Las estadísticas económicas oficiales promueven la idea de la fortaleza de la economía dominicana. Frente a la crisis provocada por la pandemia y más recientemente por los efectos de la guerra entre Rusia-Ucrania, la propaganda oficial resalta la idea de la recuperación económica. Para respaldar esta imagen de bonanza y recuperación, el Banco Central (BC) solo fundamenta esos resultados en la tasa de crecimiento del producto interno. Así, en el 2021, la economía creció en un 12% considerando el impacto estadístico de la contracción del 2020. En el 2022, el PIB se desaceleró notablemente y la economía creció en 6%.
Para el BC pareciera que no existen otras variables económicas que fortalezcan o debiliten la tendencia siempre creciente del nivel de actividad económica. Casi nunca se refiere a los desequilibrios sectoriales que muestra la economía dominicana, como si éstos no afectaran al crecimiento económico. Las cifras muestran, que a pesar de que la economía se expandió en un 12% en el 2021 respecto del año anterior, no creó suficientes puestos de trabajo formales.
De hecho, la recuperación del mercado de trabajo se debió fundamentalmente al incremento del empleo en el sector informal. En efecto, el sector informal creó 213,187 nuevos puestos de trabajo (mal pagados, sin seguridad social y prolongadas jornadas de trabajo); en tanto que el sector formal perdió 47,198 puestos de trabajo. A pesar del drama del mercado laboral, el gobierno defiende la reducción de los niveles de pobreza, aunque reconoce el efecto positivo de las transferencias sociales sobre la clasificación de la pobreza.
Actualmente, la gran preocupación de los dominicanos y, particularmente de la franja más pobre de la población, es la creciente inflación. El BC intenta resolver esta pérdida de bienestar de las familias mediante la fórmula clásica de aumentar la tasa de interés; por lo que se espera que se reduzca el producto, aumente el desempleo y, por consiguiente, se contraiga la demanda de importaciones cuyos precios en buena medida son responsables de la inflación. La controversia que se plantea consiste en que, al mismo tiempo que aumenta la tasa de interés y se contrae el producto (cae la inversión privada y parcialmente el consumo), el BC mantiene sus proyecciones de crecimiento para el 2022. Si la demanda real se contrae por los efectos de la inflación, el aumento de la tasa de interés y la caída de la demanda agregada entonces resulta difícil de entender cómo el producto interno pudiera crecer en 5.5% en este escenario.
En medio de las dificultades del transporte marítimo y la guerra entre Rusia-Ucrania, el aumento de la tasa de interés pareciera que no resuelve el problema de la inflación. Lo que queda claro son los efectos de la contracción económica que proyectan los organismos internacionales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) en su Panorama Económico Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) de abril del 2022, reconoce que las perspectivas de la recuperación de la economía mundial se han empeorado, cuyo crecimiento caerá en 0.8% por debajo de la proyección que se tenía a enero del año en curso. Esta situación tendrá efectos negativos no sólo sobre el crecimiento de la economía mundial, sino que también afectará, al alza, las expectativas inflacionarias (FMI, WEO, abril, 2022, página xiii).
Los efectos de la contracción de la economía mundial se reflejarán en las economías pequeñas con socios económicos desarrollados, como es el caso dominicano. La magnitud de tales efectos dependerá de la vulnerabilidad de la economía dominicana que, la Unidad de Inteligencia (UIE) de la revista semanal The Economist fundamenta en siete pilares (ver Tabla1). La UIE argumenta que, bajo los criterios señalados, los países menos vulnerables de la región de América Latina son Bolivia, Ecuador y Paraguay ya que experimentan aumento de ingresos por sus exportaciones debido al aumento de precios de las materias primas que producen.
Tabla 1. América Latina y la Guerra de Ucrania: ¿Quién es el más o menos Vulnerable? (Puntaje de 1 a 5, siendo 1 el mejor)
En cambio, los países más vulnerables de la región son Nicaragua, República Dominicana y El Salvador. Siendo la República Dominicana la segunda más vulnerable con una puntuación de 4.0 de 5 puntos posibles, siendo 1 el mejor puntaje. La consideración de otras variables económicas permite tener una idea más apropiada del desempeño de la economía dominicana en las presentes circunstancias.
El aumento de la inflación ha reducido la demanda agregada real y sus efectos debían considerarse en las proyecciones de crecimiento. La tasa de inflación en el país está en alza desde abril del 2021 cuando era de 3.78% y ya para diciembre de ese mismo año había aumentado a 8.5%. Una tendencia similar continuó en abril el 2022, cuando la inflación alcanzó 9.23%; es decir 7.8% mayor que la reportada durante el mismo mes del año anterior. La inflación ha continuado aumentando a pesar de que la tasa de interés se ha incrementado desde octubre del 2021, lo que ha afectado la tasa de crecimiento económico.
Este aumento de la inflación tuvo lugar a pesar de los esfuerzos del BC por frenar la inflación a través del aumento de la tasa de interés de política monetaria (TPM). En efecto, la TPM se incrementó a partir de marzo del 2021 cuando pasó de 3.0% a 3.5%, la correspondiente a los Repos pasó de 3.5% a 4.0% y los depósitos remunerados de 2.5% a 3.0%. Actualmente, la TPM ha aumentado 250 puntos básicos para colocarse en 5.5%. En la medida en que la inflación continúa aumentando y reduciendo el poder adquisitivo de los consumidores, los salarios no se ajustan con la velocidad que cambian los precios de los bienes y servicios.
Por otra parte, el saldo de la balanza corriente se ha deteriorado desde el 2019 hasta la fecha, con lo cual el tipo de cambio se ha apreciado debido a la contracción económica, la caída de las importaciones y tal vez al aumento de las tasas de interés domésticas. Durante el primer trimestre del 2019, la balanza corriente presentó un saldo positivo y entraron dólares a la economía; pero a partir de diciembre del 2021 ese saldo no sólo ha sido negativo, sino que se ha multiplicado casi por cuatro. No obstante, la contracción económica redujo apreciablemente la demanda de divisas que ha permitido apreciación del tipo de cambio, lo que no estimula a los exportadores ni promueve el crecimiento económico a través del multiplicador del comercio exterior.
El aumento del stock de la deuda pública ha incrementado el pago de los intereses, reduciendo el gasto público interno y, por tanto, reduciendo la demanda doméstica de bienes y la inversión pública. De aquí que, el efecto multiplicador del gasto público sea menor y, por tanto, contribuya en menor medida al crecimiento del producto. La deuda pública ascendió a 68.9% del PIB a agosto del 2021 y a diciembre de ese mismo año, ese cociente se redujo a 66.7%; aunque la deuda pública aumentó en US$5,791.9 millones.
Cabe aclarar que la reducción del cociente deuda-PIB se debió a que el PIB creció más que el crecimiento de la deuda, resultando en un cociente menor. El aumento del stock de la deuda pública incrementa el pago de intereses y amortización de la deuda pública interna y externa. Para el 2019, el servicio de la deuda fue de US$6,282.6 millones (RD$332,350.0 millones), lo que representó el 54.3% de los ingresos tributarios. Esto limita la política de gasto público a las necesidades de mantener el flujo de pagos para mantener el nivel de financiamiento público; haciendo insostenible la política fiscal que mantiene las mismas características desde el 2008 hasta la fecha. Por eso la calificadora de riesgo MOODY’s considera débil la posición fiscal del gobierno dominicano.
Por otro lado, el funcionamiento de la economía dominicana tiene una dependencia considerable de materias primas importadas; éstas son alrededor del 24% del producto interno. De manera que en la medida en que se acelera el crecimiento económico, igualmente ocurre con las importaciones, ampliando la brecha comercial. Este desequilibrio externo se financia con remesas y la inversión extranjera directa (IED); ninguna de estas variables es controlada por las políticas públicas, sino que dependen, por un lado, de la valoración de los inversionistas extranjeros sobre la estabilidad política y el disfrute de amplios privilegios fiscales. Por su parte, las remesas que dependen de la estabilidad del empleo de los dominicanos en el exterior; según las estadísticas oficiales locales, siguen aumentando a pesar de la crisis económica que impactó severamente el mercado de trabajo de los países desarrollados. No obstante, cabe apuntar que en esos países existen seguros de desempleo que junto a las transferencias sociales mitigaron el incremento del desempleo, permitiendo el mantenimiento del nivel de las remesas.
Desde la perspectiva legal, cabe recordar que el aparato judicial constituye un pilar fundamental para el funcionamiento social y económico de cualquier nación; de lo contrario no existen garantías de igualdad judicial para todos los negocios y los ciudadanos. Los retrasos prolongados en la aplicación de ley a los enjuiciados por casos de corrupción correspondientes a las administraciones comprendidas entre el 2000 y 2020, inspira poca confianza en el sistema judicial.
Los datos oficiales advierten que la encrucijada de política económica que enfrenta esta administración es crucial para evitar que la situación de los dominicanos empeore. Es hora de sustituir la propaganda oficial del bienestar del crecimiento por políticas económicas que resuelvan las dificultades con el menor costo económico y social.