En un contexto de emergencia las mujeres y niñas suelen ser las más afectadas debido a la desigualdad de género. Ellas son víctimas de violencia, explotación, negación de recursos, uniones forzadas, trata con fines sexuales, entre otras.
La falta de acceso seguro a las ayudas humanitarias es otra forma de violencia común en los albergues y comunidades impactadas por algún fenómeno. Se agrega a ese entorno las condiciones de pobreza y la fractura del tejido social que empeoran las condiciones generales de vida en comunidades empobrecidas.
Otras formas de violencia ocurren de manera oculta debido a los mitos y creencias de la sociedad machista en la que vivimos. El género es el conjunto de ideas que desde muy temprana edad la sociedad y la familia nos inculca sobre aquellas cosas que, supuestamente, están determinadas a las mujeres y a los hombres.
Es común escuchar que los hombres no están para lavar, cocinar, barrer, trapear y atender el hogar. De igual manera, se dice que las mujeres no realizan las labores “pesadas” que los hombres desarrollan.
Por ejemplo, hay quienes entienden que la mujer no está para conducir un vehículo pesado, no manejar un camión o excavadora, no trabajar la albañilería o carpintería, entre otras. Pero sí está para las labores secretariales de oficina y atender el hogar con lo que ello implica.
Las ideas de los dos últimos párrafos anteriores son equivocadas; vienen de la sociedad y la familia desde hace un buen tiempo. Son ideas erradas que nos la han metido en la cabeza como algo que debemos creer.
En una emergencia las mujeres son las que sobrellevan la carga pesada. Ellas tienen que enfrentar la realidad del impacto del fenómeno que ha generado la crisis, y amargamente, también tiene que sentir los estereotipos y estigmas que las presentan como el “sexo débil”.
A ese contexto se suman las desigualdades que violentan sus derechos en sentido general. En el lugar donde se presenta una situación importante vemos a las madres, adolescentes y niñas expuestas a la violencia en sus distintas manifestaciones.
Durante y después de un evento catastrófico a menudo aumenta el riesgo. La mujer tiene que atender a los hijos, cocinar, cargar agua, lavar y limpiar. En ese ambiente de tragedia, la violencia sexual acecha y hace presencia.
Los organismos de emergencias están haciendo mayor consciencia sobre estos temas y guían sus acciones basadas en normas que deben ser empleadas por el personal de socorro para garantizar la protección e inclusión de género en la preparación y respuesta en un desastre.
La Defensa Civil de República Dominicana cuenta con una unidad de género que mira estos temas con interés, con el fin de desplegar acciones de género a lo interno de la organización y los sectores humanitarios que apoyan con ayudas y otros proyectos.
En este momento, la institución impulsa iniciativas que fortalecen la resiliencia frente a la igualdad de género. Está comprometida en cuidar a su personal (mujer y hombre) para que estén en la primera línea de una emergencia consciente de su rol y función.
Velar porque se observen las líneas y estándares de igualdad de género. Garantizar que durante un acontecimiento o peligro se mantengan los servicios básicos para todos y todas, en especial en los centros colectivos (albergues).
Darle participación a la comunidad para que la información de género esté al alcance de todos y todas. Cumplir con los planes de desarrollo que incluyen el género.
Nos sumamos a las instituciones que expresan, en su planteamiento, la igualdad de género como aquello que “implica que las personas tengan los mismos derechos, recursos y oportunidades independientemente de su identidad de género” y sean tratadas, además, con el mismo respeto en todos los aspectos de la vida cotidiana: trabajo, salud, educación y protección en emergencias.