Dado que el propósito principal  de la educación como actividad humana fundamental es el aprendizaje, mucho que interesa conocer a profundidad las vías de verificar ese aprendizaje mediante la evaluación.

Acontece además que efectivos recursos de evaluación  son al mismo tiempo una vía para la optimización del propio aprendizaje que se procura.

En sentido general se consideran las siguientes principales evaluaciones del aprendizaje: diagnóstica, pronóstica, formativa y sumativa.

La evaluación diagnóstica permite tener un conocimiento del dominio de los prerrequisitos de las nuevas competencias a adquirir. La evaluación pronóstica contribuye a tener una proyección de las perspectivas de aprendizaje del evaluado. La evaluación formativa se realiza durante las distintas fases del aprendizaje que se aspira; y la evaluación sumativa se orienta a una nota o calificación del aprendizaje y por lo tanto corresponde a un dictamen final.

Existe un fundamental factor relacionado a la evaluación educativa, poco considerado; pero de profundas implicaciones, y es que el aprendizaje es un acto esencialmente individual y que por lo tanto hay diferentes ritmos y formas  del  aprendizaje con el sello de cada persona, de ahí que la estandarización de la evaluación dificulta considerablemente un enfoque objetivo respecto a quien se evalúa.

Hay situaciones contradictorias en la evaluación ante la realidad de la vida laboral y general; en cuanto a que el ser humano como ser social es esencialmente colaborativo, lo que  no justifica  por lo tanto el demasiado acento en  la evaluación individual.

Al relacionar la evaluación del aprendizaje con el tan importante concepto de competencias vistas como la integración de conocimientos, habilidades, actitudes y valores, conduce de nuevo a su replanteo. Para referir sólo un caso: qué ponderación debería de tener las actitudes y los valores dentro de una objetiva y justa evaluación del aprendizaje  de cualquier área ante un estudiante con gran deseo de superación personal y por lo tanto mucho interés por aprender además de una comprobada honestidad, frente a otro estudiante que lo supere en conocimientos y habilidades, más no así en cuanto a valores y actitudes.

Un nuevo paradigma de Formación Docente en la República Dominicana, para superar el gran atraso en calidad de la educación, ha de contemplar un enfoque de elevado rigor de la evaluación, la cual más que calificar y hasta discriminar debe ser un efectivo recurso para la cualificación del propio aprendizaje.

La Formación Docente es un tema-problema de extraordinaria importancia en la superación de la tan baja calidad de la educación dominicana, como para que tenga la respuesta que amerita su relevancia: un nuevo paradigma es la más atinada y responsable respuesta.