
Por su parte, para nuestros dos principales socios comerciales, Haití y USA, el Banco Mundial prevé que la economía de Haití se contraiga por quinto año consecutivo en el presente año mientras la economía de USA, el consenso de expectativas para el crecimiento del PIB en el 2023 se ubica en un raquítico 0.4%, incluyendo un crecimiento negativo en la primera mitad del año.
Como sabemos, los Bancos Centrales tienen como principal función diseñar políticas monetarias que contribuyan a controlar el sistema monetario, es decir, el dinero que circula en la economía, manteniendo la estabilidad de precios y creando las condiciones para una reducción del desempleo; de ahí que la mayoría de estos, atendiendo al mantenimiento de la estabilidad de precios, hayan aumentado sus tasas de interés, con la intención de sacar dinero de circulación y así quitar presión a la demanda agregada, para impedir aumentos en los precios.
La economía dominicana ha mostrado una gran capacidad de superar circunstancias traumáticas como la pandemia, esto así, principalmente por la diversificación de ésta, por ejemplo: mientras en la pandemia se paralizó el turismo, las remesas crecieron impresionantemente y pudieron sustituir las divisas del turismo con las de las remesas. Pero en este año 2023 tendremos una economía global con muy bajo crecimiento o sin crecimiento, además, tendremos a nuestros dos principales socios con sus economías en recesión.
Si bien es cierto que nuestra capacidad hotelera se ha mantenido creciendo e incluso transformándose, con una tendencia menor al todo incluido, pasando a un turismo de más lujo, desarrollo del turismo de ciudades, de salud y no solo en los hoteles, sino que por el desarrollo del mecanismo Airbnb, ha generado un nuevo e innovador desarrollo del turismo inmobiliario. También nuestras Zonas Francas han experimentado un crecimiento del número de estas y del tamaño de sus instalaciones. Nuestra agropecuaria tiene nuevas oportunidades de desarrollo, ahora que podemos exportar carne de res a USA. Sin embargo, uno de los motores de nuestro crecimiento, la minería, fue el único de los 17 sectores y subsectores productivos que no registró crecimiento durante el año pasado. Por el contrario, sufrió un decrecimiento de -8.3%.
No obstante el aumento de nuestra capacidad hotelera, la diversificación de este renglón económico; así como el aumento de las capacidades de producción y exportación de nuestras zonas francas y otros sectores industriales, no es menos cierto que las medidas monetarias adoptadas por los diferentes Bancos Centrales de las naciones más desarrolladas, son para obligar a reducir la demanda agregada de los bienes y servicios que demanda su población, entre los que se encuentran todos los que produce y exporta en nuestro sector de zona franca y otras industrias hacia esos países en los que se prevé una recesión. Igual ocurre con nuestros servicios turísticos, que también serán menos demandados gracias a las políticas monetarias tendentes a lograr ese efecto en la demanda global.
Pero esta vez veremos una recesión provocada, con la intención de detener la inflación, por lo que no podemos esperar que se compense con un aumento de las remesas, pues en esta ocasión, que lo que se quiere es reducir el circulante, no veremos el paquete de ayudas ciudadanas y planes sociales diseminados en Europa y muy especialmente en Estados Unidos como en el periodo de la pandemia, por lo que es obvio pensar que también tendremos una reducción de las remesas.
Por su parte, el sector inmobiliario es uno de los más afectados con el aumento de sus costos y probablemente al que más lo afectarían los aumentos del tipo de interés, ya que sus posibles adquirientes pierden capacidad de pago ante un financiamiento más caro.
Como hemos descrito, la República Dominicana se ha preparado y ha sentado las bases para seguir creciendo, por lo que resulta lógico pensar que ¨si todo lo demás permaneciera constante¨, estaríamos confinados a generar un crecimiento sostenido, tal cual pronostican los organismos internacionales; pero sabemos que la demanda agregada mundial y muy especialmente la de nuestros dos principales socios comerciales no sostendrá crecimiento, por lo que entendemos que pensar en un crecimiento mayor al 3% es un pronóstico demasiado optimista, no obstante, nos mantendremos creciendo gracias a un clima de estabilidad política y social que ha mantenido el dinamismo de la inversión privada.