¿Quién se preocupa por el porvenir de la música haitiana? No parece haber respuesta a esta pregunta. Sin embargo, algunos pioneros trabajan duro y nos sorprenden con la calidad de sus hazañas. Unas semanas después del terremoto de 2010, di un largo paseo por los alrededores de la iglesia de Santa Ana. Las impresionantes ruinas de un lugar de culto antaño célebre, la devastación de un barrio histórico, la dolorosa sensación de que los ilustres eruditos que frecuentaban las aulas del Liceo Toussaint Louverture, al otro lado de la calle, tal vez habían decidido borrar de la noche a la mañana todo lo que hubiera podido conmover o sorprender a las generaciones posteriores.
Fue en esta parte de nuestra antigua capital donde, un día de julio de mediados de los años 50, el formidable saxofonista, guitarrista y compositor Nemours Jean-Baptiste (1918-1985) empezó a escribir el ritmo compás directo, esta «cosa nacional única, aceptada en todas partes, sin discusión». El increíble legado es fenomenal. Este patrimonio no habría sobrevivido sin las labores de conservación y producción de Fred Paul y los estudios de grabación de Mini Records…
Conocí a Fred Paul hacia 1978-79, en la inauguración de su tienda en Puerto Príncipe, en la avenida Lalue. Éramos, sin saberlo, una ciudad feliz, donde por cada una de esas tiendas (Mini-Records, Microsillon, Boite-á-Musique, Aux-ondes-sonores, Anson Music Center, Rosenthal, etc.) desfilaban personajes de perfiles inolvidables y palabras impactantes. Acostumbrado ya a mis pequeños cuadernos escolares, estaba convencido de que no siempre tendría acceso directo a un profesional de alto nivel que conocía perfectamente lo que hoy llamaríamos el examen prenatal de un éxito o la radiografía didáctica de un fracaso musical.
Fred enseñaba sin saberlo; a menudo antes de las 8 de la mañana y generalmente pasadas las 4. Nos enseñó a mirar el mundo de los discos con profundidad, oídos y manos inteligentes. En poco tiempo, la tienda Mini-Records en Lalue se había establecido como una especie de academia, sin pretensiones de ortodoxia restrictiva. Durante muchos meses, me interesé más por esta aula del saber musical, con su auditorio de alta tecnología, que por mis tradicionales clases en el colegio, a pocos metros de distancia.
Volví a ver al Sr. Fred a principios de los 90, el sonriente maestro y discreto arquitecto de un espectáculo de jazz en el antiguo Instituto Francés del Bicentenario. Aquella noche mágica, frente al mar, estaban Turgot Theodat, Mushi y Joël Widmaier, entre otros artistas de talento. En la historia de la enorme capacidad creativa de Haití hay un método, un enfoque, una sensibilidad y, en definitiva, un alto nivel de experiencia relacionados con la firma de Fred Paul.
Uno de los secretos de este gran trabajador, que parece cada vez más joven a pesar de sus canas, es la inteligente estructuración de la aventura desde el principio del proyecto. ¿Quién iba a pensar, después de una década, que el éxito del CD Haitiando, el cual comenzó con el talentoso Boulo Valcourt, alcanzaría la universalidad lograda por Mario Canonge y Ralph Tamar?