El pasado 16 de octubre expresaba gran alegría por el retorno del  joven  GONÇALO M. TAVARES, quien durante toda la pandemia nos mantuvo informados con su  “DIARIO DE LA PESTE”, cuyos artículos fueron traducidos y publicados por infinidad de periódicos del mundo, incluyendo este medio. Una vez cuando consideró dar por terminado ese diario, dejó de publicar para sacar su libro.

Al reaparecer su columna me sentí sumamente contenta, puesto que soy fiel seguidora y admiradora suya.

Hablar de este joven angoleño, criado en Portugal, es referirse a un ser de otro mundo. La inteligencia de este artista es difícil de describir. Yo como simple mortal creo que es un sacrilegio de mi parte valorar lo que proviene de su pluma, aunque como lectora tengo todo el derecho de decidir qué me gusta y qué no me gusta, me encanta todo lo que proviene de ese cerebro inmenso, capaz de reproducir sentimientos, situaciones…

Luego de la guerra de Rusia y Ucrania ha estado escribiendo sobre esta, en su “A crónica da semana”.  Mi corazón no alcanza a leerlo, lo veo por arribita, no puedo  soportar la crueldad de la guerra como es descrita. Este joven poeta tiene la virtud de narrar con poesía, y a veces esta es cruel, no porque el autor sienta morbo, sino porque sabe comunicar lo que quiere, lo que siente.

Es un ser privilegiado. Creo que uno de los más grandes poetas de este siglo. Es maravilloso. Se puso en la fila de los talentos sobre el pensar y el escribir cuando los estaban repartiendo y se llevó la mejor parte, por no decir todo.

Poder narrar hechos tan humanamente crueles y con una prosa tan hermosa, solo puede hacerlo quien posee una inteligencia fuera de lo común, casi extraterrestre. No cualquiera puede, es inigualable.

José Saramago (1922-2010), escritor portugués, premio Nobel de Literatura, 1998, pronosticó que Tavares va a ganar el premio Nobel de Literatura. ¿Cuándo? ¡Quién sabe! Pero lo ganará.

Quisiera conseguir todas su obras, tenerlas en mi pequeña colección de libros preferidos, no puedo llamar biblioteca, pero si mis grandes tesoros. Leer y releerlos, pero ¡qué va! Los únicos dos que encontré en una librería están agotados.

No puedo dejar de mencionar su artículo publicado el pasado 26 de febrero,  “Desde arriba viene a veces un cuerpo, otras veces caramelos”, en donde explora el sentimiento de tristeza y cuenta también sobre la muerte de un piloto de la segunda II Guerra Mundial a sus 101 años, su grandeza y sensibilidad ante los horrores de la misma y la solidaridad de los niños y de los mismos soldados, la importancia de las pequeñas cosas.

¡Quién pudiera escribir como él! ¡Salve joven poeta!