Cuando el jueves 17 de marzo pasado nos enteramos por la radio de que Frankétienne no podía asistir a la ceremonia organizada en su honor por el Ministerio de Cultura, la Embajada de Suiza y la oficina regional de la Francofonía, nos sentimos realmente preocupados.

Jean-Pierre Basilic Dantor Franck Étienne d’Argent, conocido como Frankétienne, en las oficinas de las Prensas Nacionales de Haití (enero de 2019), foto de G.M.  

Nacido el 12 de abril de 1936; premiado en 2006 «Tesoro Nacional», por su gran contribución al progreso del país, este gigante de las letras, la pintura y la música ha redefinido, de forma muy original, la creatividad haitiana de los últimos 60 años.

Siempre hay que preguntarse ¿Qué sucedería con la cultura en Haití con una personalidad de esta dimensión al frente del Ministerio de Cultura? Su presencia fue efímera en el cargo, entre febrero y junio de 1988; durante el gobierno del primer ministro Martial Célestin (Presidencia de Leslie Manigat). Mientras escuchaba un debate, me atreví a preguntarme en voz baja: ¿Qué institución conserva las entrevistas de Frankétienne? Al margen de todos los discursos, generalmente destinados para agradar al caudillo de turno ¿Cuándo nos atreveremos a construir un espacio para acoger el trabajo de los que realmente quieren un país diferente?

Obra de Frankétienne; entrada de las Prensas Nacionales de Haití, foto de G.M.

Ya era un ávido lector cuando uno de sus amigos militares me contó la siguiente anécdota. El lunes 14 de abril de 1969, el entonces joven oficial de la guardia presidencial obsequió al presidente vitalicio, Dr. François Duvalier, el primer ensayo de Frankétienne. Tras leerlo, Su Excelencia, quien también era escritor, ordenó que se vigilara discretamente al autor. En aquella época, Frankétienne era ante todo el prestigioso director de un colegio privado situado en el emblemático barrio de Bel-Air, cuna histórica de revoluciones y revolucionarios. El propio presidente Duvalier se educó en un liceo público de la misma zona. No pretendo ofrecerles una espiral literaria a la manera de Frankétienne. Les invito a visitar, en tres pasos, al más universal de los creadores haitianos.

Al más joven de nuestros grandes escritores

Esta mañana, alegremente me desperté.

Sabiendo que, en algún lugar de la ciudad,

Alguien con la palabra correcta,

Como aquellos monumentos del Egipto de otrora,

Sigue luchando por nuestro país.

El maestro del caos en versos

Mi generación es sorprendentemente compleja. Nos encanta hablar en voz alta y en seguida olvidamos a nuestros verdaderos maestros. Cuando pasábamos por la entrada del antiguo Instituto Francés, solíamos mirar hacia arriba para conversar con obras de tamaño impresionante. Mi generación estaba condenada a no entender nada del teatro. Frankétienne decidió lo contrario; nos regaló en 1978 «Pelen Tet», adaptación magistral de «Los emigrantes» (1974), obra del dramaturgo polaco Sławomir Mrożek. Por aquellos tiempos pesados, fue censurado. ¿Cómo explicarse que un comunicado gubernamental se atreviera a silenciar al arquitecto que sabía poner el caos en versos? Por supuesto, los calieses de ayer parecían presagiar. 72 horas después de la salida de J.C. Duvalier, Frankétienne advirtió: «nos dirigimos hacia tiempos en los que, por razones de supervivencia, nos veremos obligados a comer nuestros perros». Ni siquiera nos atrevimos a imaginar que el período posterior a la dictadura sería una sofisticada danza de rapiña y trampas.

Cuando Frankétienne nos invita a bailar

A principios de los años ochenta del siglo XX, Frankétienne fue el líder de un grupo que inauguró una elegante redefinición de la audacia musical en nuestro país. Las partituras de estos destacados creadores son atrevidas. Cuando se toma el tiempo para escuchar estas canciones, uno cree que está leyendo mil párrafos bailando.