Durante muchos años trabajando en el campo de la gestión integral del riesgo de desastres (GIRD) he escuchado con preocupación que esa área tan sensible del desarrollo es transversal a diversos temas.
Vista desde la planificación del desarrollo ese planteamiento es una teoría que “genera ruido”. Su aplicación transversal con áreas básicas y esenciales del desarrollo llama mucho nuestra atención; pienso que se pierde la esencia y fundamento de un pilar que debería ser central y primordial.
Me expreso en esos términos convencido de que no ando divorciado de la realidad, pues la transversalidad en el terreno de la planificación estratégica tiene sus problemas.
Planificadores del desarrollo sostienen que una falta de mirada global o estratégica puede llevar a reducir un componente central. Una falta de visión podría mostrarnos algo básico como una simple línea.
La transversalidad puede analizarse y entenderse desde varias perspectivas teóricas, a saber: primero, se puede prestar atención a la geometría en el entendido que es una línea que atraviesa perpendicularmente otro surco.
Segundo, puede mirarse como una corriente ideológica que aborda aspectos políticos diferenciadores, planteados desde la corriente de derecha y movimiento de izquierda. Y tercero, desde la planificación estratégica se concibe como un área que permea todos los pilares del desarrollo.
Sobre el punto último tengo diferencias, entiendo que se necesita saber con claridad la importancia o no de un área de desarrollo en particular. Al diseñar una estructura de contenidos que cruzan varias áreas disolvemos sin proponérnoslos el tema.
En el mundo empresarial la transversalidad es utilizada en los procesos de producción; ella garantiza un ambiente de comprensión sobre elementos laborales de logros y fracasos.
La frase “el que mucho abarca, poco aprieta”, hace alusión a que las cosas deben hacerse focalizadas, centradas a logros de objetivos y metas claras para el cambio y la transformación de un grupo en específico.
Por el contrario, cuando la educación es enfocada al desarrollo sostenible se aborda como un pilar fundamental. Por otro lado, cuando la educación es direccionada hacia la temática de la paz entonces se dice es transversal.
Se pueden citar más de un campo con características y perfiles similares al de la educación con subtemas transversales, y probablemente sean parecidas desde el punto de vista del interés que mueva a la persona a considerar la definición que describen un pilar central en una planificación.
Expresado lo anterior, quiero subrayar que la gestión del riesgo de desastres, cuando se proyecta como transversal desde la planificación estratégica, no logra un impacto real en el desarrollo sostenible. No obstante, cuando es valorada como esencial, y su estructura es un pilar central, se generan cambios concretos y sustanciales.
La gestión integral del riesgo debe tener un abordaje vertical en el desarrollo, y debe ser así porque es un proceso coordinado, un área que se apoya en el conocimiento, adquiere casi categoría de ciencia.
Se enfoca en la reducción de los riesgos, la prevención y la respuesta a desastres, con el objeto de rehabilitar y recuperar las poblaciones afectadas por fenómenos naturales y humanos, asegurando el desarrollo sostenible de la misma.
Tiene que ser un conocimiento objetivo y verificable que se reproduce también en el tiempo. Es abierta a distintos y nuevos escenarios y acumula experiencias sin importar el fenómeno que pueda ocurrir.
En tanto sea un proceso social que tiene como fin estudiar, prevenir, reducir el peligro y responder para proteger las vidas de las personas en sociedad, debería ser vertical en la planificación del desarrollo.
Ahora bien, los componentes que integren la gestión del riesgo pueden ser transversal bajo una mirada estratégica como la educación cuando aborda distintas temáticas sin que se pierda su esencia. Pasar la gestión de riesgos de desastres de lo transversal a un pilar central es una tarea urgente.