Tal vez muchos dominicanos no conocen esta curiosa palabra, Gafar, bastante popular y utilizado en el léxico coloquial español peninsular y cuyo significado es tener o trasmitir mala suerte, de esa que si usted con mucho trabajo y capital monta un circo le crecen los enanos, o que juega a la lotería y por un solo número no le tocan los trescientos millones.
Así pues, existe como derivado el Gafe, que es la persona aciaga, malhadada, que lleva el negativismo incrustado en el ADN y por ende todo le sale mal y además lo contagia a los que están a su alrededor como una Covid cualquiera. La fiesta está en sus buenas y nada más llegar Fulanito, el Gafe por antonomasia del grupo, se va la luz toda la tarde y la noche, se acabó el amartelamiento tan rico de las parejas que bailaban unos románticos boleros.
O al ir a servirse un trago al Gafe derriba la mesa donde están las bebidas caras que por asunto de la gravedad terrestre y la dureza del suelo, el whisky, el vodka, y el ron se hacen mil pedazos y se derrama la contentura alcohólica por el piso ¡Fulanito el Gafe tenía que ser! ¡No tenían que haberlo invitado, siempre lo estropea todo!
Tal vez ustedes dirán que exagero, pero hace muchos años -y esto es verídico- un equipo de fútbol regional se disputaba la final de un torneo que por la calidad del rival el resultado se veía muy incierto y para contar con mayor probabilidades de ganar contrataron a un Gafe famoso en el barrio que todos trataban de evitarlo y lo colocaron detrás del arco rival para que su mala suerte le llegara al portero contrario y no arapara los balones que le lanzaran y los disparos acabaran en goles. Repito que eso sucedió de verdad, no recuerdo si el quipo contratante del Gafe perdió o ganó, lo más probable es que venciera porque el gafísmo es poderoso.
Este hecho anecdótico se plasmó en una película en la que el actor cómico ya desaparecido Toni Leblanc encarnaba de una manera excelente tan singular personaje.
La figura del Gafe no es exclusiva de los españoles, en inglés la palabra Gafar es ¨to jinx, to put a jinx on¨, supongo que los franceses, los alemanes, los rusos, y casi todos los países del mundo deben tener su propio ¨Gafar¨ porque en todos hay personas cargadas de tanta negatividad corporal y anímica que le sale hasta por los poros y como un virus rápido y maligno lo transmiten a los demás.
Sin ir más lejos aquí, en nuestra hermosa República tenemos tal vez la más curiosa expresión que pueda existir en el universo para denominar la mala suerte, la hermosísima palabra Fukú, que más parece de un plato culinario japonés que criolla, Fukú con tofú y setas salvajes, plato del día hoy en el restaurante Tanaka que debe ser un apellido como García, Pérez, o Fernández, pues en todas las películas niponas de policías o espionaje aparece un Tanaka bueno o malo entre los actores.
Este perverso fenómeno del Fukú se describe a la perfección en la novela de Junot Díaz La Maravillosa vida breve de Oscar Wao, y la serie de episodios violentos acaecidos en la familia dominicana Cabral de León, según tengo entendido en los tiempos. Hay más y buena literatura sobre el tema en cuestión. El Fuku es una maldición y condena en términos generales que en particular afecta al Nuevo Mundo y en especial y más específicamente al mal llamado almirante descubridor: Cristóbal Colón, del que muchos en nuestro patio ni siquiera quieren oír o hablar de él. Si alguien tiene o atrae la mala suerte aquí en Dominicana es que tiene el Fukú metido en el cuerpo.
Existe otra acepción criolla que me encanta y es la de ¨Cocorícamo¨, si alguien o algo tiene Cocorícamo malo, malo, todo va a salir mal. Qué hacer si alguien tiene el Fukú, el Cocorícamo o el Gafes o como quiera que se llame a ese tipo de mala suerte sobre las espaldas. Pues trate de rodearse de personas super buenas y escúchelas e imítelas, o haga un curso de optimismo acelerado, o aprenda a ver el lado positivo de la vida, que lo hay, no obstante que palestinos e israelíes se siguen dando fundazos sin fondo, o los rusos y ucranianos se arranquen las greñas durante más de año y medio, o adquiera algún tipo libro de cómo ganar amigos del tipo del viejo Oleg Mandino de los años 60´ y no lo pida como aquel atorrante que le dijo al dependiente, ¨Oye, estúpido ¿tienes libros de cómo ganar amigos? en verdad le hacían falta, o lea obras sanas o divertidas que las hay por millares.
O también vaya a uno de esos psicólogos a que lo escuche y cuando está entrando en materia le dice mirando sin piedad el reloj que la hora ha terminado, y vuelva la semana que viene, a la vez que le larga una hermosa factura de varios miles de pesos tal como lo hacen estos profesionales en las películas americanas.
Los dominicanos de antes, los de hora no lo sé porque han evolucionado a la par del cambio climático siendo menos lluviosos y menos crédulos, decían que para quitarse el Fukú había que bañarse en Boca Chica con una cola de bacalao, pez sabroso y muy degustado en el país que no sabemos de dónde le atribuyen tan notable cualidad limpiadora.
O hagan como mi amigo Miguel, que se abraza a un hermoso samán durante quince minutos todos los días y dice que así se recarga de energía positiva física y menta lo que parece ser verdad pues a sus ochenta y nueve años camina bien contento un paquete de kilómetros. Yo suelo ser escéptico con estas cosas, pero en este caso hago como los gallegos que dicen que las Meigas (las brujas de su tierra) no existen…pero de haberlas ¡haylas!