Ha llegado el día nuevamente, la nación no se da por enterada o quizás esté por caminos desvirtuados y triviales. Esto indica que el país ubicado en el mismo trayecto del sol, también posee sombras paralelas, sombras que fusionadas a la luz forman cuerpos con distintas siluetas, siluetas con posturas correctas y otras disformes. En este Día Nacional de la Ética Ciudadana, es preciso emular la figura correcta y digna de don Ulises Francisco Espaillat.
Hay dos vías, la vía fácil y la vía difícil, Ulises eligió la vía más ardua y complicada, aquella que debes caminar sobre piedras afiladas y un sol quemante, pero que al final deja un sabor placentero y un legado permanente. Y hablando de este tipo de conductas, hay que recalcar que cuando llegan hombres de esta estirpe a una sociedad antagónica a su moral, suelen tener amenazas constantes, entre ellas los que no tienen convicción de la lealtad, la honestidad, la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y el amor. Quizás por esto no es paradójico lo visto en la historia, los dos presidentes con mayores valores y principios fueron los que menos tiempos duraron en el poder, don Francisco Ulises Espaillat y Juan Bosch.
En realidad, no hemos venido al mundo a hacer lo fácil, porque eso lo hace cualquiera, nuestro camino es alcanzar la felicidad y eso solo se logra haciendo lo correcto. En esta deuda social que nos alcanza hoy, es preciso recordar que la Constitución del 2010, en su artículo 7, es la que más abre las posibilidades de poder continuar esforzándonos como nación, con el propósito de consolidar el Estado social y democrático de derecho en nuestro país. Esto, es la puerta principal, el régimen de consecuencia y el pragmatismo las ventanas. Ahora, volvemos a nosotros, qué camino eliges, el camino largo a la felicidad o el camino corto que solo trae una breve satisfacción.
Vamos a deducir que decidiste por el camino de la felicidad. Dentro de la ética Kantiana, de Emmanuel Kant, se suele creer que la moral es la dignidad de ser feliz, esto indica que quien actúa moralmente merece la felicidad o como diría Aristóteles, la verdadera felicidad consiste en hacer el bien. De qué estamos hechos, qué queremos ser y qué queremos dejar a los que vienen detrás, solo hay una respuesta, sigamos el paradigma de don Ulises Francisco Espaillat y así probablemente alcancemos la felicidad.