Como neuropsicólogo, psicólogo social y planificador estratégico, observo una involución social, cultural y moral en nuestros jóvenes, promovida por los distintos géneros o ruidos urbanos, denominados erróneamente, música de calle.

Como se sabe, la música tiene un pasado extenso y hermoso, tanto o más que el lenguaje verbal. Prueba de ello son los hallazgos arqueológicos de flautas construidas con hueso de ave, cuya antigüedad se estima entre 6.000 a 8.000 millones de años.

En tal sentido, existen diversas teorías sobre esta coexistencia íntima de la música con la evolución humana. Algunas de estas teorías guardan relación con la respuesta del cerebro al escuchar cualquier sonido musical agradable.

La comunidad científica considera que la influencia de la música sobre los seres humanos pudo haber surgido de un hecho fortuito, dada su capacidad para secuestrar algunos de los sistemas cerebrales en ciernes, tales como el lenguaje, la emoción y el movimiento a temprana edad.

Desde nuestro punto de vista, la música urbana es una incultura que se les está inculcando e imponiendo a los niños, adolescentes y jóvenes, para que éstos involucionen social, moral y culturalmente. Este tipo de ruido desorganizado es promovido por las mafias disqueras propiedad de las élites que controlan el Poder Económico y Político a nivel mundial.

Según los estudios realizados sobre los géneros urbanos por psicólogos sociales en Puerto Rico, Panamá, Argentina, Honduras, Guatemala, el Salvador, Colombia, Perú y Ecuador, período 2004-2019, las letras de los llamados géneros urbanos o de calle” tienen como propósito embrutecer a los adolescentes y jóvenes para que éstos no piensen en las causas que generan pobreza y exclusión social.

No hay que ser psicólogo, psiquiatra, sociólogo, trabajador social o antropólogo para reconocer que, las letras de los géneros urbanos que escuchan nuestros adolescentes y jóvenes, los incitas al consumo de alcohol y a las drogas ilícitas, al sexo promiscuo y, a irrespetar a sus padres y tutores.

Como se puede observar, los géneros urbanos promueven una vida de fantasías, cuyas realidades están totalmente fuera del alcance de nuestros adolescentes y jóvenes. Como tales, dichos géneros musicales son carnadas mortales que buscan, entre otros fines perversos: (1) Distraer, idiotizar y alienar a nuestros adolescentes y jóvenes con baja autoestima.

Además, (2) promover las peores deformaciones de una sub-cultura musical deprimente, concebida y sustentada por el gran capital; (3) aprovecharse de la ingenuidad de nuestros adolescentes y jóvenes de escasos recursos económicos con baja o ninguna escolaridad; (4) distraer a los jóvenes para que éstos no piensen en la Construcción de un Proyecto de Nación que los dignifiques.

También; (5) vender como correctas y válidas, frases que denigran a nuestras mujeres e incentivan el uso de drogas, las adicciones y el sexo promiscuo; y, (6) colocar a los jóvenes de ambos sexos hacia su autodestrucción física, social, moral y mental.

Como especialista en higiene y salud mental observo que, las letras y el lenguaje utilizado por los exponentes urbanos buscan, destrozar la autoestima, el pudor y la moral de nuestras mujeres jóvenes y fomentar la promiscuidad sexual.

En tal sentido, el plan de autodestrucción moral de los jóvenes, se está llevando a cabo a través de las emisoras análogas y digitales, los canales de tv y de YouTube y las redes sociales sin ningún tipo de filtro o control por parte del Estado y el Gobierno Dominicano.

Por su parte, la popularización de los géneros musicales urbanos es un triunfo de la ignominia y la mediocridad, dada la ingenuidad y permisibilidad de los padres y tutores, así como de la irresponsabilidad y complicidad del Estado y sus funcionarios.

Los neuropsicólogos sabemos que existe un lenguaje que va más allá de las palabras. Como tal, el lenguaje al que nos referimos, es insinuado y promovido sutilmente a través de gestos, ademanes, mímicas, ritmos y estereotipos musicales que promueven el uso y abuso del alcohol y sustancias prohibidas, así como la promiscuidad sexual.

“Cuando en un país con los problemas del nuestro, la presentación de un tipo que se hace llamar Bad Bunny, cuyas canciones ofenden la moral y el buen gusto, atrae por pago a miles de personas y acapara por una semana la atención de los medios, debe prepararse para el Juicio Final” (Miguel Guerrero).

Por lo que hemos visto en el cuerpo de este artículo, los géneros musicales urbanos o de calles son símbolos de decadencia moral, social y cultural de los jóvenes. Quienes deseen confirmar lo anterior, los exhorto a ir a un testeo o a una fiesta a la que asisten los jóvenes.

En tal sentido, les corresponde al Estado y al Gobierno Dominicano, a través de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos, evaluar las letras e insinuaciones de los géneros musicales urbanos y/o de calles, para proteger la salud física y mental de nuestros adolescentes y jóvenes.