Franklin Domínguez, gran maestro de la dirección teatral y actor/comunicador languidece en cama, dependiente de oxígeno, con pobre audición y sobreviviendo gracias al cuidado de una devota sobrina.

Es difícil procesar la realidad de que un hombre que engrandeció el arte dominicano, que asumió un papel estelar durante la gesta gloriosa del 24 de abril de 1965 y luego con el gobierno provisional del presidente provisional García Godoy, hoy espere su partida de este mundo al que tanto le dio sufriendo física y emocionalmente.

Uno recuerda aquel hombre lleno de energía, entusiasmo, con una sonrisa amplia, que, aunque era una super estrella, interactuaba con todos como si fuera el más humilde de los presentes, y no puede dejar de preguntarse ¿por qué debe tener esta situación?

Se nos ocurre pensar que los miembros de clase artística de la “generación Franklin” deben unirse para ayudar a este gran hombre y extraordinario artista que tanto contribuyó al engrandecimiento del teatro en nuestro país.

Preocupa, sobre todo, la indiferencia o el silencio de las autoridades del ministerio de Cultura. No pueden alegar ignorancia porque conocen plenamente la dura realidad del más grande dramaturgo dominicano de todos los tiempos y uno de los más distinguidos en América Latina.

No entendemos las razones por las cuales el gobierno no ha aumentado la pensión de 90 mil pesos que recibe esta gloria nacional, sobre todo ahora que han sido concedidas numerosas pensiones de las denominadas solidarias con montos de tres cifras.

Franklin Domínguez -ex director de prensa de la presidencia de la República durante el gobierno del profesor Juan Bosch y tres veces director general de Bellas Artes- es una verdadera gloria que nos enaltece y un defensor de la democracia.

Ojalá las actuales autoridades no reeditan la actitud asumida recientemente ante la muerte de otra gloria nacional, el maestro Aníbal de Peña. Mientras este extraordinario artista era velado en el exterior, aquí, la Cámara de Diputados, en el mismo hemiciclo, se le rendía un reconocimiento al bachatero Luis Miguel del Amargue y ni siquiera hubo ni ha habido desde el gobierno una nota lamentando la muerte de Aníbal de Peña. Ojalá. (Por Manuel Mota-Castillo y Radhamés Reyes Vásquez)