En el genio de Franklin Delano Roosevelt (1882-1945), predomina una diversidad de visiones políticas y económicas, rasgos característicos que lo convirtieron en el jefe de Estado más sobresaliente por la forma en que resolvió la peor inflación económica a comienzos del siglo XX, (1929).

Su extraordinaria capacidad de competencia lo sitúa en la cima más alta de la política estadounidense por su aguda fuerza decisiva para sacar a flote a su nación de la profunda crisis de ese momento.

Como se sabe, la producción de bienes materiales y agrícolas constituía una tendencia que predominaba por encima de otras corrientes económicas, por lo que el presidente Franklin Delano Roosevelt se apoyó en la teoría económica de Keynes para salir de la crisis. Su sistema consistió en un intenso programa de construcciones de carreteras, de viviendas y de estímulo al consumo entre la clase media.

John Maynard Keynes (1883-1946) incidió con éxito en los problemas económicos de su nación, Reino Unido, y sus teorías sobre el análisis económico fueron aprovechadas por distintos Estados de Europa, incluyendo Estados Unidos, y países de América Latina como Brasil, México, Argentina y Chile.

Llegó a crear una corriente de seguidores que todavía respaldan sus grandes aportes a la economía, al considerar que algunas de sus teorías contribuyen a solucionar los efectos negativos, como el caso de la insuficiencia del empleo. Keynes llegó a plantear en algunos momentos “el intervencionismo del Estado”. Se destaca también por la metodología que aplica en el campo de la economía en sus libros: Las consecuencias económicas de la paz, Estudio sobre la reforma monetaria, Tratado sobre el dinero y Teoría general del empleo, el interés y el dinero.

Delano Roosevelt es el único presidente en la historia de los Estados Unidos que ganó cuatro elecciones consecutivas, y fue uno de los fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Antes de Keynes, Delano Roosevelt asumió las teorías económicas de Adam Smith y Jeremy Bentham de finales del siglo XVIII. Sin embargo, el genial estadista estadounidense no recurrió a análisis económicos historicistas y sociológicos sino a la maximización del bienestar económico equilibrado y colectivo que le dio excelentes resultados en la aplicación de medidas sobre la inflación en 1929.

He leído varias biografías de Franklin Delano Roosevelt, y por esa razón conservo en mi memoria algunas de sus singularísimas frases:

“No es el crítico el que cuenta; ni tampoco aquel que señala cuando un hombre fuerte tropieza o cuando un realizador de obras pudo haberlo hecho mejor. El crédito pertenece al hombre que está en la arena y cuyo rostro está curtido por tierra, sudor y sangre. Pertenece al que lucha valientemente; al que yerra y fracasa una y otra vez; porque no hay esfuerzo sin error ni fracaso; pertenece también al que trata de lograr su objetivo; al que conoce los grandes entusiasmos y las grandes devociones; al que se involucra en las causas más nobles, y que al final obtiene los triunfos o en el peor de los casos, si fracasa, lo hace haciendo el intento, para que su lugar jamás esté junto a aquellos de almas tímidas y frías que no conocen ni victoria ni derrota”.

El presidente Delano Roosevelt fue también un gran defensor de los derechos de la mujer, motivado por su esposa, Leonor de Roosevelt, quien también ocupó un cometido preponderante en su rol de primera dama. La señora Roosevelt viajó por el mundo tratando de convencer a numerosos gobernantes sobre la importancia del voto de la mujer en los comicios presidenciales y su presencia en los parlamentos y cumbres internacionales.

Delano Roosevelt poseía una mente exquisita y brillante, y se afirma que siempre estuvo enfocado en el desarrollo de los Estados Unidos. Al trazar la ruta de su evolución en lo económico, político, social y cultural, su pensamiento era unilineal y siempre se adelantaba con cautela y con criterio a los acontecimientos. Gobernó a los Estados Unidos por cuatro períodos en silla de ruedas, y todos cuantos lo conocieron lo recuerdan como uno de los presidentes de más calidad humana que ha tenido la nación más poderosa del mundo.

Los gobernantes señalados como estadistas son aquellos que logran que sus ideales trasciendan más allá de las expectativas formuladas por sus subordinados. Mostró al mundo que las crisis económicas, bélicas y de Estado pueden resolverse si existe el espíritu de quienes están llamados a ofrecer sus servicios en beneficio de su país, sin importar las fronteras que los separa ya sean de tipo religioso, económico o ideológico.

Decía con frecuencia que un gobernante no debe tener miedo a la hora de tomar decisiones difíciles si estas van dirigidas a favorecer a los necesitados o al propio país, en caso de guerras y crisis sociales. Y al igual que esta convicción, señalaba muy a menudo: (…) “un presidente tiene la obligación de sucumbir con sus ideas si fuera necesario, cuando se trata de decisiones que no puede aplazar, sin importar los riesgos que estas conlleven, porque la mayoría de las naciones se han construido en base a las guerras y las competencias donde han muerto cientos de miles de soldados para preservar la paz de su país y la supervivencia de ellos mismos y sus pobladores”.

Decía también que un mandatario está obligado a señalar el camino por donde transitarán los hombres que hacen historia con sus hazañas y nos enseñan que el poder pertenece a los grupos humanos que son los que le dan significado y establecen el intercambio continuo de su naturaleza antropológica y política de acuerdo a sus raíces, necesidades y sus diferentes maneras de existir. Significado de contenido humano, social y cultural que no podía dejarse pasar por alto.

Delano Roosevelt hacía hincapié en que un presidente siempre busca el nivel más alto de sus sentimientos, no para imponer un estilo de gobernar sino para llevar esperanza y confianza a los ciudadanos de que todo se puede alcanzar, siempre que la voluntad esté por encima de aquellos que quieren implementar formas para enriquecerse dejando de lado la naturaleza de las sociedades.

Lo mismo cabe decir de los que quieren imponer normas a los demás que ellos no cumplen, solo por el hecho de demostrar su supremacía. Esto se aplica también para el gobernante que quiere imponer por la fuerza sus creencias– ya sean políticas o religiosas– y se aparta del concepto de la valoración, en el sentido de que su papel como jefe de Estado solo es reconocido como tal cuando actúa con sinceridad y apegado a los principios de la ley, asegura Delano Roosevelt.

Muchas de estas ideas se encuentran recopiladas en sus archivos y el público puede acceder a ellos, así como en las películas y documentales sobre sus discursos relacionados con los problemas de Estado y con la Segunda Guerra Mundial.

Delano Roosevelt es el único presidente en la historia de los Estados Unidos que ganó cuatro elecciones consecutivas, y fue uno de los fundadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). También firmó, junto a Winston Churchill, la Carta del Atlántico en diciembre de 1941. Ese mismo año ordenó el ataque a Pearl Harbour y declara la guerra a Japón y Alemania.

Como colofón, resulta relevante la estatua erigida en su nombre en México, por iniciativa del presidente Andrés López Obrador, cuya inscripción dice: Memorial a Delano Roosevelt, obra de particular interés para conocer más de cerca las diversas peculiaridades de uno de los genios universales de la política del siglo XX.

 

Cándido Gerón en Acento.com.do