Todo artista marca con su sello cada una de sus obras, sea por la destreza en sus trazos, por el contenido de sus composiciones o por su creatividad. En la época de Goya, todo estaba muy delimitado por los cánones morales que imponían la religión y la nobleza, los reyes y sus séquitos. Las normas eran rígidas y los pintores se debían a sus clientes. Así fue hasta Francisco de Goya…

Goya forma parte de la memoria visual de una época, la de aquella España de la segunda mitad del siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX. Su mano y su trazo son únicos por la forma de interpretación del dolor y de la tragedia, del lodo y del lastre que dejan las guerras. Pero también pintó la cotidianeidad, las costumbres, los juegos populares y a los artesanos, los trabajadores o las mesas de la gente del pueblo. Lo popular es parte consustancial de su obra, al igual que el amor y la belleza; una belleza particular, como era todo en su estilo.

También nos dejó escenas de situaciones en las que revela su sentido de lo justo y lo injusto y, por supuesto, sus retratos de la realeza y la nobleza, en los que renuncia a presentar una belleza idealizada e incluso, en algunos casos, dejó constancia de la fealdad del noble.

Para mí, Goya es el pintor español por excelencia, por su genialidad y por su singularidad. Sé que es una afirmación atrevida, desde luego, si pensamos en Velázquez, Sorolla, Picasso, Dalí, Miró…… entre muchos otros artistas…… no se puede elegir cada uno en su época marco su estilo, pero es solo mi opinión…  personal, es imposible explicar su grandeza en estas pocas líneas, pero al menos sí vamos a asomarnos a algunas de sus pinturas o a aproximarnos a la interpretación de su mundo interior.

Me refiero a la serie de sus catorce pinturas murales conocidas como las Pinturas Negras (1819-1823), que es la manifestación de una depresión mayor o de una fase de psicosis depresiva. Es la etapa de su creación que más controversias y teorías ha originado, también en relación con su déficit auditivo, su sordera y su retiro a una extensa finca y casa de campo en las afueras de la villa de Madrid, denominada la “Quinta del Sordo” (por su propietario anterior paradojas del destino), en la que vivió antes de partir al exilio en Burdeos, donde fallecería en 1828.

En esta etapa de su creación se produjo un cambio muy acentuado en el que viajó al negro más profundo del dolor y la desolación que transmiten estos cuadros, que formaban parte de la decoración de su nuevo hogar, porque los realizó en las paredes de su casa, hecho muy significativo para interpretar el grado de inmersión en su mente atormentada. Goya se sumerge en ese mundo y en estos cuadros apreciamos la fealdad o la sonrisa como burla a nuestro destino mortal.

La sordera le produjo un trastorno emocional que lo sumergió en una tristeza que produjo un cambio en su concepto estético. La sordera es el déficit perceptivo más incomprendido pues supone un aislamiento profundo de quienes la padecen desde su nacimiento y es peor el impacto emocional, en los que pierden el sentido del oído en la vida adulta. En esta fase de su pintura se refleja su propio dolor y la decepción de ver tanta sangre derramada de forma incomprensible y el dolor del silencio de no poder escuchar; son múltiples los factores que le conducen a ese periodo, tristeza, soledad y silencio insoportable,  que lo llevan a este periodo donde proyecta en su pintura su propio dolor psíquico.

Una de las catorce obras que conforman la época negra, “Perro semihundido”, es la imagen fragmentaria de un perro “mirando a la nada”, solo, sin apenas color… La imagen parcial de la cabeza de un perro que mira a la nada es la de la soledad más absoluta, una interpretación a través de los símbolos. El segundo que vamos a mencionar es la imagen del dios Saturno, con mirada desquiciada, que se come a su hijo. ¿Representa el dolor que le come por dentro?

Ciertamente, cada persona que observe esta serie de cuadros extraerá una interpretación personal, pero desde luego la intención de su genial autor fue despertar intranquilidad y perturbar a quienes los miraran… Esta es la grandeza de un artista inmortal, la capacidad de transmitir sentimientos de dolor y alegría a través de su obra y no dejar a nadie indiferente, aún hoy dos siglos después.