Al enterarse, Donald Reid Cabral presidente del Triunvirato, gobierno de facto, de los planes conspirativos para derrocarlo. Ordena al general Marcos A. Rivera Cuesta, al mando del Ejército, arrestar a los militares sublevados. De inmediato el capitán Mario Peña Taveras, con sus hombres, acude a la oficina del comandante y le informa: “General, entregue su pistola, usted está detenido”.

El capitán Peña Taveras se comunica con el doctor José Francisco Peña Gómez, secretario general del PRD que se preparaba para discursear, como de costumbre, en el programa radial del partido, Tribuna Democrática, y le informa que un grupo de militares acaban de apresar al Jefe del Ejército y se requiere llamar al pueblo a las calles a empezar la lucha por el retorno al poder del profesor Juan Bosch y de la Constitución del 1963.

Con su voz potente y poder de convocatoria, llama al pueblo a las calles, y todos los rincones de la ciudad capital se levantan como un hormiguero sublevado, reclamando: ¡Juan Bosch Presidente! ¡Armas Para el Pueblo!. Aquí desempeñan un papel estelar las organizaciones revolucionarias en la orientación y organización de la población.

La Primada de América se convierte en un muro de resistencia que enfrenta a una golpista oligarquía y a un sector de las Fuerzas Armadas. Lo vence en la batalla del Puente Duarte y se retiran, momentáneamente, con el rabo entre las piernas. Lo que aprovechan los gringos para intervenir militarmente e impedir, lo que podríamos llamar un triunfo de los aprestos de la revolución democrática.

El profesor Juan Bosch fue electo presidente en las elecciones el 20 de diciembre de 1962. La primera celebrada después de los 31 años de la dictadura de Trujillo. El Partido Revolucionario Dominicano )PRD) ganó el certamen electoral con el 58.72 % de los votos emitidos. El triunfo de Juan Bosch y el PRD, permitió abrir una puerta en el tránsito democrático, oscurecido por una feroz tiranía que pisoteaba la democracia y libertades.

El profesor Juan Bosch fue derrocado el 25 de septiembre de 1963, un gobierno sietemesino acosado por la oligarquía y el poder norteamericano. Los gringos, en países como el nuestro, no toleraban periodos gubernamentales dirigidos por verdaderos demócratas, políticos honestos y patrióticos, y muchos menos por revolucionarios y comunistas. La Constitución del 1963 y la independencia en el manejo de la cosa pública, por el nuevo presidente, fue suficiente para coger la seña y determinar el derrocamiento del régimen: ¡Juan Bosch fue acusado de comunista!

La intervención militar de los Estados Unidos de América, su segunda en la historia, ocurrida el 28 de abril del 1965, fue enfrentada con el mismo valor histórico de siempre y estaba destinada a obstaculizar los objetivos democráticos de la “Revolución de Abril”. Una rebelión cívica militar dirigida principalmente por el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, el profesor Juan Bosch; y posteriormente, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, que derrocó al gobierno inconstitucional imperante, el Triunvirato, para garantizar el retorno a la Presidencia de la República del profesor Juan Bosch y la Constitución del 1963.

El pueblo es el hacedor de la historia y el 24 de abril de 1965 fue protagonista principal para intentar recuperar el tránsito democrático interrumpido con el golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch el 1963. Militares patrióticos, revolucionarios y políticos comprometidos con la causa democrática se unieron para enfrentar a una rancia y golpista oligarquía y la intromisión yanqui en los asuntos internos del país.

El coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó se engrandece y cruza su paso a la eternidad cuando, encabezando una delegación de militares constitucionalistas, se encontraba en la embajada norteamericana conversando con el embajador, William Tapley Bennett Jr. Y este, después de reprochar a los presentes, lo encaminan a rendirse, entregar sus armas, ya que los militares de San Isidro estaban cruzando el Puente Duarte. A los que el bravo coronel Caamaño, raudo y convencido, responde: “No necesito hablar ya, señor embajador, quiero que usted sepa una cosa, le vamos a demostrar que también hay dominicanos que tienen vergüenza, que cuando es necesario morir, saben morir con honor”.