A finales de los 90, durante unos meses me puse a estudiar la obra del maestro Frantz Courtois, quien fue mi director durante tres años en el periódico «Le Matin». La conversación en su despacho, aparentemente improvisada, se paseaba por los primeros descubrimientos de talentosos músicos que se hicieron en Nueva Orleans, y recorría, sin descanso, los rincones más insólitos de La Habana. A la manera de Eusebio Leal, logró construir una cartografía original de las ondas radiales, utilizando como puntos de referencia a los maestros de la música cubana y del Caribe.
Parecía exigente a la hora de producir programas de radio para oídos refinados. A veces, el tono imponente de su voz impresionaba. En el periódico, el maestro abogaba regularmente por tener prudencia en la elección de adjetivos… El mismo equilibrio que encontrábamos en su Gran Orquesta (Gran Orquesta Frantz Courtois). Generalmente abierto para compartir su experiencia con las generaciones impacientes, el maestro Frantz Courtois siempre se distanciaba con elegancia cuando estallan nocivas e improductivas fiebres coyunturales.
El destacado crítico e historiador, Dr. Roland Leonard, dice «Frantz Courtois llevaba la música en las venas. Su abuelo, Julien Courtois, pianista, formó a muchas generaciones y fue el primero en tocar el himno nacional (creado en octubre de 1903), apoyando al fenomenal cantante “Candio” Despradines, -Auguste Linstant de Pradines (10 de septiembre de 1879-octubre de 1947)- primer intérprete del himno. El 5 de agosto de 1919, el Consejo de Estado aprobó una ley por la que se concede a “La Dessalinienne” la categoría de himno nacional. Hubo que esperar hasta 1946 para que la Constitución reconociera este estatus (Constitución de 22 de noviembre de 1946, art. 136). Frantz “Fanfan” Courtois fue un brillante músico autodidacta. Aprendió a tocar la guitarra, su instrumento favorito. Y destacó como hombre de jazz, solista improvisador con buen oído y grandes conocimientos. Años más tarde, se iniciaría en el piano en las mismas condiciones, sorprendiendo a muchos con sus habilidades.
Su última e importante iniciativa se produjo en 1996: una gran orquesta de música popular elaborada, al estilo de las big bands de los años cuarenta y cincuenta. Veinte músicos y una orquesta que tocaba los antiguos éxitos. La orquesta para nostálgicos no duró mucho. Frantz Courtois nos ha dejado al menos 3 CD: solo en “one man show”. Recordamos sus programas en la Radio Nacional, Radio Métropole y Radio Ibo.» (Frantz Courtois, buen jazzman y músico, se ha ido, por Dr. Roland Leonard, Le Nouvelliste, 9 enero 2019).
Es difícil explicar a los jóvenes la cantidad de trabajo que hacía a diario un director de periódico a mediados de los 90. Más de la mitad de los artículos se escribían a mano o a máquina. Los técnicos trabajaban la víspera hasta cerca de medianoche para que el periódico estuviera listo para la distribución entre las 5 y las 6 de la mañana. En Haití, la distribución en la capital se hacía el mismo día. En las afueras de la capital, había que esperar dos o tres días. Ciertamente, teníamos computadoras en el periódico, pero la maquinaria de producción de los años 70 y 80 seguía funcionando. Una vez aprobado por el director, el redactor jefe daba el visto bueno al artículo. A veces, en el último instante, una nota importante o un mensaje oficial (discurso de Su Excelencia…) obligaba al redactor jefe a reorganizar todas las páginas del periódico (eliminando anuncios, despachos internacionales, etc.). Verdadera labor de artista. ¡Tiempos increíbles!