Luego de estallar el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el pasado 24 de febrero, el valor total de las 15 empresas armamentistas más grandes y con mayor volumen de venta alrededor del mundo cotizaron un aumento de alrededor de 81 mil millones de dólares en la primera semana del conflicto. Una apreciación de un 10 por ciento
Dentro del listado de las empresas afortunadas se encuentran: Thales (Francesa), Leonardo (Italiana), BAE Systems (Británica), y las estadounidenses Northrop Cruman, Honeywell International and Lockheed Martin. Esta última, que es considerada la mayor de este sector tomando en cuentas el volumen de ventas y el hecho de ser la principal contratista militar de Washington, experimentó un alza en sus acciones de 355.41 a 449. 23 dólares. Ello la catapultó a una cotización de 122 mil millones de dólares.
Dicha revalorización responde a las expectativas de mayores ventas producto del contexto bélico en el cual nos encontramos. En tal sentido, sorprendió la decisión de Alemania de abandonar su política de no exportación de instrumentos letales a las partes beligerantes. Por otro lado, Suiza tomó medidas económicas en contra de Rusia abandonando su política de neutralidad, mientras que la Unión Europea coordinara la entrega de armas a Ucrania.
Mucho antes del estallido de las hostilidades, los CEOs de las firmas armamentistas más cotizadas ya se frotaban las manos llenos de júbilo ante las posibilidades de un conflicto. Varios de ellos se expresaron cándidamente ante un inminente aumento del conflicto entre EEUU, Rusia y China sin menoscabar la escalada bélica en Yemen. James Taiclet, CEO de Lockheed, aseguró a los inversionistas que el presupuesto militar estadounidense de $ 740 billones de dólares (cifras norteamericanas) podría continuar la tendencia alcista en el 2023.
Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alerto del serio y preocupante impacto económico a nivel global que una Guerra extendida pudiese tener en la economía internacional. La institución puntualizo que los cosos afectarían en primer término a Ucrania, país que enfrentara la reconstrucción de su infraestructura severamente destruida o dañada por los combates. También el impacto afectara al resto del mundo al través de la drástica caída en las bolsas de valores y el volumen de intercambio comercial afectado por las hostilidades. Ello claro esta como reflejo además del aumento en los precios de los energéticos y materias primas.
El petróleo por ejemplo, empezó una imparable escalada mucho antes del inicio de las hostilidades colocándolo casi a 120 dólares el barril, pudiendo llegar a los 130 dólares. Cifra que no se veía desde junio del 2014. Otros rubros afectados son los metales de uso industrial, diversos cereales que representan la dieta base de gran parte de la humanidad como trigo, maíz y soya.
Como acertadamente señalase la entidad crediticia, el impacto del conflicto armado hoy se exacerba en un contexto en el cual muchos países enfrentan una escalonada inflacionaria sin precedente en medio de una reactivación económica producida por la pandemia de la COVID 19, que de manera desproporcional lesionó a los sectores más vulnerables de la sociedad global. Para la Comisión Europea, el golpe al crecimiento rondaría en un 1%
El descontrol en los precios de los energéticos y materia prima afecta de manera desproporcional a los sectores más vulnerables de la población pues son los mismos que destinan un porcentaje considerable de sus ingresos para estos rublos. El coste de los combustibles por ejemplo, es traspasado al resto de los sectores por su papel determinante en la producción y distribución de los bienes, servicios y mercancías. En Estados Unidos, la gasolina está casi a 5 dólares el galón al tiempo que la inflación sobrepasa ya un 7%. En la República Dominicana, el incremento en los precios de la gasolina afectará a las demás ramas de la actividad comercial repercutiendo de manera drástica en el poder adquisitivo de las grandes mayorías y el turismo. Nuestro país es importador neto de gas natural, petróleo, sorgo, trigo y maíz. También nuestro sector turismo se aboca a fuertes turbulencias.
Si bien es cierto que en esta economía de mercado habrá siempre ganadores y perdedores en medio de las peores tragedias, es menester ponderar el hecho insoslayable de que la guerra en Ucrania representa un negocio redondo para los grandes empresarios, banqueros e intermediarios quienes habrán de beneficiarse jugosamente de los negocios de la industria armamentista. No estamos diciendo ni creyendo en una conspiración dirigida para favorecer a estos sectores. Lo cierto es que muy poco se hizo para frenar las bravuconadas, las amenazas, actitudes intransigentes de los políticos y la endeble mediación de los intermediarios.
Lo cierto es que luego de tres décadas del desmoronamiento de la ex Unión Soviética, a la que pertenecen hoy las naciones en conflictos, los hoy aliados estadounidenses se dedicaron, en un acto de flagrante provocación a Rusia, a la expansión de NATO hasta incluir: Polonia, Hungría, la República Checa, Bulgaria, Estonia, Latvia, Lituania, Rumania, Eslovakia, Albania, Croacia, Montenegro y Macedonia del Norte. Todo ello, junto al estacionamiento de tropas al este de Europa Oriental. No cabe duda de que Occidente hizo muy poco en despejar el trasfondo para la confrontación de hoy. ¿Por qué se expandió la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia el este? Ninguna otra razón, sino la de humillar y tender un acoso permanente sobre Rusia que habría de exacerbar con el tiempo su nacionalismo y reacción belicosa. Solo queda pues que los individuos de buena voluntad, las naciones aun neutrales y las instituciones civiles tanto a nivel local como internacional se dediquen a trabajar pro de una salida negociada y diplomática a este enfrentamiento que pudo evitarse.