Franklin Almeyda Rancier

Cuando Franklin Almeida ocupaba el cargo de ministro de Interior observé a un comentarista de televisión que le imputaba el término de demagogo. Sustentaba su concepto porque el día de nochebuena, junto con el presidente de la época, el ministro había cenado en un hogar humilde y apareció en la prensa cargando un niño de la familia que residía en la vivienda. Dije no lo conoce, Franklin tenía una personalidad paradójica en una buena parte de su accionar, el político y docente muy rígido, pero a nivel personal era una persona sencilla y sumamente agradable. Puedo decirlo por mis vínculos con él durante mucho tiempo, aunque éramos adversarios acérrimos. El Franklin político sin dudas aguerrido, quizás exagerado, pero en lo personal fue muy diferente.

Lo conocí cuando me matriculé en la UASD en el lapso de la lucha contra el balaguerato, Franklin y el apreciado maestro José Antinoe Fiallo eran los encargados interinos del Colegio Universitario. El director estaba realizando un “curso de computadoras” en el exterior,  finalmente resultó que era un entrenamiento militar y regresó con los héroes de Playa Caracoles a luchar contra el autoritarismo dominante.

Como era un militante de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) inmediatamente ingresé a la UASD pasé al organismo universitario aliado que era Fragua. Poco tiempo después en el Colegio Universitario encabecé un piquete a la rectoría (el rector Rafael Kasse Acta, luego fue mi padrino de tesis), nos dirigíamos al lugar lanzando consignas, llegaron dos jóvenes que ubiqué como dirigentes del FUSD (el organismo del PRD en la UASD) reconocí a uno de ellos, mi hoy muy querido amigo Miguel de Camps, traían un equipo de audio, se colocaron en un pequeño muro del edificio del Colegio Universitario y querían los estudiantes escucharan sus criterios sobre el móvil del piquete, para lograr la dispersión de la actividad.

Subí a la tribuna improvisada y el brillante compañero Alejandro Márquez, de los jefes de Fragua (El Chino Bujosa era el Secretario General) me gritó que le quitara el micrófono a uno de los jóvenes. Nos enfrascamos en un forcejeo por el micrófono hasta que el rival decidió dejármelo, me dirigí a los estudiantes y realizamos el piquete. Luego Leonardo Mercedes, máximo dirigente del BRUC, me dijo uerista (creía que todavía yo era dirigente de la UER) tú si eres atrevido, ese es el director del Colegio Universitario. Realmente me estremeció la información, ese señor era Franklin Almeida, por su juventud pensé se trataba de un dirigente del FUSD, así lo conocí. Franklin siempre a modo de sátira me enrostraba mi osadía.

Son muchas las anécdotas, pero debo limitarme solo a algunas. No puedo dejar de mencionar una de las tantas entre él versus Hipólito Medina (Morocho), un dirigente estudiantil muy fogoso. En cierta ocasión Morocho visitó a Franklin en la dirección del Colegio Universitario, le solicitó una resma de papel, advirtiéndole era para un volante contra él, la solicitud incluía un esténcil, la secretaría para que le picara el esténcil (las copiadoras eran muy limitadas) y el mimeografista para la impresión del volante, al finalizar el proceso, Franklin le dijo a Morocho: “Desgraciado ahora vamos los dos a repartir el volante”.

En cierta ocasión Franklin decidió se debía exigir un examen de admisión a los estudiantes que deseaban ingresar a la universidad, presentando al Consejo Universitario un proyecto sobre el particular. Obviamente la Federación de Estudiantes Dominicanos objetó la propuesta y como era costumbre el maestro fue tildado por nosotros de pertenecer a la derecha académica.

El tema fue a debate en el Consejo Universitario. El suscrito formaba parte de los delegados estudiantiles ante ese organismo de cogobierno, me correspondió ser el vocero de la oposición a la solicitud de examen de admisión.

Tras una acalorada discusión la moción fue rechazada, Franklin se enfadó y decidió abandonar la sesión en protesta por la decisión del Consejo Universitario. Antes de salir del salón de sesiones, en tono amenazante levantando la palma de su mano derecha, me espetó: «¡Santiago Castro me la vas a pagar!». Yo le repliqué: (ambos transgrediendo la solemnidad del organismo)  «¡Franklin está derrotado!». Totalmente enojado abandonó el salón, al poco rato salí de la reunión y en el pasillo (en la segunda planta del antiguo edificio administrativo o Alma Mater) estaba Franklin bromeando conmigo, y le manifesté pero tú y yo quedamos enemigos, me dijo:  «Eso es en el Consejo, nosotros no podemos ser enemigos».

Salvo situaciones como su frustrado examen de admisión y el examen de práctica de física y química 011, Franklin cedía a la mayoría de las quejas de los grupos estudiantiles, cuando se convencía que no perjudicaban el normal desenvolvimiento académico.

Me reveló el maestro Angel Veras Aybar, una fase que no conocía de él, sin ruidos contribuía a subvencionar la casa donde residían en la capital los estudiantes de su pueblo Altamira, de Puerto Plata.

Franklin fue dirigente estudiantil en momentos difíciles, en la lucha contra el triunvirato golpista, que reemplazó el Gobierno Constitucional del profesor Juan Bosch.  En 1965 era el máximo dirigente del Frente Revolucionario Universitario Radical (FURR), vinculado al entonces poderoso PRD. El triunvirato había anunciado que celebraría “elecciones libres”, pero se negaba a permitir la entrada al país del profesor Juan Bosch para evitar fuera candidato. En los meses previos al estallido revolucionario de abril, Donald Reid Cabral, presidente del triunvirato, se autoproclamaba como candidato a la presidencia, sin permitir adversarios que pudieran superarlo, lo que evidenciaba se pretendía montar una farsa electoral.

El FURR anunció presentaría un candidato a las “elecciones”. La noticia creo muchas expectativas, el 23 de marzo fue mostrado el candidato propuesto, la presentación estuvo a cargo de Franklin Almeida, secretario general del FURR.  El  Listín Diario  reseñó el histórico acto, en los siguientes términos:

“El Frente Universitario Radical Revolucionario FURR presentó ayer un burro como candidato a la presidencia de la República”.

“La presentación se hizo en el Alma Mater donde previamente se reunieron varios cientos de estudiantes que rieron y gritaron al ver el inesperado “candidato”.

“Antes de conocerse el candidato, algunos estudiantes conjeturaron sobre su identificación”.

“Lo cierto es que el candidato resultó ser un delgado jumento que con más miedo que vergüenza fue paseado por los pasillos del Alma Mater y luego exhibido en la tarima”.

“El candidato se resistió “tercamente” a dar declaraciones a la prensa”.  (Listín Diario.  Santo Domingo,  25 de marzo de 1965).

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A la derecha Franklin mientras guiaba al candidato presidencial que participaría en la farsa electoral que pretendía el triunvirato.

Franklin Almeida ha partido, destino inexorable de todos los que hemos tenido la suerte de llegar al mundo.