El tema de la fuga de cerebros siempre ha estado en la palestra en nuestra sociedad. No es más que los cientos de jóvenes talentosos que deciden emigrar para buscar oportunidades en tierras extranjeras. Muchas veces esto ocurre como parte de las ambiciones de nuestros jóvenes profesionales cada vez más exigentes. Sin embargo, el problema es cuando la fuga de cerebros ocurre por necesidad ante la falta de oportunidades y condiciones laborales justas en nuestro país.
Es importante resaltar que este tema no debe ser politizado ni es responsable un solo gobierno o partido político: es una deficiencia institucional, convirtiéndose en un flagelo transversal que va más allá de un solo gobierno.
El Estado, como garantista de derechos fundamentales y civiles, y creador de oportunidades para sus ciudadanos, necesita construir una estructura sólida para la creación de oportunidades competitivas profesionales. No es solo dar becas a nuestros estudiantes meritorios y tomarles fotos, es también crear estrategias que los acompañen en el proceso, y les garanticen un espacio laboral dentro de su área en la sociedad, de manera que ese dinero del Estado que se invirtió en las becas y en su formación, pueda tener un retorno a la sociedad.
Recientemente vi en un periódico de circulación nacional, un artículo sobre historias de éxito de jóvenes dominicanos que decidieron emigrar por su bienestar. El tema de la fuga masiva de cerebros que está teniendo nuestro país, debe ser de gran preocupación para todos: se nos están yendo jóvenes valiosos y capacitados, que pueden poner a disposición de la nación su talento, sin embargo, por no tener los correctos espacios de desarrollo, o no tener salarios competitivos, se ven obligados a poner su fuerza de trabajo, preparación y cerebros, a disposición de otros países. Lo que, económicamente hablando, no es un negocio rentable para el país, pues la inversión nacional la aprovecha otro Estado que muchas veces no tuvo que invertir en el proceso de preparación de ese recurso.
Cuando el Estado le dé a la educación la importancia que merece, se valorarán los jóvenes talentosos que tenemos, se reducirán las fugas de cerebros y habrá una notable mejoría en la sociedad. Mientras los estudiantes y profesionales meritorios tengan que acudir a “contactos o influencias” para acceder a espacios sociales que de por sí ya se ganaron por ser meritorios, algo estamos haciendo mal en nuestra sociedad. Nuestros estudiantes meritorios no deberían estar pasando por situaciones que los obliguen a emigrar en busca de oportunidades, no deben sentirse desestimados por el propio Estado que en un momento premió su dedicación.
La profesionalización de las diferentes áreas de desarrollo laboral en nuestro país es sumamente importante y urgente. Para lograr una correcta gobernanza, cada recurso debe estar donde le corresponde según su preparación, y su espacio profesional debe ser garantizado por el Estado.
Hemos visto cómo a lo largo de los años, se han “politizado” cargos públicos que deben ser respetados como cargos técnicos, ya que requieren de ciertos conocimientos y preparación previa. Quiero mencionar específicamente el caso del Servicio Exterior dominicano, el cual debería estar compuesto con profesionales formados en el área, tomando en cuenta la representación nacional, las formalidades y el conocimiento de cultura general, de las ciencias políticas y de la diplomacia, que se adquieren a lo largo de la carrera. Esto ha desplazado a los profesionales de esa área, obligándolos a buscar oportunidades fuera del país, o sirviendo desde el territorio nacional a otros gobiernos estatales.
El Servicio Exterior de nuestro país se ejecuta a través de la Carrera Diplomática y Consular, la cual fue establecida con la Ley Orgánica No. 314-64, con la creación de la Escuela Diplomática y Consular. El Ministerio de Relaciones Exteriores hoy día se rige por la Ley Orgánica No. 630-16 de julio de 2016, y el Reglamento No. 142-17, donde en su artículo 12, numeral 7, se establecen las directrices para el Servicio Exterior y la Carrera Diplomática, indicando dentro de las funciones de la Dirección de Carrera Diplomática, en el literal d: “Incorporar al registro de elegibles para el ingreso a la Carrera Diplomática, a las candidatas y candidatos que por sus méritos y calificaciones sean aprobados por el Consejo de Carrera.”
En el artículo 86 del Reglamento, se habla de la Permanencia en el Servicio Exterior, la cual no debe exceder los 5 años para asegurar la alternabilidad y la rotación del personal de carrera para no comprometer el interés nacional, sin embargo, hay una larga lista de embajadores dominicanos en el exterior que tienen más de ese tiempo indicado, evitando que se abran oportunidades para las nuevas generaciones profesionales del área.
Muchos profesionales que egresan del área de las Relaciones Internacionales, una gran parte formados con los recursos del Estado, ven con tristeza la falta de oportunidades en el sector, al encontrarse con el muro político, sin importar partido, de que los espacios que deben ser dedicados a los formados en el área, son reservados para el pago de compromisos políticos a personas ajenas al sector, tanto en la misma Cancillería como en el Servicio Exterior.
Es importante que la educación del Estado sea una inversión para el bienestar nacional, no un aporte individual que facilite la fuga de cerebros, sin retorno para el Estado. El conocimiento de la Diplomacia y las Relaciones Internacionales es un conocimiento técnico y debe ser tratado y respetado como tal.
Es cuanto.